Capitulo VIII

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Un auto que iba rápido por la Pulaski Street se detuvo abruptamente cuando un camión de bomberos pasó delante de este con las sirenas encendidas. El chofer del auto, al darse cuenta que por poco causa un accidente, profirió una maldición mientras que el hombre que iba como su copiloto, le pidió que estacionara.

Cansado y con unas ganas inmensas de estrangular a su compañero, el detective O'neil se bajó del vehículo acomodándose el sombrero y cuando levantó la vista para darle una reprimenda a Hoffman vio como este comenzó a dejarlo atrás sin darle la oportunidad de decirle algo. Caminaba apurado, eso pudo notar y por la forma en que se movía podía jurar que estaba nervioso y no lo culpaba por sentirse así, porque ¿quién podría hacerlo? Hasta para él le sería difícil mantener la compostura después de lo sucedido con la capitana Souffrant. Quien en horas antes, se negó por algún motivo darles el paradero del hermano del agente.

El detective en ese entonces, recordó que se encontraba afuera de la oficina y que podía oír como la discusión se acaloraba con cada insulto pero hubo un momento en que la misma se detuvo y pensó que tendría que idear un plan para no pasar la noche en una celda por si las cosas allí dentro se ponían feas, pero ese momento nunca llegó, ya que, minutos más tarde el agente salió de la oficina disparado hacia la puerta. Cuando O'neil le preguntó en el auto que había sucedido, Hoffman, agitado y con una mueca, solo le respondió que (me debía una).

O'neil quien recordaba aquella plática con la cabeza cabizbaja, chocó con la espalda del agente cuando este se detuvo delante de un callejón y antes de que el detective dijera un chiste sobre vejigas pequeñas cerró su boca al divisar una puerta oculta entre los contenedores

—¿No era más fácil que le llamaras y le dijeras que andamos en la ciudad? Si yo fuera él y vinieras a verme de esta manera te daría una patada por el culo.

—Menos mal que no lo eres.

Comentó el agente al momento de ver como la puerta era abierta y unas manos lo jalaran hacia adentro para recibir un efusivo abrazo por parte del detective Ramsey

—Maldito bastardo, me alegra verte —exclamó Ramsey quien levantó la mirada para ver al acompañante de Hoffman y no pudo aguantar una carcajada— pero miren a quien tenemos aqui ¿como has estado O'neil Ruedas Locas?

—Esperen un momento, de dónde demonios conoces a mi hermano —preguntó Hoffman y tuvo un pensamiento rápido— sabes que, mejor ni me digas.

—¿Por qué piensas que acepté tan fácil que fueras mi compañero?, aunque tenemos similitudes aun no te tenia confianza, todo cambio cuando indagando más sobre ti supe que eras su hermano, vaya sorpresa me lleve. El y yo trabajamos hace años en un caso que involucra a un traficante, nada fuera de lo normal.

—Yo no diría eso si no fuiste tú al que le dispararon —mencionó el detective Anthony, oculto en la oscuridad y por su tono de voz no le parecía nada agradable ver de nuevo al detective— y por mas que me gusten los reencuentros familiares y tales mariconerias les recuerdo que estamos encubiertos por si se les olvidaba.

Los tres hombres no dudaron en hacerle caso y ya adentro. Hoffman y O'neil procedieron a informarles sobre los últimos sucesos en New York, omitiendo algunos por decisión del agente, y como estos estaban conectados con la investigación que ellos llevaban a cabo. Ya aclarado el asunto, cada uno se dispuso a hacer su parte para unir el rompecabezas con la poca informacion que tenian y Ramsey quien era el más atento en los detalles se levantó de golpe después de leer unos informes y gritó con entusiasmo:

—¡Paren todo, señores! —exclamó y le lanzó su celular a su compañero quien apenas tuvo tiempo de agarrarlo— Anthony llama a la estación y diles que preparen todo para la redada.

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⏰ Last updated: May 10 ⏰

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