De regreso

1 0 0
                                    

"Únicamente presentarme", recapitulé el plan que me dieron los aliados del profesor Roland, "decirle que vengo del planeta llamado Gaia y listo. ¿Qué se supone que él comprenderá con esa información? Si yo fuera él, me parecería imposible creer algo así. 'Hola, soy un descendiente de la familia Troopsad y vengo de otro planeta'. ¡Qué locura! ¡Qué ridiculez!".

—¿Están listos para descender? —nos preguntó Diana.

Asentí con seguridad, pero no estaba listo. El zepelín no era muy rápido, pero sí lo suficiente para transportarnos. A través de las ventanillas podía ver una especie de edificio rectangular con un hueco en el centro. Si eso era un castillo, tal vez era uno muy viejo.

—Julius los acompañará. Él se encargará de su seguridad. Yo les confirmaré que el grupo de defensa estará listo para tomar posiciones —nos explicó nuevamente ella.

—¿Isaac y Flynn estarán seguros? —cuestionó Roy con presura.

—Podrán encontrarse con sus amigos una vez que inicie el movimiento del grupo de defensa —contestó Diana sonriendo con una mueca que transmitía calma como una madre.

—Sólo tendremos que localizar al príncipe y hablar con él, ¿verdad?

—Positivo.

Roy y yo nos acercamos a una cápsula ovoide que estaba posicionada en la puerta de despliegue. Nunca antes había tenido la oportunidad de viajar en un zepelín, pero era genial. Al entrar a la cápsula, el joven Julius nos acompañó. Él me simpatizaba, pues siempre mostraba una sonrisa amistosa y de cierta manera podía detectar una tranquilidad en su mirada. Era muy contrario a su padre, el comandante Slug.

—ACTIVACIÓN —sonó una voz femenina, profunda y computarizada.

Esta me recordó a las voces de efectos especiales usadas en las películas de ciencia ficción. De forma repentina la cápsula se movió y salió disparada al aire. Sentí como si descendiéramos dentro de un avión. Julius presionó unos botones, pero no le di importancia. Al dar unos pasos hacia la ventana, descubrí que la nave se movía con suavidad en el interior, pero oscilábamos bruscamente de un lado a otro en el exterior. ¿Cómo era posible no percibir eso?

—Listos. Entraremos al patio principal del castillo. No se separen de mí —nos pidió Julius.

Estaba anonadado por la velocidad a la que descendíamos, pero mi cuerpo no presentía la caída. Sonreí gustos. Probablemente era la primera vez que disfrutaba algo de este lugar.

Cuando vi que el suelo del jardín estaba muy cerca, cerré los ojos pero no hubo un impacto.

—Vamos.

Bajé de la nave y descubrí que estaba estática a unos centímetros del suelo e intacta. Era muy grandioso, pues esas naves desobedecían las leyes de la gravedad y se movían de formas increíbles. Caminé junto a Roy y aguardé a su lado.

—De acuerdo con los planos, la habitación donde encontraremos a Frederick Troopsad está situada a la izquierda de aquí. Síganme —nos pidió Julius.

Me moví unos pasos. Sin embargo, si la nave me había parecido increíble, lo que vi a continuación fue espectacular. El cuerpo de Julius cambió al ser cubierto por una armadura metálica. Así ocurrió: en cuestión de segundos. Observé los detalles únicos en el cuerpo del chico y descubrí un porta-espadas en su espalda y un casco con antenas que salían de las orejas. ¡Fantástico! ¡Era realmente fascinante!

—Ted.

Roy jaló mi cuerpo al mencionar mi nombre. Me moví sin cuidado y seguí los pasos de ellos dos. Entramos a un pasillo largo donde había adornos lujosos, hermosos cuadros, armaduras de bronce con diseños peculiares y que parecían antiguos, candelabros y armas parecidas a los rifles de los siglos XVII y XVIII de Gaia. Era un contraste de ensueño. No obstante, mi atención fue robada, pues unos soldados nos interceptaron.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 13, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La Hermandad: el descubrimientoWhere stories live. Discover now