Capitulo 11: La Carta

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Sentados en el sótano, los chicos escucharon crujir los escalones bajo el peso de Luna subiendo la escalera. Cada paso era una amenaza. Cada paso era un reto, una penitencia, una prohibición. Cada paso era el fin de la aventura. El sótano ya no era un refugio cálido; era un lugar húmedo y frío donde sucedería lo peor. Sonó el último escalón.

Thiago miró a sus compañeros. Se le mezclaba adentro la bronca y una tristeza pegajosa, que nunca antes había sentido… Ahora sus compañeros se iban a ir lejos y no iba a ser lo mismo. Él sabía que no era lo mismo.
Lo vio a Simon revisando su control remoto. Pensó que el marciano siempre iba a ser poco práctico.
Vio a Vale y a Mar, agarradas de la mano, mirando el suelo.
Vio una lágrima que caía despacito por la cara de Valeria y se llevó la mano al bolsillo para prestarle el pañuelo. No tenía. Nunca traía pañuelo, es cierto.
Se levantó corriendo y se acercó a la escalera.

—¡Luna! –gritó–. Te podés quedar.

Los otros se miraron y buscaron con los ojos a Thiago, pero él ya estaba sentado sobre un banco hojeando una revista vieja como si nada le importara. Después de todo, a él, le daba lo mismo.

Se escuchó la voz de Luna que venía bajando como una manada de toros.

—¡Je! –dijo–. ¡Yo sabía que iban a entrar en razones! Yo siempre dije que Thiago era el único inteligente…

Nadie le contestó. Bueno, esa no era su idea de pasar un rato divertido en el sótano.

—¿Jugamos a algo? –propuso.

Tampoco esta vez le contestaron. Muy bien, si ellos se pensaban aburrir, ella no. Empezó a recorrer el sótano o, mejor dicho, la parte iluminada del sótano o, mejor aún, empezó a revolver todo, justo por donde los chicos estaban sentados. Desató carpetas, leyó lo que decían en voz alta, abrió cajas, cantó “Aquí está la bandera idolatrada” sacudiendo una escarapela por arriba de todos. A lo sumo la apartaban y seguían en lo suyo. Se asomó por el teatro de títeres.

—Señoras y señores –anunció poniendo voz de pito–, aquí están las últimas informaciones para este boletín: Cuatro niños de 7º B se han rateado de la hora de Geografía. ¡¡¡Eso no se hace!!! Pero una de nuestras mejores espías los ha descubierto. La genial… ¡Luna Vörg! ¿Y dónde estaban? ¿Saben ustedes dónde estaban? ¡En el sótano del colegio! Luna Vörg los pescó justo cuando se estaban repartiendo droga. Los cuatro chicos, borrachos por la droga, se dedicaban a… a…

Thiago le tiró una carpeta, pero Luna se agachó a tiempo y las hojas se desparramaron contra el teatro de títeres.

—Se dedicaban a besarse –dijo Luna asomando la cabeza por última vez.

Nadie la miraba. ¿Qué tenía que hacer para que le dieran bolilla? Thiago seguía con la revista, Simon con el control remoto, ¿y las chicas? ¿Dónde se habían metido? Recorrió el lugar y las vio en un rincón, cuchicheando. Seguro que si se habían ido tan lejos era para contarse algún secreto. A escuchar se ha dicho, pensó Luna, y haciéndose la distraída se fue acercando.
Vale y Mar se estaban peinando y pintando y hablaban muy bajito.

—¿A vos te gusta Thiago? –le preguntaba Valeria a Mar una vez que se sentaron lejos de los chicos.

—¡No! ¿Estás loca? –le contestó Mar mientras se deshacía la trenza.

—A mí sí –dijo Vale y empezó a desenredarle el pelo.

—Esperá que se lo digo –bromeó Mar, amagando a pararse.

—¡No! ¡Nena! –dijo Vale sentándola de un tirón de pelo–. Antes me parecía re plomo. ¿Te acordás cuando nos ponía la traba cada vez que pasábamos por el banco?

Ángeles Caidos Del MapaWhere stories live. Discover now