Capitulo 12: Los Padres

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La Directora hizo pasar a la Dirección al papá de Luna, al papá de Simón y al papá de Mar y los invitó a sentarse.
A los padres de Thiago y de Valeria no los habían encontrado. Mandó a buscar a Tina, que estaba en el grado. Había un silencio incómodo. No les habían querido decir por teléfono qué era lo que pasaba, solo que vinieran urgente al colegio.

El padre de Luna creyó que era un problema de la Cooperadora y, rezongando, dejó su negocio y se vino.
El padre de Mar pensó en un accidente, pero por lo visto, todo estaba muy tranquilo.
El padre de Simón pensó que su hijo había hecho volar la escuela con algún invento. Pero la escuela seguía ahí. Tampoco era una reunión de padres…   En definitiva, los tres pensaban que la Directora era muy molesta, que nada justificaba este salir corriendo y que, realmente, en la escuela no tenían nada que hacer y se dedicaban a molestar a los que estaban trabajando.

Tina llegó con un pañuelito estrujado en la mano, tapándose la boca a cada rato para ahogar su tosecita. La Directora se sentó detrás de su escritorio, apoyó los codos y entrelazó las manos, moviendo sin cesar unas uñas rojas y largas.

Entre tos y tos de Tina, fue explicando lo sucedido. Aclaró que los chicos no estaban en la escuela y que esta situación había rebalsado todos los límites de paciencia que se podía tener con los alumnos de séptimo.

—Son insoportables, inmanejables –acotó Tina.

—Señora –dijo el padre de Simón –, yo entiendo que no se puede dejar pasar esta… travesura de los chicos.

—¿Cómo travesura? Esto es un delito –lo interrumpió Tina, mientras la Directora la fulminaba con la mirada.

—Usted no estará sugiriendo que mi hija es una delincuente –le dijo el padre de Luna.

—De ninguna manera, Sr. Vörg, de ninguna manera –se apresuró a aclarar Tina–. Pero no es su hija la cabecilla de todo esto.

—Por supuesto –afirmó el Sr. Vörg.

—Yo creo –volvió a intervenir el padre de Simón – que estamos haciendo un mundo de nada.
Estamos hablando de cabecillas y delincuentes cuando en realidad es, simplemente, una rateada sin importancia.

—¿Cómo sin importancia? –saltó el padre de Mar que hasta el momento solo se había refregado los dedos–. Usted habla así porque tiene un hijo varón. Yo quisiera ver qué diría si tuviera una hija, con el peligro de que ande sola con unos mocositos por la calle que la inciten a la droga o la… violen.

—Señor –insistió el padre de Simón –, un hijo o una hija corren los mismos peligros, y a mí me preocupa tanto como a usted. Pero yo confío en lo que mi hijo puede hacer y estoy seguro de que si no están en la escuela, se fueron a la casa de alguno. No van a estar dando vuelta por los prostíbulos.

Tina casi se cae de la silla. La Directora tuvo que ahogar la risa y dio gracias de que al menos uno de los padres tuviera sentido del humor.
Esta “travesura” como él decía, no era peligrosa para los chicos, ella lo sabía, era peligrosa para ella, porque seguramente alguno de los padres iba a hacer una denuncia contra la escuela y la responsable de la escuela era ella, solo ella. Tenía que manejar las cosas con cuidado para dejar satisfechos a todos los padres, pero ¿cómo?

—Yo creo, señora –intervino el padre de Luna–, que esto es muy sencillo: primero, hay que encontrar a los chicos y después hay que sancionar a los cabecillas para que esto no se vuelva a repetir. Hay que tener mano dura, para que a los otros chicos les sirva de ejemplo… y yo sugiero la expulsión.

—Si la cabecilla fue su hija, ¿también? –preguntó sarcásticamente el padre de Simón.

—Mi hija no fue de ninguna manera, señor.

—Se tome la decisión que se tome –dijo el padre de Mar–, yo voy a sacar a mi hija de esta escuela porque no me da ninguna seguridad.

—Señores… –interrumpió la Directora tratando de tranquilizar los ánimos–: creo que nos estamos yendo del tema. Lo más importante, en este momento, es encontrar a esos chicos y asegurarnos de que estén bien. Después, ya veremos.

—Totalmente de acuerdo –dijo el padre de Simón –. Yo voy a pasar por casa para ver si están ahí.

—En mi casa no están –aclaró el padre de Mar.

—Y en la mía tampoco –dijo el Sr. Vörg.

—Bien –dijo la Directora–. Podrían ir ustedes, entonces, a la casa de Thiago Bedoya Agüero y de Valeria Gutierrez para ver si están ahí.

—Yo siempre dije que esa chica era una mala compañía –dijo el padre de Mar como pensando en voz alta.

—De paso –agregó el padre de Simón –, podríamos pasar por la plaza, por el polideportivo, por los videos… no sé, en algún lado deben estar.

Los tres padres salieron a buscar a los chicos. Tina volvió al grado y la Directora se desplomó en su silla después de pedirle a Malvina que le preparara un té.

☆Primer capitulo del maraton!

●Conocimos a los padres de los protagonistas. ¿Quién les cae mejor?

Ángeles Caidos Del MapaWhere stories live. Discover now