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El sonido molesto de su teléfono fue lo que la hizo despertarse. De mala gana se removió entre las sábanas y soltó un quejido de molestia. Odiaba ser despertada. La castaña despegó se rostro de la almohada y miró a todos lados recordando que estaba en Alaska y no en su departamento en Nueva York, por lo que se dejó caer y suspiró.

—Odio ese sonido –Masculló la castaña sobre la almohada, su teléfono no tenía una muy buena variedad de tonos y el más decente era el que estaba sonando en esos momentos –Maya, Maya –Llamó a la morena, quien dormía plácidamente a su lado –Maya, el teléfono –La pelinegra balbuceó algo que no logró entender –Maldición, Allen.

La pelinegra estaba acostada boca arriba con la boca ligeramente abierta. Sus brazos yacían debajo de la almohada y una de sus piernas sobresalía de las sábanas.

—Duerme como si estuviese muerta –Se dijo a sí misma la castaña.

Quitándose las sábanas de encima, Jenna estiró sus pies fríos y los colocó sobre la espalda de la morena después de haberla destapado para tener un mejor acceso a su piel pálida.

—¡Joder, que frío! –Gritó la pelinegra al sentir los pies helados de Jenna sobre su espalda –¿Qué rayos te pasa? ¿Estás loca? ¡Necesitas unos calcetines!

—No te despertabas –Se defendió encogiéndose de hombros.

—Son las siete de la mañana, no tenemos que ir al trabajo, no me molestes –Gruñó para después colocar su almohada sobre su cabeza.

El teléfono de Jenna, el cual había dejado de sonar, volvió a hacer acto de presencia con aquel tono tan molesto que la castaña detestaba, por lo que bufó y le arrancó la almohada de la cabeza a la morena.

—¿Qué quieres? –Se quejó.

—Contesta el teléfono.

—¿Es en serio? –Levantó ligeramente la cabeza de la cama y miró a su jefa con incredulidad –¿Me has levantado sólo para que conteste el maldito teléfono?

—Obviamente. Eres mi asistente.

—¡Estamos en mi casa! Contesta tú.

—El teléfono está de tu lado –Se cruzó de brazos.

—¿No puedes levantarte?

—Hace frío

—Apaga el aire acondicionado –Rodó los ojos

—¡Contesta!

Después de lanzarle una mirada de odio, la cual fue correspondida, la morena se levantó de la cama y caminó hasta la pequeña mesita que estaba cerca del armario, en donde estaba la bolsa color café de la castaña. Rebuscando de mala gana encontró el teléfono que continuaba sonando y después se lanzó sobre la cama, golpeando ligeramente a la castaña con uno de sus brazos.

—Fíjate en donde caes Salvaje –Se quejó la castaña sobando su abdomen.

—Teléfono de Jenna Ortega, ¿qué desea? –Dijo la pelinegra contestando la llamada –Señor, Issac, uh –Al oír el nombre del escritor, la castaña le arrebató el teléfono a la morena con rapidez y después se levantó de la cama.

— ¡Issac, corazón! –Habló ella –¿Issac? ¿Hola? –La voz del escritor sonaba entre cortada, al parecer la señal no llegaba del todo bien dentro de la casa –¿Estás ahí? ¿Hola? ¡Demonios! –Se quejó mientras se acercaba al armario.

Sacó lo que parecía ser un suéter gigante que tenía más bien estilo de bata de baño por lo largo y se lo colocó con rapidez para después salir de la habitación.

𝙇𝘼 𝙋𝙍𝙊𝙋𝙐𝙀𝙎𝙏𝘼 [JENNA ORTEGA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora