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—Ya estoy aquí Han. No dejaré que te hagan daño —dijo Minho quitando su mano. Él me daba mi espacio, podía ver cómo estaba actuando cautelosamente. Él no sabía cómo yo podía reaccionar... Y sinceramente yo tampoco lo sabía.

—No Minho, el que saldrá dañado de aquí serás tú —le respondí.

—¿Por qué dices eso Han?

—Esto no parará Minho. Esto es de toda la vida. Papá seguirá haciendo esto cada que se le antoje y entonces yo te buscaré, te hundiré en la mierda conmigo, —comencé a hablar —no puedo hacer eso Minho.

—Podemos buscarle solución a esto Han, yo estaré aquí. Deja de decidir por mi —me respondió Minho.

—Si decidir por tí evitará que estés en la mierda conmigo entonces lo haré. Estoy dañado Minho, encuentro confort en el dolor, en sentirme triste, en llorar, en dañar mi salud mental —sentía vergüenza de mi mismo pero era la verdad, no quería sentir confort en el desastre, pero simplemente lo hacia porque es lo único permanente en mi vida —¿De verdad quieres estar con alguien como yo? Te dañaré a tí Minho.

—¿Cuando lo entenderás?

—¿Entender qué? —le respondí.

—No eres el único dañado, no eres el único roto, no eres el único que está en la mierda —comenzó a decir Minho. Estiró sus brazos y puso sus manos en mis mejillas mirandome fijamente —me importa una mierda hundirme contigo.

—No Minho, no —dije y lágrimas comenzaron a caer. Se deslizaban por mis mejillas hasta chocar con las manos de Minho.

—Dañame Han, rompeme, hazme mierda, haz lo que quieras conmigo Han.
No me iré, me quedaré a tu lado —dijo mientras limpiaba algunas de mis lágrimas.

—Estoy hecho pedazos Minho, no quiero hacerte pedazos a ti también.

—Entonces nos tocará reconstruirnos con las piezas que nos quedan —me respondió Minho.

—¿Y que pasa si quiero seguir estando roto? —le pregunté.

—Entonces cuidaré cada uno de tus pedazos y estaré contigo cuando me digas que quieres dejar de estar roto... Y si quieres seguir roto toda tu vida igual me quedaré a tu lado.

—¿Estás seguro?

—Estoy muy seguro Han.

Y en ese momento me terminé de romper. Ya no podía aguantar más, no podía.

Dejé salir todo lo que estuve guardando estos años, todas las humillaciones, todos los gritos, todos los golpes, todas las culpas injustificadas... Deje ir todo.

Al menos sabía que no había gente alrededor, solo estaba Minho.

Minho me subió en su regazo, así como la última vez. Me abrazaba fuerte, entrelazó nuestras manos y me daba besos en la cabeza de vez en cuando.

Él solo me decía “Llora todo lo que tengas que llorar Han” “Deja de culparte” “No mereces esto” todas esas palabras se sentían irreales. Las sentía poco creíbles y no por Minho, el problema era yo. El problema siempre he sido yo.

Yo no podía hacer más nada que llorar y sentir como si mi alma abandonara mi cuerpo. Siento que si en ese momento Minho no me tuviese como un bebé en sus brazos yo ya me hubiese roto en mil pedazos sobre el césped... Sé que eso es físicamente imposible, pero así se sentía.

Comencé a sentir algo de vergüenza por permitirme romper en llanto de esa manera en los brazos de Minho así que comencé a calmarme poco a poco.

Levanté mi cabeza, miré a Minho a los ojos.

—Debo estar hecho un completo desastre —le dije tratando reír un poco. Mis traumas mis chistes.

—Tus ojos hinchados son lindos —me respondió él.

—¿No te irás?

—Nunca—me respondió Minho muy seguro.

—¿Sin importar qué? —le pregunté.

—Sin importar qué.

—Me duele el cuerpo Minho—le dije. Al comenzar a estar un poco más calmado pude empezar a sentir el dolor de los golpes.

—¿Te duele el cuerpo? ¿Por qué? —me preguntó Minho con una cara de confusión.

No estaba seguro de si las patadas me habían dejado algún moretón, lo más seguro era que si. Me levanté la camisa para dejarle ver mi torso y el lugar donde había recibido los golpes.

Minho vió lo que quería hacer así que me ayudó a subirme la camisa. Cuando ya la tenía casi arriba Minho retiró su mano y la puso en su boca con una expresión de asombro.

—¿Tu- tu papá te hi- hizo esto? —me preguntó Minho. Se notaba muy consternado y afectado.

—¿Tan mal está?—fue lo único que respondí.

Minho me miró directamente a los ojos y después me abrazó.

—Han... Tú... —Minho trataba de decir algo pero no podía. Aún seguía sin soltarme —Estas todo marcado.

—Lo sé Minho, lo sé —le dije. Y este momento se sintió como si yo lo estuviese consolando a él. En el fondo yo ya estaba acostumbrado de ver mi cuerpo maltratado y lleno de marcas.

—¿Cómo pudo hacerte esto? ¿Cómo alguien podría lastimarte? —habló Minho. Rompí el abrazo para verlo a la cara, Minho estaba en una especie de asombro muy grande.

—Te lo dije Minho. Estoy roto, estoy marcado.

—No mereces esto Han, no mereces tener estás marcar en tu piel—dijo Minho mientras pasaba sus manos por todo mi cuerpo como si yo fuera un especie de maniquí.

—¿Te seguiré gustando aún estando marcado? —le pregunté. Ni siquiera lo pensé antes de preguntar, supongo que era lo que estaba sintiendo mi corazón en este momento. Miré a Minho a los ojos, mientras me preparaba para una respuesta podía sentir lágrimas escaparse de mis ojos.

Minho me miró unos segundos para después juntar nuestros labios. Mientras nos besábamos las lágrimas no podían dejar de salir, tenía muchas emociones dentro de mi, tantas que no podía controlarlas.

Minho me besaba lento mientras que sus manos sobaban el lugar donde tenía los golpes, segundos después rompió el beso.

—Estas marcas y las que haz tenido anteriormente solo me demuestran lo fuerte y valiente que eres Han. —dijo Minho para acto seguido juntar su frente con la mía —Estás marcas solo hacen que me enamore más de tí porque frente a mi tengo a la persona más fuerte y guerrera que he conocido.

¿Qué nos sucedió?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora