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Al ver como los labios de la morena comenzaban a temblar, la abuela Eleonor frunció el ceño con preocupación y extrañeza, por lo que se acercó más a ella y colocó una de sus manos en su espalda oyéndola suspirar por el contacto.

—¿Estás bien, querida?

—Yo —La castaña humedeció sus labios –Es que yo —Cerró los ojos por unos segundos y después los volvió a abrir para mirar a Eleonor –Estoy un poco inquieta por el vestido –Se apresuró a decir –La verdad es que me gustaría saber si estará listo para mañana –Murmuró mientras comenzaba a jugar con sus manos.

Eleonor esbozó una sonrisa cargada de ternura al oírla y entonces le dejó una pequeña caricia en la espalda antes de alejarse de ella y dar por terminado el contacto.

—No te preocupes por eso –Río ligeramente –El vestido estará listo y te vas a ver hermosa –Dijo mientras se acercaba a una pequeña mesa para tomar un bote transparente –Ahora, ya puedes quitártelo si quieres

Tras la muerte de sus padres, la morena se había encerrado en una burbuja laboral irrompible que jamás se había abierto a diversas posibilidades donde no se implicara la palabra soledad. Ni en sueños habría pensado en casarse, y ahora estaba próxima a hacerlo; y sí, tal vez no era precisamente el matrimonio más deseado, de hecho, era para salvarle el pellejo, pero lo haría, se casaría y tendría deberes que dejar de lado para comenzar a cumplir otros.

Entonces, ¿por qué huir tanto de formar una familia?

Cinco tazas de té después, Jenna salió corriendo de Allen Fashion Boutique luego de que Emilia le dijese que ya podía irse si quería. La castaña se la había pasado toda la "platica" indagando en lo más profundo de su mente y analizando sus más escondidos deseos. Anhelaba una familia, por supuesto que lo hacía, pero no podía ni quería dar su brazo a torcer; no permitiría que la familia de Maya se entrometiera en su deseo egoísta de obtener su visa, pero tampoco podía evitar sentirse culpable e incluso melancólica.

Los Allen le estaban abriendo las puertas para recuperar lo que había perdido a los dieciséis y ella se sentía desprotegida y al borde del colapso. Mientras la morena se acercaba lo más rápido posible al muelle, donde yacía el barco que la morena había conducido para traerlas a la ciudad, Maya pudo escuchar el sonido de las fuertes pisadas de la castaña, lo que la hizo despertarse de su pequeña siesta.

—Excelente –Murmuró la morena con pereza mientras se levantaba para comenzar a desatar las cuerdas que anclaban el barco al muelle –Sube, déjame desatar uno más y podremos irnos – le dijo a Jenna.

Sin pensar en las consecuencias de sus actos y con miles de pensamientos rondando por su cabeza, Jenna se subió al barco ignorando por completo a la morena y a su miedo por el mar.

Con total seguridad, la morena tomó el volante y arrancó el motor, haciendo que la morena, quien aún estaba desamarrando la última cuerda, se cayera al piso luego del fugaz arranque que Jenna había dado al barco, logrando romper la cuerda que lo sujetaba al muelle.

—Oh por Dios –Chilló la morena –¿Qué demonios crees que estás haciendo? –Le gritó a la castaña en voz alta –¡Jenna!

Al ver que la castaña la ignoraba por completo, Maya se levantó con cuidado mientras se sostenía de los bordes del barco para no caerse por la brusquedad y rapidez con la que Jenna estaba conduciendo el barco

—¿Qué diablos te pasa? –Le preguntó al llegar a su lado.

—¡Necesito alejarme!

—Jenna, ¿qué pasa?

—¡Nada! ¡Sólo cállate, por favor! –Respondió la ojimarrón.

—¡Dime qué pasa, ahora! –La morena apretó los labios al oírla y negó –Jenna.

𝙇𝘼 𝙋𝙍𝙊𝙋𝙐𝙀𝙎𝙏𝘼 [JENNA ORTEGA]Where stories live. Discover now