【 tercero 】

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Está bien, sí hay algo que odia de su trabajo: las reuniones. Alguien que le de una explicación del por qué tiene que tener tantas reuniones si él solo quiere enseñar literatura y gramática. Nadie le dijo eso en la universidad y se siente verdaderamente estafado.

—Profesor Choi, el padre de Kang Eunchae está aquí.

Beomgyu hizo un ademán a la secretaria para que le diera un momento. Cuando la puerta del salón de maestros fue cerrada respiró profundo y cerró los ojos. Uno, dos, tres..., diez. No pasa nada, es solo un padre al que tiene que notificarle el trato injusto que está recibiendo su hija por parte de un desconsiderado sistema educativo. Nada más, es algo simple.

Aún haciendo respiraciones profundas más disimuladas salió del lugar para avisar al padre que podía entrar. Pero cuando estuvo en el pasillo no le vio. Entonces extrañado caminó hasta la recepción para preguntarle a la secretaria por el señor Kang.

—Lo vi dirigirse hacia la máquina expendedora —le indicó la chica— le iba a decir que debía esperarlo, pero siguió.

—¿Podrías informarle que lo espero? No tengo más que esta hora libre —advirtió en el rostro de la joven un poco de temor. Como si se quisiera rehusar a cumplir con el mandato. Y aunque no entendía la razón quiso entenderla un poco. —Está bien, iré yo.

Contó del uno al diez otra vez y apretó las puntas de sus dedos. El camino hacia la máquina expendedora era corto, pero tomando en cuenta sus cortos y lentos pasos entonces podría resultar más largo de la cuenta. La excusa perfecta para demorar y que se agote el tiempo. Aunque se siente como si huye de sus responsabilidades, hay justificaciones válidas.

Cuando llegó a su destino un hombre de pelo rubio y complexión fuerte se encontraba agachado sacando algo de la máquina. Una lata de soda. La bebida más saludable para tomar en la mañana, ¿no? Pero es un adulto al que no le va a reclamar por algo así.

Claro que no lo haría, mucho menos luego de ver su rostro intimidante, la ceja enarcada y el porte de su cuerpo ya parado que solo daba a denotar autosuficiencia. Inconscientemente también se irguió y trató de mirarlo a los ojos para hablarle. Aunque le estaba costando horrores.

—Soy el profesor Choi, el que le llamó para la reunión.

—Lo noté.

Beomgyu enarcó una ceja confundido por la respuesta, pero solo recibió una pequeña sonrisa reprimida por parte del padre. Solo pensó que no habían pasado juntos dos minutos y ese hombre estaba drenando toda su energía. Debía acabar con eso cuanto antes.

—Acompáñeme a la oficina —le ordenó a su acompañante caminando un poco más rápido de lo normal con tal de llevar la delantera.

Detrás de él el señor Kang caminaba con lentas pero grandes zancadas y bebiendo de su soda. Lo vio, por el reflejo de algunos ventanales y puertas de cristal y le pareció que aquel hombre había sido sacado de alguna película. Nada que envidiarle al mafioso guapo de un k-drama.

Está bien, obviemos que lo acaba de llamar "guapo". Aunque no tiene nada de malo reconocer las cualidades de alguien. Pero él prefiere las personas lindas sobre las guapas, siempre lo ha hecho.

Frente a la puerta lo que hizo fue abrirla y echarse a un lado para que el señor Kang pase. Acción que le permitió oler un poco de su perfume sutilmente. Nada de mala intención, solo que la cercanía del acto así lo permitió.

—¿Desea un taza de agua o café? —preguntó nada más que por cortesía.

—No, gracias.

Como quiera se preparó una taza para él. La segunda del día. El café es su motor para trabajar con cientos de adolescentes todos los días. Jura que no es una mala adicción.

Cute Inside | TaegyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora