II

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Shen Qingqiu no despertó pronto, estaba muy cansado después de viajar de una dimensión a otra. En vez de eso soñó que un Binghe entró sigilosamente a una de las cuevas del monte Moshang y una doncella beta se entregó enloquecida a él. Shen Qingqiu supo apenas los vio fornicando como animales salvajes que estaba en un paisaje onírico y lo primero que se le ocurrió para variar fue cortar el qi en el aire para llegar ante Meng Mo.

Hacía mucho que no veía al viejo cara de chivo.

Luo Bingge se retorció en su propio lecho ante aquel ataque inesperado, la fuerza de Xiu Ya hizo que este Meng Mo saltara desesperado quemando las vías espirituales de Bingge.

—¿Qué es esto? ¿Quién es este? BINGHEEEEE

—Hola, alcalde Mo —Shen Qingqiu entró cerca del demonio del sueño y se sentó en una esquina, pinchando los bordes y esquinas de la habitación.

Luo Bingge se incorporó en su lecho sin poder abrir los ojos.

—Mi cerebro —gimió. Sha Hualing, que estaba a su lado, intentó despertarlo dandole pequeños toques pero dentro del paisaje onirico, Shen Qingqiu percibió esos toques como un modo de agresión y quiso devolverlo. Arriba de Meng Mo, que seguía vomitando hiel rasgando las vías de Bingge, flotaban unos hilos plateados con pequeños alfileres incrustados. Estos eran pensamientos cuerdos de Bingge y aún había muchos, Shen Qingqiu los contó uno por uno mientras jalaba de ellos. Quería saber para qué servirían.

Este era para mantener con vida a su harén.

Este otro era para mostrar liderazgo ante los pueblos subyugados.

Este era para darle el nombre a sus hijos.

Este era para matar a los que no eran sus hijos.

Había muchos más pero eran aburridos así que Shen Qingqiu se preguntó qué pasaría si enredaba dos hilos diferentes o si anudaba unos con otros. Bingge ¿mataría a sus hijos y liberaría los pueblos o mataría los pueblos y haría un harén con sus hijos? Las probabilidades eran infinitas.

Cuando Meng Mo recapacitó, tomó con fuerza el brazo de Shen y le gritó que no tocara los hilos o todos morirían. Shen Qingqiu lo miró, sus ojos eran inocentes como él.

—A mi nadie me dice qué hacer —y jaló el hilo de Potenciador de semilla. El pilar de Bingge se encogió tres tallas y Shen Qingqiu pensó que eso no era suficiente así que lo cortó.

Al hilo.

Al hilo de Potenciador de semilla de Luo Bingge.

Shen Qingqiu salió expulsado del paisaje onírico, Meng Mo estaba que trinaba.

—¡Volveré por más! —alcanzó a gritarle. Cuando abrió los ojos, vio una multitud de mujeres gritando, corriendo de un lado para otro en desesperación.

—¡Está gris! ¡Traigan un doctor!

—¿Quién es gris? —Preguntó Shen Qingqiu. Tenía hambre —¿dónde está la cocina?

—¡Nuestro esposo! ¡está gris!

Shen Qingqiu se acercó a mirarlo. De verdad estaba grisáceo pero aún se veía elegante. Este Binghe era mayor que su Binghe, se suponía que era más sabio pero estaba casado con puras betas. Shen Qingqiu se quedó pensando cosas más sabría su Binghe cuando fuera tan viejo como éste, entonces se le ocurrió bautizarlo como Bingge el anciano . Así podría diferenciarlo del otro.

—¿Por qué está gris? ¿Que Paso? ¿Él... está muriendo? — preguntó una mujer redonda y bajita. Su voz sonaba esperanzada. Shen Qingqiu había encontrado un plátano y mientras lo chupaba, se quedó mirando a esta fulana. Así que ella quería ver a este Binghe muerto, pues no, mi cielo. Aquí está vivo para ti por muchos años más.

Shen Qingqiu le dio una palmada al pilar de Bingge, un golpe de vara bastante grande (más grande que el pilar) y Bingge reaccionó.

—Shizun... —alcanzó a decir.

—Hola, anciano —respondió él, y Bingge se desmayó.

.......

Shen Qingqiu no quiso esperar a que Bingge despertara, probablemente iba a tardarse mucho y él tenía cosas más importantes que hacer. Como volver a casa.

Sha Hualing lo miró (adivinadole el pensamiento) y ordenó a los guardias personales del harén que lo atraparan y lo llevaran a golpes y lo encadenaran a la prisión. Seguramente Binghe tenía planeado algún tipo novedoso de ejecución para esta nueva encarnación del escoria. Pero había tantas mujeres corriendo alrededor del cuerpo de Bingge que los demonios uniformados se perdieron, dieron una vuelta en uy regresaron mareados de nuevo frente a la general sin haber tocado un solo cabello de Shen Qingqiu.

Cuando Sha Hualing volvió a mirar, Shen estaba cortando un mechón de pelo suelto de Luo Binghe y dos de sus trenzas laterales, destazando su hermoso peinado. ¿Por qué? No había un por qué. Shen Qingqiu solía hacer estas cosas cuando estaba de mal humor. Por esa razón en su Can Qiong, los señores de Pico habían mandado a construir un cuarto de juegos para que el líder de Qing Jing pudiera pasar el rato con su par de An Ding sin arrancarle la cabeza a nadie.

Nada de lo que hacía o de lo que se lo acusaba era realmente su culpa. Él había sido mimado en extremo. Pero eso era algo que ni esta Sha Hualing ni este Luo Bingge sabían aún.

El último consorte de BinggeWhere stories live. Discover now