Verdad +18

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Siempre había sido partidaria de ahorrar agua, pero hacerlo con Gavi se había convertido en mi pasatiempo favorito.

Tenerlo arrodillado delante de mi, con el pelo mojado pegado a la frente, sus pestañas mojadas enmarcando esos ojos que tan loca me volvían, mirándome desde abajo, sus manos en mis caderas, aguantándome.

Y su lengua..

Oh santo cielo.

Su maldita lengua estaba entre mis piernas mientras el agua cálida caía sobre mi cabeza y espalda.

Mis dedos se aferraban a sus mechones mojados y el gemía sobre mi centro, haciéndome vibrar con él.

El primer orgasmo no tardó en abordarme con fuerza y me apoyé en la pared mientras Gavi se levantaba y cogía el jabón y mi esponja, empezando a pasarla por todo mi cuerpo con suavidad.

Cuando llegó a mi estómago me estremecí un poco y él lo notó.

- Mi precioso ángel. -murmuró y me besó.

Esta vez el beso fue cálido, dándome a entender que no tenía que esconderme con él, que estaba bien, que yo estaba bien, que le gustaba mi cuerpo y no hacía falta esconderlo.

Siguió enjabonándome y luego yo hice lo mismo.

- Vamos a llegar tarde, ¿lo sabes? -me reí cuando me envolvió en una toalla y me llevó hasta la cama.

- ¿Ves mi cara de preocupación? -se señaló la cara, sonreía y los ojos le brillaban.

Solté una carcajada.

- Eres un imbécil. -me reí.

- Y tu me vuelves loco, así que no pienso irme de aquí sin encargarme de ti. -su sonrisa se volvió más pícara y yo tragué saliva.

La toalla salió volando de mi cuerpo y yo deshice la suya, dejándola caer a sus pies.

Esta vez sacó un condón de sus pantalones, donde los había dejado antes y se lo colocó.

Solté una risita por lo que había pasado la última vez y él se acercó a mi.

Se sentó en la cama y tiró de mi hacia él, sentándome encima de su cuerpo.

Sentí de inmediato como su erección empujaba contra mi centro y solté un gemido.

- Pablo.. 

- Joder, Valeria no hagas eso. -gruñó al escucharme.

Y entró de golpe.

Solté un gritito y él gruñó, los dos adaptándonos el uno al otro.

- Muévete para mi ángel, déjame adorar ese maldito cuerpo. -gruñó entre mi cuello.

Me tensé un solo segundo, pero sus manos en mis caderas, guiándome con suavidad, me calmaron y lo hice.

Empecé a moverme arriba y abajo, en un balanceo que se fundía con nuestros gemidos envolviendo la habitación.

Cada vez más rápido.

Los dos aun mojados de la ducha.

Su maldito pelo pegado a su frente.

Sus ojos mirándome de esa forma que me hacia querer arrodillarme ante él.

Santo cielo.

- Valeria.. -gimió mi nombre y perdí el control de mi cuerpo.

Caí contra su pecho y sentí como él se estremecía, al igual que hacia yo.

Nos quedamos los dos abrazados unos minutos, jadeando sin aliento y pegados el uno al otro.

Silencio +18 - GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora