Capítulo 12

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Me levanto del sofá y voy hacia mi habitación, abro mi gran armario y empiezo a contemplar todo mi repertorio. Me quedo en duda si llevar algo informal o algo más elegante ¡Oh, dios! ¡Calmate, Claudía! no debería de darle tanta importancia a lo que me vaya a poner. Total no es una cita de verdad, es solo como una entrevista de trabajo.

Paso mis manos por mi pelo nerviosa y me siento en los pies de mi cama, mientras pienso una y otra vez en esta gran locura. ¿En que momento me metido aqui? todavía estoy a tiempo de arrepentirme ¡No puedo hacer eso! Me repito en mi mente. Tengo que dejar de ser tan cobarde.

Me levanto y cojo un pantalón de pinza de color verde militar, junto con un top de tirantes negro y la chaqueta a juego. Esto está mejor, no quiero parecer que quiero impresionar.

Estoy frente al espejo y sinceramente me gusta lo que veo. Mi apariencia es totalmente de una mujer regia, exigente y sería. Justo lo que quiero aparentar. Esta noche he decidido ondularme el pelo y dejármelo suelto. Mis ondas perfectas caen hasta llegar por debajo de mi pecho.

Mis largas pestañas centran toda la atención. Me pintado los labios de color rosa cereza, el perfecto por si me quieres para el postre. Mis mejillas se tornan rosadas y no es precisamente por el colorete. Miro la hora en mi muñeca y solo quedan 15 minutos para el encuentro.

Resoplo echando todo este aire de mis pulmones. E inspiro profundamente para llenarlo de nuevo de valentía y confianza ¡Lista! respondo frente a mi espejo, con una sonrisa que ahora mismo esconde miedo a lo desconocido. Cojo el bolso y salgo para el lugar.

Me demorado un poco en buscar aparcamiento. Parece ser que hoy se han puesto todos de acuerdo para no dejar ni un sitio libre. Voy apresurada hasta llegar al restaurante y justo tengo la gran fortuna que me doblo el pie, haciendo que pierda el equilibrio cayéndome al suelo ¡Joder!

Me levanto poco a poco con la ayuda de un señor que pasaba por la calle . Y cuando intento apoyar el pie, el dolor hace que me sea imposible apoyarlo por completo. Pego un pequeño grito, llamando la atención de algunas personas. ¿Se puede tener más suerte?me quito el tacón y voy cojeando hasta llegar al sitio.

Cuando entro todos se me quedan mirando y empiezo a sentirme un poco avergonzada por esta situación tan bochornosa. Doy mi nombre al chico que está en recepción y me lleva hasta mi mesa. Menos mal que está retirada, así pasaré más desapercibida. Me siento en la silla y ya siento el gran alivio en mi tobillo. Lo tengo bastante hinchado y lo más seguro es que tenga un esguince. Justo lo que me faltaba para completar la noche.

Parece ser que no he llegado tarde. Estoy mirando por las cristaleras, cuando escucho mi nombre.

-¿Claudía?

Giro mi cabeza y la veo parada frente a mí.

-¡Sara! ¿Que tal? -saludo sin poder moverme de la silla. ¿Porqué ha tenido que aparecer en este momento?

-¡Muy bien! Hacía tiempo que no nos veíamos desde que... -hace una pausa sin querer terminar lo que ha empezado a decir.

-¿Desde que fuimos en parejas a Roma?no pasa nada si nombras a Lucas, Sara. Eso forma parte del pasado -respondo con madurez.

-Lo siento, no quería ser imprudente -se disculpa.

-No te disculpes, no tengo nada que perdonarte -le sonrio.

Empiezo a ponerme un poco nerviosa al pensar si llegara aparecer ahora mismo el chico de compañía. Intento acortar mis respuestas para que así se marche pronto y efectivamente da resultado.

Miro de nuevo el reloj y veo que a pasado media hora. Es extraño que todavía no esté aquí. Agradezco en parte que no se haya presentado y decido levantarme con cuidado y pedirle la cuenta de lo que he bebido. Cuando por sorpresa el camarero me responde que ya está pagado.

EL PLACER ES MÍO Where stories live. Discover now