CAPÍTULO 12

1.6K 144 8
                                    

POV. Lauren. 

Dejo escapar un gruñido de frustración mientras suelto a Camilay me dirijo a la puerta. Lo último que quiero es tenerla por primera vez en esta oficina, y tengo que recordarlo. Todo lo que tengo que hacer es mantener mis manos para mí hasta que podamos salir de aquí. A la 
mierda, podría llevarla en mi camioneta si no puedo hacerlo hasta entonces.

— ¿Qué?— ladro mientras abro la puerta al mismo tiempo.

—Bueno, demonios, Lauren Jauregui. Nadie me dijo que el mejor paseo del estado montaba esta noche. — La mujer parada ahí con una camisa de cerveza Circle C me mira de arriba abajo y luego se lame los labios.

—Nina. — dice Camila mientras se acerca por detrás de mí. 

Sostiene lo que parece una bolsa de banco y un juego de llaves.

—Esta noche te toca el carro siete. Ya está todo abastecido. 

Me alejo de la puerta, pero Nina no me quita los ojos de encima mientras se adentra en la oficina e ignora a Camila.

—Sabes que solía observarte cuando era una niña. Eres la primera vaquera de la que me enamoré.— Se inclina hacia delante como si estuviera compartiendo un secreto. —¿Por qué no me sigues hasta el carro siete y te lo cuento todo?

Me toca el antebrazo y me sobresalta tanto que tiro el brazo hacia 
atrás y lo golpeo contra el archivador que tengo detrás.

—Ya basta, Nina. — dice Camila, y hay algo parecido a la ira en su voz.

Nina se ríe y se echa el pelo por encima de un hombro. —Tranquila, Trashy. Solo estoy siendo amistosa. 

— ¿Cómo diablos la llamaste?— Mi voz es fría y doy un paso protector hacia Camila. 

—El puesto abre en diez minutos. — interviene Camila. —Te sugiero que te vayas de aquí o me busco otra chica de la cerveza.

—Bien. — resopla mientras coge la bolsa y las llaves. —Ya sabes dónde encontrarme, Laur.

En cuanto se va, me vuelvo contra Camila. 

— ¿En serio vas a dejarla trabajar después de que te llame así?

—Siempre ha sido una idiota, pero conoce el trabajo y los chicos de aquí la adoran. — Camila se encoge de hombros y mira hacia otro lado.

—Oye. — le digo, y como no levanta la vista, le toco la barbilla y le vuelvo la cara para que se encuentre con la mía. —No me gusta que alguien te hable así. Y no voy a tener en nómina a alguien que no te respete. 

—Puede que tengas muchas vacantes si ese es el caso. — Hay una pequeña sonrisa en la comisura de su boca, pero sigo viendo el dolor en sus ojos.

—No me importa si tengo que despedir a todas las personas de 
aquí, incluido yo mismo. Mientras trabajes aquí, te tratarán bien. —la cojo de la mano y, al tirar de ella, me mira sorprendida.

— ¿Qué haces? — pregunta cuando agarro el intercomunicador.

—Aclarando algunas cosas. — me pongo en el altavoz y digo a 
todos los empleados que se reúnan con nosotros en cinco minutos en 
la arena, y luego cuelgo.

— ¿Lauren? — me dice por detrás mientras la conduzco fuera de la oficina y por el pasillo hacia la arena.

—Ya te lo dije, dulzura. No voy a dejar que nadie te atropelle. 

Cuando llegamos a la arena, aprieto la mano de Camila para que no pueda separarse de mí mientras me dirijo al escenario.

—No. —sisea. —No voy a subir ahí. 

Me doy la vuelta para mirar a mi preciosa chica y, aunque veo 
miedo en sus ojos, también veo que me ruega que la mantenga a salvo. 

Voy a hacerlo ayudándola a enfrentar esto de frente.

—Dulzura, soy como un toro que embiste, y esa zorra de tu oficina me ha agitado una puta bandera roja en la cara. Puede que yo sea la dueña de las vigas de acero que sostienen este lugar, pero tú eres la que dirige el espectáculo, y me voy a asegurar de que todos los presentes lo sepan. — mira por encima de mi hombro hacia el escenario y luego se muerde el labio nerviosamente. —Voy a estar a tu lado todo el tiempo y si te asustas, toma un poco de mi fuerza. Tengo 
suficiente para los dos. 

Eso la hace sonreír un poco, y después de respirar profundamente asiente. —De acuerdo. 

—Esa es mi chica. — le aprieto la mano y subimos las escaleras hasta el escenario.

Después de un rodeo, aquí es donde se entregan los premios, así que desde aquí se puede ver todo en la arena. Cuando llegamos al centro, miro a mí alrededor y veo a la gente de pie en el suelo o sentada en las gradas. En la parte superior, puedo ver a algunas de las chicas de la cerveza reunidas riéndose de algo, y eso me hace ver rojo de nuevo.

—Escuchen. — ladro y entonces el silencio se apodera de todos. 

—La mayoría de ustedes saben quién soy y que soy el nuevo propietario del Circle C. Lo que quizá no sepan es que Camila Cabello es ahora la gerente general.

Se escuchan algunos susurros entre la multitud y comienza la charla.

— ¡No he terminado!— grito, y la mano de Camila se flexiona en la 
mía. —Como gerente general, no solo tiene mi aprobación en cada decisión que toma, sino mi apoyo incondicional. Eso significa que lo 
que ella dice es válido. Ella toma las decisiones, y yo la respaldo, fin 
de la historia. Si tienen un problema con eso... — Miro a la grada y al 
grupo de mujeres. —Entonces está la maldita puerta. — Señalo la entrada y las reto a que se vayan.

Camila se acerca a mi lado y su presencia me tranquiliza. Al menos por ahora.

—Muy bien chicos, tenemos un espectáculo que dar esta noche. — dice Camila, y su voz es uniforme y segura. —Maguire, tú estableces el horario de los jinetes. — El vaquero más viejo del frente asiente a su orden.

—Sí, señora. 

—Ten a Charle y a Tate como respaldo, y a Gina en los barriles.El resto es tu decisión. 

—Ya la han oído. — dice Maguire, y el resto de los encargados entran en acción.

—Normani. — Camila llama a una mujer que ha estado de pie a los 
lados. —Estás en el carro siete esta noche. 

— ¿Qué?— Oigo a alguien chasquear desde el grupo de chicas de la cerveza, entonces Nina se abre paso. — ¿Qué acabas de decir?

—Normani, hay camisas extra en la oficina si quieres venir 
conmigo. — dice Camila a la mujer, que ahora está sonriendo de oreja 
a oreja.

—No le vas a dar mi trabajo a la conserje.— dice Nina.

—Tienes razón, Nina, no lo estoy haciendo. Te estoy dando su 
trabajo. Puedes fregar los baños, o como dijo Lauren, ahí está la puerta.

Quiero aullar de orgullo ante la mirada de Nina. Nina se vuelve 
hacia las otras chicas del carrito, que se apartan de ella como si se hubiera tirado un pedo. Entonces tengo que contener una carcajada cuando nos hace un gesto de desprecio a las dos y sale del Circle C.

— ¿Supongo que no va a limpiar los baños?— me burlo, y Camila se encoge de hombros.

—Supongo que no.

COMPRADA ~Camren G!P~Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora