La decisión

4 0 0
                                    

—Puedo ver que los seis optaron por quedarse hoy —habló Roland mostrándose serio y encendiendo un cigarrillo—, pero antes de revelar la información que necesitan saber, quiero conocer su respuesta.

Solté un respiro profundo. La habitación era grande y en ella se encontraban las mesas con utensilios y lavabos de aluminio. Era el laboratorio de química donde el profesor Roland nos citó después de clases.

Estaba la chica de nombre Kailee que hoy traía su cabello sujetado en una coleta. Ella me parecía agradable y bonita, pues era delgada y de ojos azules claros. El muchacho de tez muy oscura y de cabello grisáceo la acompañaba como de costumbre. Debía admitir que ese joven me parecía atractivo pero bastante superficial. Hasta casi la última mesa se encontraba un chico al cual no conocía. Era muy delgado, tenía la tez pálida, el cabello negro que le cubría una parte del rostro y sus ojos de un verde cristalino. Había algo en él que no me convencía del todo, aunque no estaba seguro de lo que era.

Por supuesto, tanto Roy como Isaac también estaban presentes. Yo, por mi parte, me sentía con mucha inseguridad temiendo que esta decisión no fuera la más sensata, pero tampoco quería abandonar a Roy. No después de lo ocurrido la noche anterior. Me percaté de que mis manos sudaban y temblaban un poco, pues estaba asustado.

—No los presionaré. Ni tampoco cambiaré mi actitud hacia ustedes sin importar su decisión. No son los únicos, pero sí mi mejor opción.

El profesor hablaba con cierta tranquilidad. ¿No éramos los únicos? ¿A qué se refería? Por culpa de sus palabras, me sentí más inseguro y deseé salir corriendo del laboratorio. No obstante, al final alcé el brazo izquierdo, miré a Roland de frente y aguardé.

—¿Qué ocurre, joven Troopsad?

—Profesor —dije lo más tranquilo que pude, mirando de reojo a cada uno de mis compañeros—, ¿Puede darnos unos minutos extras antes de decidir?

Hubo un silencio prolongado. Agaché la mirada y contuve la respiración como si se tratara de algo de vida o muerte. No estaba seguro de lo que los otros pensaban. Sin embargo, yo quería aclarar una última duda con Roy.

—Bien. Me parece justo —replicó Roland con una voz reconfortante—. Estaré afuera. Tienen hasta que me termine el cigarro.

Cuando escuché la puerta cerrarse, tomé la mano de Roy y lo acerqué a Isaac. Contemplé a mis amigos con seriedad y me quedé expectante. No podía explicar todo lo que estaba sintiendo, pues una inseguridad se apoderaba de todo mi ser. No sabía cómo empezar y, por más que quisiera hablar, no encontraba las palabras.

—¿Ustedes le creen? —nos cuestionó Isaac. Su voz sonó como un susurro.

—Sí —reiteró Roy.

Observé a Roy con tristeza. Ya tenía la confirmación por parte de él, ya que me lo reveló la noche pasada. Además, por más que busqué información en la red, no encontré nada contundente. Eso de los Portales Dimensionales parecía una locura de un cuento de ciencia ficción.

—¿Enserio?

Capté la incertidumbre en el rostro de Isaac. Durante este día yo evadí toda conversación sobre el profesor o Biophra. También Roy lo hizo, por lo que apenas Isaac nos daba su opinión. Moví los ojos y encontré a Kailee junto a su amigo. Ellos discutían igualmente entre susurros. Mientras que el otro chico sólo parecía esperar.

—Yo pienso ayudar a Roland. Iré a Biophra con él.

—Roy, no existe ese lugar. Toda la noche me la pasé navegando y buscando en internet alguna referencia de un lugar conocido bajo ese nombre y no encontré nada.

Lo único que hice fue escuchar la discusión entre Roy e Isaac.

—Pero es real. Biophra es real, —insistió Roy.

—¡Oh, vamos! No le vas a creer a un sujeto como Roland, ¿o sí?

De forma repentina, Roy me miró con impaciencia notoria. Asentí con la cabeza y contemplé a Isaac de frente.

—Lo que dijo el profesor es verdad —revelé con claridad e ignorando el miedo que me atormentaba—, pero dependerá de nosotros si aceptamos ayudarle, supongo.

—¿Ahora tú también le crees?

—Isaac —lo interrumpió Roy—, Ted y yo respetaremos tu decisión.

Detecté el sonido de la puerta y todos los murmullos se disiparon. Dirigí el interés al profesor y de nuevo la incertidumbre me acogió. Estaba a punto de separarme de la realidad en la que había pasado toda mi vida. No tenía idea de lo que pasaría al seguir al profesor.

—Y bien, ¿quiénes están conmigo? —reinició las frases Roland.

El primero en hablar fue Roy. Dijo un simple 'yo' y luego caminó al frente. Una distancia se quedó entre nosotros. Era pequeña, o así parecía. En realidad, todo lo que sabía de Roy era nada, pues conocía muy poco sobre su familia. Estaba enterado de que sus padres no vivían aquí y él residía con su abuela. Sin embargo, ahora dudaba de la credibilidad de este hecho. ¿Quién era Roy? ¿Por qué pudo abrir un Portal Dimensional así como así? Me di cuenta de que mi mejor amigo era un desconocido... y yo le había hecho una promesa a ese desconocido.

—Yo también iré contigo, Roland.

La voz sonó jovial y proveniente desde el fondo del aula. Observé la parte de atrás y encontré al muchacho pálido acercándose al frente. Él, del cual no conocía ni su nombre, se detuvo a un lado de Roy. La curiosidad me invadió. Quería saber la motivación de ese chico.

—Esta bien —habló Isaac obviamente molesto y resignado—, yo también estoy dentro.

Contemplé a Isaac y parpadeé lentamente dramatizando. ¿Cómo cambió de parecer tan fácil? Me percaté de que mi corazón latía con rapidez, y había vacilación en mí interior. El rostro de mis padres apareció como una fotografía y también podía ver a mi hermana sonriendo. Sin embargo, algo en esos rostros parecía distante e inclusive falso. Me mantuve en silencio e hice mi mejor esfuerzo. Aparenté quietud, aunque por dentro gritaba.

"Ni siquiera ellos son un motivo para quedarme", me reproché.

—¿Profesor?

La voz suave de Kailee me hizo volver de mi trance. Escuché atento y con la esperanza de que alguien dijera algo sensato al señalar lo que esta locura representaba.

—Pero... ¿regresaremos aquí?

—Sí —afirmó Roland.

"¿De verdad?", sonreí para mí.

Eso significaba que volvería a estar con mi familia. A pesar de la respuesta, mi respiración se agitaba. Todo mi cuerpo estaba inmóvil y parecía pesarle la gravedad de una forma extraordinaria. Roland mentía, o eso era lo que me repetía una y otra vez. No tenía idea de por qué sentía seguridad de que ese 'sí' era una mentira. Probablemente la más horrible de todas las que nos esperaban.

—Entonces, ¿volveremos una vez que hayamos terminado con lo que necesita?

—No —replicó el profesor con un tono muy denso que reconocí—. Van a regresar, pero no puedo asegurar cuándo ni cómo.

Miré de frente a Roland. Noté que sus ojos estaban clavados en mí y me sentí acosado de cierta manera. Tal vez era la mirada del profesor, o quizás algo más lo que causaba este sentir. Cerré los ojos, respiré profundo e intenté tranquilizarme.

—No puedo asegurarles que seré capaz de protegerlos, pero no los voy a abandonar si ustedes me ayudan.

—Nosotros no... —titubeó Kailee al pronunciar sus frases—, no estamos seguros. Lo sentimos, profesor.

—Comprendo. No insistiré.

De inmediato, al abrir los ojos, percibí la mirada de Isaac y Roy sobre mi persona. Cerré las manos en puños y caminé hasta la posición de ellos. En realidad, el impulso fue uno desconocido, algo así como una corriente de agua que mueve a los objetos de forma abrupta. Así sentí a mi cuerpo: siendo empujado. Me moví por un sentimiento interno que yacía en una parte extraña de mi ser.

—Iré con ustedes. Iré a Biophra —expuse certero.

La Hermandad: el descubrimientoWhere stories live. Discover now