Diciembre 2006

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Diciembre 2006

"If I were really here

Looking at you beaming

If I were really alive could I

Make it through everyday dreaming"

Maya Hawke

-¿crees que soy una mala persona?

-no ¿Y tú?

-¿Yo qué?

-¿Crees que yo soy una mala persona?

-no...creo que estás loca

-eres tan injusto

-estas demente

-¿Y tu no?

-No tanto como tu

-me voy

-no, espera

-si tu plan era solo insultarme entonces me largo, Manjiro

-Espera, Tenki perdóname

-Suéltame

-Quédate... por favor

-Me estás lastimando

-Perdóname... ¿lo ves? Soy una mala persona

-No lo eres y si lo fueras qué mierda me importa

-¿no te importa eso?

-no... tienes razón

-¿por qué?

-estoy loca

-¿lo estás?

-si... porque me gustas mucho, tanto que salí corriendo cuando me llamaste.

-me alegra que lo hayas hecho

-eres un sádico

-estas loca

-Je ne le suis pas

-no me hables en francés

-Pourquoi pas?

-basta, si me estás insultando basta

-no estoy haciendo eso

-¿Me estás diciendo que me amas?

-¿Te gustaría eso?

-¿Por qué no me besas de una vez?

-porque no te has callado, Manjiro

-no quiero que te vayas

-no quiero irme

Rompí mi ultimátum y deben expulsarme de la residencia. Mi padre está furioso y ya me envió mi boleto de avión, después de las vacaciones de navidad debo volver a Francia. Básicamente porque la demanda de boletos de avión es demasiado alta. Mientras tanto debo quedarme en otra residencia de estudiantes cerca del centro de Shibuya.

Como mi padre no desea pagar ni un céntimo más por mis imprudencias, vivo en un cuarto tan estrecho y oscuro que deprime de solo pensar en él. No obstante ahora puedo pasear con Manjiro en su motocicleta el tiempo que quiera aunque me preocupe irme en poco menos de un mes exprimiré cada segundo a su lado.

El día de la mudanza Jan y Frances me ayudaron a empacar todas mis cosas y llevarlas a mi nuevo y pequeño cuarto. El color marrón claro de las paredes es insulso, aburrido y la ventana ínfima dejaba colar un poco de luz que después se escondía detrás de un edificio de más de diez pisos. El ruido de la calle es algo habitual pero me ayuda a no sentirme tan sola.

Manjiro viene todos los días a buscarme, se posa con su CB250T (me aprendí el modelo de su moto dado que nunca deja de hablar de eso) bajo la ventana y me llama prendiendo y apagando las luces de su motocicleta.

Cuando salgo del cuarto el mundo parece comerme de lo enorme que se siente todo.

Nuestras charlas han vuelto a ser largas y a veces hasta sin sentido. La última vez que fue a buscarme a mi antigua residencia estuvimos conversando sobre esa noche del karaoke. Que se había quedado pensando en mi modo de reaccionar, que no lo entendía. Manjiro no parece conmoverse ante el dolor de los demás, quizás solo en pocos casos, pero generalmente pareciera que el universo le pasa por al lado sin moverle un solo pelo.

La charla derivó en chistes sobre cómo fingir con la policía y no quise decirle que Saoko estaba muerta y que me dolía su muerte. Que su ausencia me pesaba, no iba a entenderlo.

Hoy viene de nuevo a verme, su curioso saludo con las luces se refleja en mi ventana estrecha. Bajo del cuarto, salgo a que me coma el mundo pero con él.

Recorrimos un largo camino entre la nieve, hace tanto frío pero mi cuerpo lo ignora por completo porque la espalda de Manjiro y todo su cuerpo están ante mí.

Paramos en una especie de puerto, se veían containers enormes de diversos colores, la noche de Tokio gélida cruzaba el agua aún en movimiento y las grúas tenían nieve encima.

-Estas rara, Tenki- habló Manjiro- ¿me dirás que te pasa?

-No importa demasiado- respondí y me apoyé en su espalda.

-Dímelo, quiero ayudarte.

-Debo volver a Francia después de las vacaciones y además quiero morirme.

-¿Quieres morirte?- Él se volteó y me miró casi con enojo.

Hay que tener cuidado con hablar demasiado de una misma. No siempre es música o liberación, muchas veces es solamente ruido.

Yo había dicho en serio que me quería morir, lo hice mirando para adentro, suspendida en la nada que hay dentro de mi, vomitando palabras para ver si podía llenar esa nada con algo.

Eso ya me convertía en un ser amargo e inmediatamente hice un chiste. No tardé en descubrir que él era tan sombrío como yo pero que había aprendido a dominar su oscuridad.

Cuando dejó salir aire por la nariz no lo hizo por mi chiste sino por agotamiento. Como cuando dejas algo pesado un momento pero sabes que tienes que volver a tomarlo.

-¿Y por qué viniste a Tokio? ¿para morir?- volvió a sacar su sonrisa compradora y esa voz suavecita y condescendiente.

-Porque vi Lost in Translation y quiero ser como Scarlett Johansson- le respondí mirando hacia adelante y después volví a verle- ¿por qué te gusta este lugar?

-Porque hay poco ruido- dejó salir aire por la nariz y siguió- no quiero que te vayas, ni que te mueras ¿me prometes algo?

-¿Qué cosa?

-Ni se te ocurra morirte antes que yo

Nos reímos y sellamos la promesa con nuestros dedos meñiques. Era un pacto que no se debía romper.

Nos tomamos de la mano y nos quedamos en silencio por algunos minutos mirando la noche helada. Me apoyé en su hombro y quería decirle algo pero sobraba cualquier cosa. En mi lugar habló él.

-Quiero que la pasemos bien hasta que te vayas ¿si?- susurró con un sesgo de seriedad.

-Si- dije y cerré los ojos mientras sonreía, era la primera vez que sonreía en días.

Como el frío pudo más que nosotros volvimos a la ciudad. Volví a mi cuarto y él a su casa.

Mi padre me llamó por teléfono para saber cómo estaba pero yo estaba mejor que nunca, no iba a contar los detalles pero le dije que no se preocupara por mi, aunque su tono severo no dejó espacio para mis bromas ni para mi despreocupada respuesta mi padre volvió a darme un sermón que estoy segura que no escuché. 

Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora