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Como el anciano Bingge no despertó, seguramente por consejo de Meng Mo, Shen Qingqiu decidió seguir por su cuenta huyendo del ataque directo de Sha Hualing. Había bloques del Palacio que no habían caído destruidos, Shen Qingqiu pensó que necesitarían otro golpe para ceder. Desafortunadamente no tenía a Xiu Ya con él, la había dejado recostada con Xin Mo en su mundo (a Xiu Ya le gustaba Xin Mo, Shen Qingqiu pensaba qué haría si tuviera dos Xin Mo para ella sola).

Cuando Sha Hualing se dio cuenta que Shen Qingqiu se había escapado otra vez mandó la artillería pesada: las diez esposas cultivadoras más poderosas del harén para atraparlo y descuartizarle las piernas. Las tres esposas más altas del grupo gruñeron en respuesta y las otras siete las siguieron formando una ofensiva de 3-5-2.

Sha Hualing se volvió hacia el otro montón de débiles que luchaban por levantar el cuerpo de su señor para apoyarlo en su cama, cuando vio a Shen Qingqiu asomarse detrás de un cuadro para decirle:

—Te faltó Mingyan.

Luego le sacó la lengua. Sha Hualing se movió feroz cortando todo con su espada pero cuando llegó, Shen Qingqiu había desaparecido y el retrato de Luo Bingge en la pared tenía un trazo de bigote pintado sobre la cara.

.......

—¡¿Dónde está?! —Sha Hualing apareció golpeando a todas las otras esposas, enfadada porque las diez que había mandado aún no regresaban con Shen Qingqiu.

Ning Yingying acababa de enterarse de la nueva aventura emprendida por Bingge. Ella quería ver a shizun también, después de tanto tiempo y estaba ayudando a buscarlo cuando vio la ira de Sha abofeteando al resto del harén de luto por la pérdida de sus hijos. Liu Mingyan la miró indecisa y luego se volvió a las otras para decirles:

—Yo lo vi... creí que era un fantasma, en la oficina de Jushang revolviendo todos sus papeles.

La santa demonio la empujó para sacarla del camino, arrojó a Yingying lejos y llamó a sus soldados para que la siguieran.

Cuando entró dando un portazo, los estantes con libros, toda la biblioteca colgante sobre la puerta se derrumbó sobre ella. Volvió a gritar por la humillación y corrió hacia Shen Qingqiu, sentado en la silla de Jushang con las piernas cruzadas sobre el escritorio, ¿qué estaba haciendo lamiendo el filo de Xin Mo?

En ese momento, despertó el anciano Bingge y apareció frente a su escritorio en el momento exacto en que Sha Hualing intentaba dar un espadazo sobre la humanidad de shizun, y la interceptó.

Él no podía dejar de mirar a shizun haciendo eso con su lengua. Parecía que estaba besando Xin Mo y que a Xin Mo le gustaba este shizun. Sin darse cuenta, quebró ambas muñecas de Sha Hualing pero cuando la miró, ella fingió que no dolía.

—Ah —shizun gimió como respuesta, Xin Mo se alborotó (el anciano Bingge lo notó en su propio ser), nunca había visto a Shen Qingqiu en un acto de intimidad pero la forma en que sus dedos se curvaban en la empuñadura de su maldita espada, Xin Mo estaba echando chispas sobre los pergaminos, vibrando entusiasmada.

—¡Él guardó algo en su manga! —Sha Hualing lo acusó pero nada faltaba en la oficina y Bingge sabía que no había nada allí que Shen Qingqiu pudiera tomar y aprovechar para encontrar una salida de este mundo.

—Shizun —dijo, tratando de llamar su atención para quitarle Xin Mo con cuidado -¿qué estás buscando? Quizá este Señor te pueda ayudar.

Shen Qingqiu probó el acero de Xin Mo desde la base hasta la punta reconociendo los puntos en común con el Xin Mo de su Binghe y respondió:

—Quizá no.

Su lengua sabía a hierro y carne, recordó la guerra de un dia con Huan Hua y se emocionó.

—Estoy aburrido... quiero ir a casa.

El anciano Bingge apoyó su pie un poco más cerca, sin terminar de rodear el escritorio. La guardia de Sha Hualing seguía sin entender por qué Jushang actuaba con tanta cautela pero se quedó viendo de igual manera, esperando cualquier orden para retenerlo.

—Shizun, ya estás en casa...

Sha Hualing se desesperó:

—¡No lo trajiste para eso! ¡Después de todo lo que te hizo, Jushang, acaba con él como con el otro! ¡Terminalo! ¡Hazlo pedazos!

El ánimo de Bingge se desmoronó ante el recuerdo de la escoria. Otra de sus esposas entró llorando para darle la noticia de los niños y otra más para acusar a este Shen Qingqiu de haber arrojado al vacío a dos de ellas. Bingge volvió a descontrolarse por la invasión de personas en su intento de acercarse a shizun y naturalmente llamó a Xin Mo para atacar.

Pero Xin Mo no vino. Cuando Bingge se volvió a ver a shizun, éste había vuelto a desaparecer. Los guardias apuntaron con lanzas y espadas buscándolo y lo encontraron detrás de Bingge, de espaldas mirando otra pared. Bingge se acercó para quitarle a Xin Mo pero shizun dio otro paso más lejos. Luego otro y otro más hasta desaparecer atravesando la pared.

Bingge no entendió qué había hecho, por qué este shizun podía atravesar la materia como un fantasma llevándose a Xin Mo con él. Si este Shen Qingqiu había aprendido a usarla comandado por ese otro Luo Binghe, entonces encontraría la forma de huir de él. Preguntó a Meng Mo pero incluso el demonio de sueño parecía desconcertado.

—¿De dónde sacaste esta cosa? ¡Devuelvela! —ordenó. El anciano Bingge se negó, él había visto a este Shen Qingqiu ser gentil y cuidadoso con el otro Binghe, llevar sus manos a la boca del otro para limpiarla, arreglar su ropa, peinar su cabello y besar su mejilla mientras era cogido sobre la mesa de la cocina. Él no sabía por qué este Shen Qingqiu no era como el que había conocido pero lo quería, lo quería en esta vida y en este mundo más que a todo lo que ya tenía.

—Maestro Meng Mo, este Shen Qingqiu no parece fácil de domar y no sé cuánto le ha costado al otro conquistarlo y domesticarlo... pero lo quiero intentar.

El último consorte de BinggeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora