Minchan | Call me📞🔥

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Eran incontadas las veces que Minho se había sentido de la forma en la que se sentía ahora. Tan desmotivado, frió y solitario, estando tan acompañado a la vez.

Todos a su alrededor cuchicheaban entre ellos siguiendo sus propias conversaciones, el ambiente parecía agradable, y el pelinaranja deseó poder formar parte de eso, pero simplemente no podía, su estado de ánimo los últimos meses se lo impedían. Esa cantidad de personas estaban en la casa de sus padres, solo para celebrar su tan lindo cumpleaños número 24, aún cuando para el no era más que un día más e igual de monótono que siempre.

Al menos así era desde hace un tiempo.

Minho fijo su mirada en el chico bajo y delgado con mejillas grandes que hablaba con su madre con entusiasmo, a pesar de que la atracción romántica que sentía por Jisung era innegable, no era lo mismo, ya no tenían esa gran y mágica conexión que los había unido hace tres años.

Aún no se había atrevido a decírselo, ya que no quería que todo fuera peor de lo que ya lo era, es solo que, por desgracia, Minho había empezado a sentir que nada tenía sentido, que todo lo que compartía y tenía con Jisung ya no tenía ningún tipo de vida o interés. Se había vuelto aburrido y constante cuando él siempre había querido una relación llena de cosas nuevas.

Minho siempre había tenido una autoestima increíblemente grande, casi rozando el egocentrismo y narcisismo, pero no le importaba, era parte de su esencia y porte. Le gustaba ser de ese modo. Y aunque Jisung era más humilde y acoplado logró estar casi a la altura de lo que Minho estaba. Claro que no siempre es suficiente.

Por eso, esa misma noche, cuando llegaron al departamento en una sesión de besos Minho decidió cortarlo y pedirle hablar, no podía seguir aguantándolo cuando casi no lo soporto en la fiesta. Le dijo todo sin pelos en la lengua, como siempre había sido entre ellos y la sinceridad mutua. Jisung lo entendió, y le prometió darle su espacio por un tiempo para que lograra encontrar de nuevo las razones para estar juntos.

Lamentablemente no fue así, porque el día que Changbin lo invito a su gimnasio todo cambio, y aunque estuviera mal en todo sentido, se sintió como una montaña rusa increíblemente satisfactoria para Minho.

Christopher Bang.

El mejor amigo de Changbin que había vuelto de Australia para quedarse a dirigir la empresa de su padre. Incluso viéndolo de forma tan desaliñada, sudado, con el cabello desordenado y vestido con ropa deportiva, se le hizo el hombre más atractivo jamás visto. Siempre se fue el activo en las relaciones, hasta que lo vio y quiso ser más pasivo que nunca.

Y como era caprichoso, lo obtuvo.

Christopher no se quedaba atrás, desde que lo vio se cautivó al punto que no le importaba el hecho de que Changbin le dijo que tenía novio. La cintura estrecha, muslos y glúteos rellenos y esa cara de ángel, quería destruirlo y hacerlo llorar de placer.

La primera vez que lo hicieron fue todo menos eso, pues había sido muy rápido, pero cuando intercambiaron números se arreglaron para acomodar horarios, y aunque sólo hubo momento y no iban a poder hacerlo en el departamento de ninguno, la idea de follar en la oficina de Christopher no les desagradaba en absoluto.

Así que ahí estaban, Minho caminando directo a la puerta de la oficina con un largo abrigo cubriendo su cuerpo. Entró después de dos golpes y un ligero "pase" del otro lado. En cuanto fijaron miradas la tensión se volvió pesada.

—Cierra la puerta con seguro y ven acá—demandó Chris con voz ronca.

Minho hizo caso al instante, quitándose el abrigo a medida que avanzaba hasta el. Cualquiera se sentiría nervioso al tener esa mirada tan penetrante encima suyo, pero el era Lee Minho, sabía perfectamente porque lo miraba de esa forma y le encantaba tener ese efecto.

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