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2018

Enfrentar nuevamente la oficina se planteaba como un desafío para Bianca. Se había ido el viernes, antes de hora, enojadísima, con la acusación a sus pies y regresaba junto al hombre que la había hecho delirar apenas unas horas previas, sin poder siquiera besarlo.

Ya en el pasillo escuchó su voz y la risa chillona de Lucy. Sin poder ocultar la sonrisa, entró en la oficina. Le había costado elegir su atuendo, pero como las temperaturas comenzaban a ser más cálidas, se aventuró con un vestido corto de espalda sugerente que llegaba hasta debajo de sus rodillas. 

Como lo había hecho el último mes, Lucy se incorporó y se retiró a toda velocidad, luego de saludarla. 

–Señorita Bianca, buenos días. – dijo Martin levantándose de su silla, la recorrió de arriba a abajo con la mirada, mientras veían a Lucy alejarse. 

–Buenos días. – le respondió Bianca, aun sonriendo. Martin, que llevaba una camisa blanca prolijamente planchada y la barba aun más larga de lo que recordaba, se le acercó y le dio un rápido beso en los labios. 

-Estas preciosa. - le dijo. Bianca, lo alejó mirando hacia la puerta abierta de la oficina.

 –¿Estás loco? – le preguntó sonrojándose. 

–No pasa nada, te prometí que nadie se iba a enterar y voy a cumplir. – le respondió en voz baja. 

En ese momento apareció Matías por la puerta. Como si quemaran, ambos se distanciaron en un movimiento que creyeron imperceptible, pero que, en realidad, no pasó desapercibido para el gerente. 

–Buenos días, lamento interrumpir, pero necesito hablar con Bianca. Martin por favor nos podés dejar solos. – El gesto que vio en los ojos de Matías, le advertía a Martin que no era una buena idea, pero no encontraba excusa para quedarse y dedicándole una mirada de apoyo a Bianca, se retiró de la oficina. 

–Cerrá la puerta por favor. - le pidió Matías cuando salía, y Martin dominado por la furia, no tuvo más remedio que hacerlo.  

Cuando estuvieron solos Matías se acercó a Bianca 

– Supongo que sabrás de que quiero hablar. – Antes de que él la tocara, Bianca caminó hacia el otro lado del escritorio y se sentó en la silla que todo ese tiempo había sido de Martin. 

–Si, claro. No sé si me vas a creer, pero yo no tengo nada que ver. – Matías, molesto por la distancia que había impuesto entre los dos, se sentó al otro lado. 

–Es muy raro, justo me pediste autorización y salieron publicados. ¿Llegaste a dárselos a Martin? ¿Querías culparlo a él? – Bianca abrió los ojos sorprendida. 

– Mirá Matías, llevo 12 años en la empresa, siempre trabajé igual, con compromiso, incluso cuando. - hizo una pausa para alivianar la carga del pasado y continúo: – cuando pasó lo que pasó, seguí dando lo mejor de mí, si no me crees hacé lo que tengas que hacer, pero esta tortura psicológica no me va. No voy a culpar a nadie, solo te digo que yo no fui. - 

Satisfecha por haberle dicho lo que pensaba se recostó un poco en la silla. Matías, que no esperaba esa reacción, por parte de la chica sumisa que esquivaba los conflictos, decidió cambiar de estrategia. Le tomó su mano sobre el escritorio y le dijo acercándose. 

–Tranquila, yo confió en vos, siempre te apoyé, pero tenes que entender que como gerente tengo que encontrar al culpable. Necesito que me ayudes. ¿Puedo confiar en que lo hagas? – Bianca intentó zafarse de la mano y con seguridad asistió. 

–Por supuesto, pero no sé cómo puedo ayudarte, no se me ocurre quién pudo haber sido, a lo mejor ni siquiera es de la empresa, tenemos un buen sistema de seguridad, pero hoy cualquier hacker puede hacerse de los datos que quiera. – Matias se río de manera exagerada mientras se reclinaba en su silla. 

–Ja, ja, me parece que estás viendo muchas películas. Fue alguien de adentro y lo hizo por dinero. Ya lo voy a encontrar, pero te necesito trabajando conmigo. –

Bianca sin entender muy bien a qué se refería volvió a asentir con la cabeza. Mientras lo veía levantarse, recuperaba un poco la serenidad, nunca le resultaba cómodo estar cerca de ese hombre. 

- ¿Todo bien con Martin? Si queres pido que lo saquen de tu oficina. –le dijo, intentando sonar desinteresado, pero estudiando su gesto. Bianca movió la cabeza, intentando restarle importancia y le respondió.

– No tengo problema, hace lo que tengas que hacer. – e intentando calmar los latidos de su corazón, que se aceleraban con solo sentir su nombre, se volvió a la computadora simulando trabajar. 

No habían pasado ni tres minutos desde que Matias había abandonado la oficina y Martin ya estaba de vuelta. Cerró la puerta a su paso y se acercó a una Bianca, que notó abrumada. 

- ¿Todo bien? ¿Te hizo algo? – le preguntó Martin, acercándose a su silla. Bianca lo miró desconcertada. 

– No sé, muy raro, primero me acusó, después intentó que sospeche de vos, y al final me quiso de aliada para descubrir quién fue. No lo termino de entender… ¿Por qué me preguntaste si me hizo algo? – Martin se sentó a su lado, arrastrando la silla desde el otro lado del escritorio. 

–Veo cómo te mira, como intenta tocarte. Al principio sospeché que tenían algo, pero cuando descubrí que no, lo odié. – Bianca se rio

 –¿Lo odiaste? – Martin, un poco molesto por la liviandad con la que tomaba el tema le respondió. 

–Vos, en serio no tenes idea de lo linda que sos, ¿no? – Bianca se sonrojó y él continuó 

– En serio, muchos se dan vuelta para mirarte al pasar, pero él es más explícito. No sé, hay algo que no me cierra de ese tipo. – Bianca viendo la mirada de Martin nublarse, se le acercó y tomó su mano. 

– No le des más vueltas, es cierto que siempre odié a los que se toman atribuciones e intentan generar contacto físico cuando no es necesario, pero siempre encontré la manera polite de apartarlos. La verdad es que tampoco me gusta estar a solas con él, pero tengo que decir que nunca intentó nada conmigo. – Martin suspiró y acariciando su mano, le mostró esa sonrisa de lado que tanto le gustaba a Bianca.  

- ¿Polite? – se sonrío y Bianca, notando su tono burlón, le dio una pequeña palmada a modo de reto, y riendo le dijo 

–Bueno, educada, ¿te gusta más?- Martin la atrajo de un tirón hasta sentarla sobre su falda.

 –Vos me gustas más. - le dijo y la besó, como llevaba toda la mañana deseando. 

Volver a bailarWhere stories live. Discover now