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2018

Casi era el mediodía del domingo, cuando el teléfono de Bianca comenzó a sonar. Aún algo dormida, intentando no despertar al responsable de su cansancio, lo tomó y fue hasta la sala. –Hola ma- dijo, intentando simular la voz. 

–Hola Bianc, ¿Estabas durmiendo? ¿Te sentís mal? – Bianca se apoyó en el ventanal y contestó. 

–No ma, ayer me quedé trabajando hasta tarde, es eso. – Hubo una pausa, en la que ambas decidieron creer en la mentira y Alicia continuó 

- ¿Vas a venir a almorzar? – Bianca se mordió el labio inferior, odiaba mentirle a su mamá, pero aun no sabía que era lo que pasaría con Martin. Apenas llevaban un fin de semana juntos, no necesitaba más miradas sobre aquello, si algún día las cosas iban bien se lo diría, por ahora prefería guardárselo para ella. Escuchó ruidos en la habitación y supuso que Martin se había levantado. 

–No ma, perdón por no avisarte antes, pero hoy me voy a quedar en casa. – y sin dar lugar a réplicas cortó la comunicación. 

Cuando entró de nuevo al cuarto, Martin salía del baño con apenas una toalla en su cintura y el cabello aun mojado. Con una enorme sonrisa le dijo 

–Buenos días hermosa. – y Bianca casi instantáneamente sonrió como hacía tiempo no lo hacía. 

–Buenos días, ¿qué te gustaría desayunar? – le preguntó mientras levantaba algunas prendas que habían quedado desparramadas la noche anterior. 

–Sería un cliché decir a vos. – Bianca se rió y se acercó hasta donde estaba, dándole un beso se deshizo de la toalla y volvieron a disfrutar de sus cuerpos una vez más. 

Recién a las dos de la tarde se dispusieron a almorzar en un pequeño restaurante a unas cuadras del departamento. Las conversaciones fluían de una forma tan natural que parecían conocerse de toda la vida. Lo había escuchado hablar con su hija con tanta dulzura que tuvo que alejarse para no delatarse.

Luego de dar un paseo por la vera del río regresaron al departamento. En la vereda Bianca intentó despedirse. 

–Espero que mañana no sea raro en la oficina, si no te molesta prefiero mantener nuestra privacidad. – Martin un poco sorprendido porque no lo invitara a subir le respondió 

– Si, no te preocupes. Además, todavía tenemos que averiguar quién te quiere perjudicar, y si logro que alguien me cuente algo, tiene que seguir pareciendo que no nos llevamos tan bien. – Bianca abrió los ojos sorprendida. 

- ¿Decís que piensan eso? – Martin se rio 

–Puede ser, casi sin quererlo creaste un escudo que aleja a cualquiera que se quiere acercar. – Bianca se mordió el labio el labio inferior. 

– No fue nada fácil lo que me pasó, pero te juró que lo peor fue convivir día tras día con la mirada condescendiente y las palabras de presunto alivio, que en realidad guardaban pena. Vos siempre me trataste de manera normal y creo que eso es lo que estaba esperando hacía años. Supongo que evitar esas miradas me llevó a evitar a la gente, en general. – Martin acarició su mejilla con dulzura. 

– Nadie te culpa, no lo hagas vos tampoco. – Martin la besó.

 –Bueno, ya que no me invitas a subir, volveremos a ser extraños mañana. – le dijo poniendo un poco de distancia. Bianca entre sorprendida y divertida le respondió 

– Pensé que ya te querías ir a cambiar o algo así, si queres subimos, pero...- Martin la miró con intensidad. 

–Nos vemos mañana, no hace falta que me digas sucio. - Bianca se rió, negando con la cabeza, y lo vio alejarse hasta su auto, sintiéndose tan extraña y feliz a la vez que prefirió no pensar y limitarse a disfrutar de los pequeños momentos, como tantas veces le habían aconsejado.

Volver a bailarWhere stories live. Discover now