Primero de Enero 2007 III

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Primero de enero 2007

-¿Qué harías si pudieras viajar en el tiempo?

-No lo sé, sería demasiado poder

-¿si?

-claro ¿sabes que es el efecto mariposa?

-No

-Es parte de la teoría del caos, dónde una acción pequeña como el aleteo de una mariposa puede desembocar en una catástrofe como un huracán

-No lo había pensado

-¿De que te ríes?

-de tu respuesta tan seria...

-¿Qué harías si pudieras viajar en el tiempo?

-Te cogería de nuevo la noche de año nuevo

-¡Manjiro!

-¿Qué? no me respondes aún

-¿Qué cosa?

-si viajaras en el tiempo ¿Que harías?

-te dije que no lo sé, querría evitar la muerte de mi madre pero...

-¿Pero?

-Significaría no conocernos nunca quizás...

-¿Dejarías todo tal cual está por mi?

-No lo sé

-Pero si ya sabes dónde encontrarme...

-¿Serías el mismo en ese caso?

-No lo sé

-Tampoco se si sería la misma, quizás mi madre me habría prohibido venir a Tokio

-No haces mucho caso a tus padres últimamente de todos modos

-¿Si el viajero del tiempo fueses tú me buscarías?

-Si, me gustaría que conocieras a mis hermanos... ¿Qué te pasa?

-¿por qué estás tan seguro de lo que no puede suceder?

-¿De qué hablas?

-nadie puede viajar en el tiempo, Manjiro

-si... supongo.

-aunque si alguien pudiera, debería ser alguien muy puro de corazón. Es demasiado poder

-¿Lo es?

-Efecto mariposa

Nunca había estado recostada en el pecho de alguien pero me parece lo mejor del mundo. No, lo mejor del mundo es tener la cabeza sobre el pecho de la persona amada. Ese breve lapso de perfección en el universo se mete en el cuerpo en forma de sensación llenadora. La piel no es otra cosa que un receptáculo de amor. Mi piel y la suya en contacto multiplican todas las emociones imaginables.

Ya no siento dolor y mis piernas se sienten livianas. Todo mi cuerpo es una pluma sobre el macizo cuerpo de Manjiro. Sus manos suben y bajan por mi espalda, no dejo de sonreír a cada pregunta, a cada palabra. Hemos estado conversando desde la madrugada.

Dormir me parece una pérdida de tiempo, además pronto darán las siete de la mañana.

Me quiero quedar con él de este modo para siempre, no me interesa irme a ninguna parte aunque él cortó mi fantasía levantándose. Lo vi tomar la ropa del suelo y vestirse. Se dio vuelta y me sonrió.

-¡ven a dar una vuelta conmigo!- exclamó y me reí.

Accedí y al vestirme sentí una gran vergüenza, no sé por qué. Caer en cuenta del propio cuerpo en un espacio tiempo concreto puede ser shockeante, sobre todo si has perdido la virginidad en el proceso. Miré mi vientre, mis brazos y me sentía distinta, mi cuerpo parecía otro o era yo que estaba intentando asimilar todo lo que había ocurrido en un trecho corto del año.

Me vestí con ropa prestada y antes de salir pase por el baño de la casa de los Sano. Era un baño moderno que desentonaba con lo tradicional del resto de la propiedad. Me miré al espejo y comprobé que efectivamente seguía siendo la misma, mi cuerpo no había cambiado para nada. Sentía un calor propio del contacto humano aunque afuera la nieve del invierno lo cubría todo.

Puse el kimono en una bolsa, estaba algo arruinado pero estoy segura de que puedo repararlo y llevarlo de recuerdo a París. Manjiro me había prestado ropa y olía a él, era un aroma amaderado mezclado con algo dulce.

Dimos vueltas por la ciudad semi vacía, la mañana era fresca tanto que el viento parecía cortarte la piel pero eso no me importaba. Estaba tomada de la cintura de Manjiro e hice la cabeza hacia atrás, cerré los ojos y comprobé que si bien mi cuerpo no había cambiado era mi esencia la que se había transformado. Llegué a un estado de plenitud y no escuchaba otra cosa que el viento en mis oídos. Había crecido, era una persona distinta a la que llegó a Tokio.

Cuando abrí los ojos nos detuvimos, me di cuenta que estábamos en la playa. Manjiro estacionó la motocicleta y caminamos en silencio por la orilla del mar, el frío era cada vez más cruel.

-¿Estás bien, Tenki? ¿tienes frío?

-Me estoy congelando pero no importa, mira el sol, parece que derretirá la nieve pronto.

-Es verdad

-Tenki ¿recuerdas nuestro trato?

-¿Nuestro trato?

-No debes morir antes que yo

-Es cierto, es una promesa.

Decidimos volver después de unos minutos abrazados frente al mar helado, donde también prometimos despedirnos en el aeropuerto. El sol de frente confirmó el cambio. El sol había salido dentro de mi.

Ya en la residencia me negaba a bañarme, tenía el olor de Manjiro en todo el cuerpo, tenía miedo de que la nueva Ciel se disolviera en el agua, quería quedarme con esta sensación aunque sea un rato más. Recostada en el futón de mi cuarto repasé todo una y otra vez admirando cada momento, pensando en que volvería hacer todas y cada una de las cosas que hice la noche anterior. 

Quería contarle a Camille que yo también había perdido la virginidad y que lo hice con el chico mas espectacular de Tokio, no me importa si eso no es objetivamente cierto, para mi es la verdad pura e inquebrantable. 

Manjiro prometió ir al aeropuerto a despedirme en una semana no obstante dijo que siguiéramos viéndonos hasta que tenga que irme. No se me ocurren mejores planes, no me interesa el resto de habitantes del planeta. 

No puedo dormir, aunque ya se me pasó el frío, no tengo hambre tengo una sensación en el estómago difícil de poner en palabras. No sé si son las famosas mariposas pero que las tengo las tengo, revoloteando en mí, apretujándose entre ellas mientras mis fantasías se vuelven mas seguidas una con la otra. 


Regarde le Ciel - Manjiro SanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora