Capítulo 11 💖

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Anastasia Steele

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No te encariñes con el niño.

No te encariñes con el niño.

—Es un trabajo temporal, Ana. No eres una niñera, eres una editora, incluso podrías escribir si te lo propones. —me recuerdo.

Tengo un estructurado plan sobre lo que quiero lograr en los próximos años de mi vida, nada que incluya estar al servicio de un dulce niñito y su odioso padre.

Resiste.

Sigo a mi padre por el gran estacionamiento del estadio hasta la caseta de vigilancia, luego por largos pasillos que llevan a la zona de palcos.

Desde que el señor Grey mencionó las entradas VIP la semana pasada, papá ha estado contando los días para este momento. No me molesta estar aquí con él, me molesta saber con quién estaremos.

—¿De verdad tengo qué quedarme todo el juego? ¡A mí ni siquiera me gusta el béisbol!

Papá sonríe, llevando su gorra autografiada y el nuevo jersey del equipo que compró para la ocasión.

—Oh, vamos Annie. Acompaña a un pobre viejo que siempre quiso estar en un juego con su hija.

—Pudimos venir solos, ya sabes, venden las entradas en las taquillas antes de cada juego.

Ray se ríe, ignorando por completo mi berrinche. Lo admito, estoy siendo insoportable por culpa de mi jefe.

—Cariño, son solo unas horas. Te divertirás.

Si, claro. ¿Cuidando a Albert? ¿Discutiendo con el señor Grey? ¿O solo aburriéndome en un rincón oscuro?

Subimos un tramo de escaleras hasta topar con un hombre de vigilancia, le mostramos los pases VIP que el señor Grey nos dió y amablemente nos indica el camino hasta la sección del palco. Toca a la puerta y espera.

—Aún podemos irnos... —digo, pero el sonido de la puerta me interrumpe.

—Señor Steele. —saluda mi jefe con una pequeña sonrisa. Idiota—. Señorita Steele, pasen.

Papá estrecha su mano con mucha emoción, a punto de estallar de felicidad por ver el juego desde un puesto tan exclusivo.

—Llámame Raymond. O Ray, muchacho. —entra en la habitación y lo sigo—. ¡Albert! ¡Ahí estás!

—¡Ray! —chilla la vocecita del dulce niño.

Rayos, es difícil resistirse a sus encantos de bebé. Albert camina de un lado a otro llevando una pelota de béisbol de peluche y un jersey de los Mariners igual al de mi padre. Tierno.

—Oh, ¡Míranos, Annie! ¡Gemelos! —Papá levanta al niño en brazos para enfatizar la semejanza y no puedo evitar la sonrisa.

—Gotas de agua. —señalo.

Papá aún sostiene a Albert en sus brazos mientras camina hacia el frente, a la parte del palco que da al campo y podría jurar que sus ojos brillan como los de un niño en navidad.

—¡Mira, Annie! ¡Se ve fantástico! —chilla.

—Bien. —levanto el pulgar en señal de apoyo aunque no pueda verme.

Entonces mi mirada se dirige al hombre a mi lado, con sus jeans oscuros y suéter del mismo tono. Sus ojos grises me intimidan, como siempre que me mira fijamente, pero me sacudo el aturdimiento para fruncir los labios.

—No se ve feliz, señorita Steele.

—No me gusta el béisbol, pero gracias por invitar a mi padre.

—Un placer. —señala hacia un lado con la mano y por primera vez veo la mesa con el buffet de comida—. Por favor, sírvanse lo que gusten, las cervezas están en el refrigerador.

Rayos, esto parece un pequeño departamento. Tiene una cocina funcional, un comedor, un baño junto a la puerta y las sillas al frente parecen de esas que se reclinan.

Tengo qué admitir que estoy impresionada.

—Pase. —el señor Grey señala las sillas donde papá y Albert ya están sentados.

—Si, gracias. —hago una seña hacia los bocadillos—. Tomaré algo primero.

Finjo revisar la mesa para que se aleje de mi, porque estoy segura que si lo ignoro podré pasar una tarde agradable con el libro que traje en mi bolsa. Creo que podría terminarlo si logro concentrarme sobre el ruido.

Pongo en un plato unos pastelitos, algunas frituras y un vaso de jugo, luego me siento en la silla más retirada del frente. Me pongo los audífonos con música instrumental en volumen bajo antes de tomar mi ejemplar de una novela romántica.

Por el rabillo del ojo veo al señor Grey moviéndose de un lado a otro, llenando su vaso de licor y vigilando a mi padre y a Albert que todavía gritan desde la terraza.

La puerta del palco se abre de nuevo, atrayendo mi atención hacia el hombre rubio que entra. Me mira por un largo momento, luego se acerca a saludar al señor Grey que permanece junto a la mesa.

Discretamente apago la música de mis audífonos.

—¿Quién es la flaca? —me señala con su pulgar.

—Mi niñera. —dice Grey, mirándome—. La niñera de Albert, quiero decir.

¿Qué rayos?

—¿Trajiste al niño al juego? Carajo, Christian, ¡No voy a disfrutar el juego!

El señor Grey pone los ojos en blanco en un gesto exagerado.

—Cierra la boca, Elliot. Albert ni siquiera te presta atención, mucho menos ahora que su persona favorita está con él. —señala hacia donde está mi padre.

—¿Y quién carajos es ese?

—El señor Steele es mi invitado. —le dice, evadiendo la pregunta hábilmente.

El rubio toma un puñado de cacahuates de la bandeja y los lanza dentro de su boca, su mirada moviéndose hacia mí mientras permanezco escondida en mi libro.

—No eres un buen jefe si la niñera está ahí descansando en lugar de cuidar al niño. —se ríe, luego me echa un vistazo descarado—. ¿O es que te gusta la niñera? ¿Es eso? ¿Esto es un patético intento de cita?

Mi jefe resopla con fastidio.

—Por supuesto que no, no me gusta de esa manera. Pero son personas agradables y a Albert le gusta estar con ellos.

El hombre rubio me mira de nuevo de forma insistente y yo le regreso la mirada con un ceño fruncido.

—Ya veo que no es tu tipo, pero es linda. ¿Te importa si me divierto un rato?

Mi jefe apoya su mano contra su pecho y lo empuja, su expresión seria.

—Aléjate de ella, Elliot. Es la única persona que puede calmar a Albert y no dejaré que lo arruines por tu impulso de puto.

El rubio frunce las cejas.

—Como si fueras diferente, imbécil. —pasa a su lado golpeando su hombro y se sienta en uno de los asientos del frente.

Bueno, ahí va mi tarde tranquila y libre de tensión.

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Bonito inicio de semana 🙌

Capítulo pendiente de ayer.

(◍•ᴗ•◍) ❤

Señorita Steele (Versión Fanfic)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang