Capítulo 30 💖

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Anastasia Steele.

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Estoy viviendo el sueño de mi vida, y por primera vez, siento que estoy donde debería estar.

No más ordenar carpetas, conseguir café para el supervisor o cuidar al hijo de un mujeriego millonario. No, señor. Estoy aplicando mis conocimientos, conociendo a los contactos necesarios para el futuro y haciendo lo que siempre quise: escribir.

—¿Y cómo vas? —pregunta Hannah, mi amiga y compañera en la editorial—. ¿Crees que estás cerca de publicar algo?

Hago una mueca de labios apretados.

—Encontrar inspiración es un poco difícil estos días. —señalo la pila de escritos en mi mesa—. El señor Hyde quiere un análisis detallado de cada uno de estos y una investigación sobre el interés por el tema en internet.

Lo que me llevará muchas tardes y noches de tiempo extra, pero de nuevo, estoy viviendo el sueño y no debería quejarme.

—Solo digo que deberías presentarle a tu jefe algo de lo que haz escrito. Tú podrías ser la nueva escritora de Best Sellers de Seattle.

Cruzo los dedos por debajo de la mesa y me permito soñar despierta con alcanzar el éxito, y lo mucho que eso me ayudaría a encaminar mi vida. Papá insiste en qué siempre me apoyará, pero Dios sabe que en algún punto él necesitará dejar de preocuparse por dinero.

La imagen de un sonriente hombre de cabello castaño cobrizo viene a mi mente, llevando en sus brazos a un dulce niño idéntico a él.

Por ahora mi padre tiene un trabajo que lo entretiene, le genera buenos ingresos y lo saca de su aburrida rutina diaria. Me pregunto si debería agradecer al señor Grey, aunque la última vez que nos vimos no salió bien.

—¿Ana? ¿Me escuchaste? —Hannah toca mi brazo y se ríe—. ¿Te puso feliz imaginar que serás famosa?

—Oh, no. Estaba pensando en mi padre.

Giro el brazo para mirar el reloj en mi muñeca y suspiro porque es la hora de salir y mis actividades pendientes aún me esperan.

—Bueno, volviendo al tema. Todos iremos a tomar algunos tragos a Lori's, ¿Quieres venir?

Señalo la montaña de hojas que parece hacerse más grande a cada segundo.

—Tengo qué pasar por hoy, y tal vez todos los días de esta semana y la próxima. —ambas reímos de mi desesperada situación—. Será mejor que comience a leer esta noche.

Tomo solo un par de escritos en caso de que avance más rápido y los guardo en el bolso, luego salgo con Hannah hasta la puerta de salida. Sin los editores cerca por un congreso en Nueva York, tenemos un poco de libertad para relacionarnos.

Me despido de Hannah y voy directo a la parada de mi autobús, aprovechando cada minuto libre para leer el manuscrito número uno, incluso cuando subo al transporte y espero.

La ventaja de vivir en Piket Market es que la editorial no está tan lejos y en cuestión de minutos estoy bajando cerca de casa. Caminar el último tramo hasta mi edificio se siente como un gran alivio.

O al menos eso sentiría si no tuviera qué pasar junto a cierto Audi color negro de vidrios tintados y que pertenece a mi ex jefe. Solo de pensar que podría verlo le hace algo curioso a mi estómago.

Presiono el escrito contra mi pecho e intento pasar a su lado sin que me note, pero luego me detengo. Yo renuncié, él no me despidió, no tengo por qué me esconderme y estoy segura que él podría esperar eso.

Imbécil.

Giro mis pies y camino directo a su auto estacionado en la acera. Su chófer de siempre Taylor no está cerca, y por lo que veo, tampoco mi padre.

Solo la tenue luz de la pantalla de un móvil me indica que, de hecho, el arrogante hombre está en el auto. ¿Por qué?

—¿Señor Grey? —golpeo con el dedo su ventana—. Señor Grey.

La luz se apaga rápidamente y ningún sonido o movimiento es perceptible, lo que significa que me está ignorando.

—¡Señor Grey! —golpeo con más fuerza—. Sé que está ahí, ¿Quiere bajar un momento?

Espero un par de segundos antes de que el sonido de los seguros automáticos de las puertas se active, el vidrio oscuro baje unos centímetros y ojos grises me mire por el espacio libre.

—¿Si?

Agh, idiota.

—Quiero hablar con usted, baje del auto.

Puedo ver que sus ojos se arrugan por el pequeño espacio del vidrio.

—¿Sobre qué quiere hablarme?

—Se lo diré cuando baje del auto. —qué hombre tan grosero, me hace sentir como una delincuente.

—¿No puede decírmelo ahora?

—No.

—¿Podría esperar al menos a qué regrese Taylor?

¡Idiota! Escucho que ríe bajito y caigo en cuenta que se está riendo de mi, está jugando conmigo y molestando a propósito.

—¡Es un grandísimo idiota! Baje su culo arrogante en este momento para que pueda agradecerle por pensar en mi padre para su puesto vacante.

Los seguros se destraban y la puerta se abre, dejándome ver al hombre con el traje azul oscuro y una gran sonrisa burlona en sus labios. Bien, lo admito. Al hombre se le da bien ser un dolor en el culo.

—¿Si, señorita Steele? ¿Qué era eso tan urgente que necesita decirme?

Pongo los ojos en blanco con un gesto exagerado para que note cuanto me molesta.

—Ya me oyó, dije que quiero agradecerle.

—Perdón, ¿Qué dijo? —se inclina más cerca señalando su oreja—. Me temo que no la escuché con su tono de voz tan bajo como un ratoncito.

—No soy un ratoncito.

—¿Segura? —mueve su mano hacia su barbilla y hace una expresión como si pensara—. Ya llega gafas de lectura, y se dice que a los ratoncitos les gustan los libros.

—Ja, ja, ja. —exagero cada sílaba—. Me alegra ver que si quisiera dejar de ser empresario, podría hacer carrera como payaso.

Eso le borra la estúpida sonrisa de los labios.

—Aún sería millonario. —me toca la barbilla y la levanta para que lo mire—. Pero por ti, Ana, sería lo que quisieras.

Mierda.

El calor me sube por las mejillas, por fortuna él no alcanza a notarlo porque vuelve al auto justo al tiempo que Taylor sale de mi edificio con Albert en sus brazos.

—¡Nana! —chilla el pequeño, pero mi mente está tratando de procesar lo que acaba de pasar con su padre.

Carajo, ahora tengo un tema sobre el cuál escribir.

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Feliz fin de semana 🙌✨

Capítulo nuevo ☺️

Señorita Steele (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora