Capitulo 19: Los Tuneles

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Luna nunca se enteró de lo que había pasado una vez que ella salió del sótano.
Faltaba un minuto, en el reloj de Simón, para que tocara el timbre. Los cuatro chicos seguían sentados sobre la tapa de madera del piso, sin querer levantarse nunca más de ahí. ¡Si hubieran podido parar el reloj...! Si hubieran podido parar todos los relojes del mundo, para quedarse como estaban, apretándose las manos, callados, acurrucados unos contra otros…

—Medio minuto –dijo Simón. Y se apretaron las manos más fuerte.

—Escuchen –dijo Thiago en voz muy, muy bajita–, pase lo que pase, juremos que ninguno de nosotros va a contar nunca ni lo que hicimos ni lo que dijimos acá.
¿Lo juramos?

Todos extendieron su mano sobre la de Thiago:

—Lo juramos –dijeron.

—Y que si nos echan de la escuela, vamos a seguir viéndonos siempre –agregó Valeria.

—¡Lo juramos!

—Y que le van a pedir permiso a mi mamá para que me deje ir con ustedes –dijo Mar.

—¡Lo juramos!

—Y que nos vamos a vengar de la trenzuda idiota –dijo Thiago.

—¡¡¡Lo juramos!!!

—Y que van a reventar a trompadas al que me diga gusano miope –dijo Simón.

—¡Lo juramos!

—¡Y que me van a prestar hojas en dibujo! –dijo Thiago.

—¡Lo juramos!

—¡Y que vamos a seguir siendo amigos para siempre! –gritó Simón.

—¡¡¡Siempre!!!

—¡Y que me olvidaba el mp3! –volvió a decir.

Y recibió coscorrones y patadas de todos.

Simón corrió a desconectar su mp3. Thiago pegó una rápida revisada para ver que no quedara nada olvidado que los pudiera delatar. El timbre los hizo saltar.

No tuvieron tiempo ni para echarle al sótano una mirada de despedida. Tenían que salir cuando los grados pasaran por el pasillo y mezclarse entre los chicos y, en general, la salida era rápida. Thiago esperó que las chicas subieran la escalera y apagó la luz. Después el también corrió escaleras arriba. No se veía nada, pero ahora, el sótano ya era como su casa y podía esquivar los bultos que encontraba en su camino.

Cuando llegaron arriba, escucharon los pasos y los gritos de los chicos que pasaban por el pasillo.

—Abrí –le dijo Thiago a Mar.

Mar tiró del picaporte. No pudo abrir.

—Dejáme a mí –le dijo Thiago.

Pero tampoco pudo hacer nada.

—Está cerrado con llave –dijo.

—Pero si yo dejé abierto… –se acordó Simón.

—No importa, por ahí cerró Jasper desde afuera. Rápido, dame la llave.

Fabián buscó en el bolsillo.

—No la tengo –dijo–. La había guardado acá.

—Buscá bien –le dijo Thiago–, por ahí la metiste en otro lado.

Simón revolvió sus bolsillos con desesperación. Buscó hasta en las medias. La llave no estaba. Mar empezó a lloriquear.

—Se me debe haber caído –dijo Simón –. Pará que bajo a buscarla.

Ángeles Caidos Del MapaWhere stories live. Discover now