Quédate +18

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Eric me había dejado sola en la habitación.

Dio un portazo y salió de ahí sin mirar atrás.

- ¡Eric! -grité intentando seguirle por el pasillo.

Pero lo perdí de vista.

Me apoyé en mi puerta y sollocé antes de entrar de nuevo.

- Ángel. -un murmuro a mi espalda.

Me giré hacia la voz, con los ojos anegados en lágrimas y toda rota.

- ¿Ya estás contento? -pregunté abriendo los brazos, enseñándole lo que había conseguido.

- No. -contestó tragando saliva.

- Eres un imbécil. -gruñí empujando la puerta de mi habitación para entrar.

- No más que tu novio. -me siguió dentro.

- Vete, ¿no has jodido ya mucho las cosas? -pregunté empujándole fuera.

No le moví ni un solo centímetro.

- No voy a dejarte sola cuando él se ha ido y no sabes si va a volver, estás llorando. -dijo muy seguro.

- Quiero estar sola. -me quejé yendo hacia el sofá a sentarme, lejos de él.

Me abracé las rodillas, sentada y sollocé de nuevo.

- Ángel, eres muy buena para todo esto. -murmuró y el sofá se hundió a mi lado.

Su mano se posó en mi espalda y sentí como un escalofrío me recorría de arriba a abajo.

No dije nada.

Estuvimos unos minutos así, yo llorando y él pasando su mano por mi espalda de forma suave.

Hasta que sentí como él se levantaba y su tacto dejaba mi espalda.

- Descansa, ángel, si me necesitas estoy enfrente. -murmuró con la voz algo dolida.

Mi cabeza empezó a gritar.

A pelearse consigo misma.

Shameless empezó a sonar en mi cabeza a todo volumen.

Quería gritar.

Quería decirle que me daba igual todo.

Que lo mandaba todo a la mierda.

Que ya no me importaba nada.

Que todo ya estaba roto.

Que yo estaba rota y que..

Que le necesitaba.

Escuché sus pasos alejarse cuando vio que no contesté.

Levanté la cabeza y vi como llegaba a la puerta.

- Quédate. -murmuré con un hilo de voz.

Se quedó quieto de inmediato y se giró hacia mi.

Nuestros ojos se encontraron y sentí de nuevo una corriente, como cada vez que nos mirábamos.

Mis ojos anegados en lágrimas.

Los suyos brillantes.

- ¿Esta noche o en tu vida? -preguntó.

Lo miré.

- Sólo quédate. -murmuré de nuevo sin atreverme a contestar con la verdad.

Le bastaron esas dos palabras para cruzar la habitación de nuevo y llegar hasta mi.

Se movió tan rápido que casi ni me di cuenta, se sentó en el sofá y me sentó a mi encima de él.

Estábamos demasiado cerca.

Silencio +18 - GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora