Capítulo II: El Príncipe

72 4 0
                                    

—Mierda... esta vez no atravesó ningún órgano vital pero...— viendo su mano ensangrentada— ¿Porqué...?— se preguntó divagando— Todos a mi lado... todos están alejándose... personas que no podré volver a ver... se van... así... sin más...— recordó la orden y el incesante sonido de los rifles disparando en contra de ellos. El pecho le duele, una punzada en su corazón le impedía levantarse, la tristeza por la perdida de alguien a quien querías, sin despedirse, sabiendo que no lo podrás ver nuevamente, es algo que nadie quiere pasar...

—"¡Es el, abran fuego contra el terrorista!."

Ni siquiera podía dejar de pensar el como su amigo, a pesar de hacer sido torturado, decidió otorgar la nueva oportunidad de vivir que se le dió para salvar la vida de su líder y sus hermanos, aunque le costara la nueva en el proceso, los militares no tenían piedad, puesto al intento de matar a los niños, este presiona un control el cual hace volar los tanques, y le da tiempo solamente a el de escapar. Una palabra de parte de el hace que lloré mientras escapa...

—"¡Familia... es nuestro código, nuestro juramento...!"— recordando como recibió el tiro de gracia del Wendigo, un hombre que usa una máscara con la forma del cráneo de un ciervo, el mejor asesino, nadie conoce su rostro, solo su nombre en código basado en la leyenda.

—Maldición... hasta el final protegiste a todos... ¿Qué clase de bastardo habré sido para... que ni un alma viniera a buscarme?... se que no soy la mejor persona... pero... todo lo que amo se va de mis manos... o me lo quitan...— y aquí viene un pensamiento.

—"Estaremos contigo siempre, hoy, mañana y más allá."

—"¿Porqué no se siente así?... No creía que lo que dijiste significaría morir por mi, no quería eso, quería que vivieras..."— y habló en voz alta apenas recordó a esa mujer— ¿Familia?... Yo tuve eso una vez... solo que... ya no...rojo... ¿más rojo?... esa casa, tengo... mier— para desmayarse y terminar tendido.

En otro lado, dos chicos y una mujer corren desenfrenados para ocultarse en uno de los pocos refugios que quedaban, ya en el mismo, veían todavia la repetición de la noticia, lo que hizo que todas las cartas a su favor se perdieran, una que sigue impactando a muchos, y más cuando la noticia dice algo de forma muy alegre... anunciando la muerte de un "terrorista", su cuerpo sería desmembrado y exhibido en las entradas del Área 9.

¿Te acuerdas aquella ocasión cuando dije que una mente no está en calma?

—Es bellísima...— mencionó un hombre con máscara, al ver una fotografía de un joven con su abdomen abierto, mostrando sus órganos caer en el piso por acto de la gravedad— Siempre dices que esto es un genocidio, pero, no creo que lo sea, si lo fuese, matará a cualquiera medio que estuviera en oposición a mi voluntad...

—Ese hombre de azul...

—¿Qué hay con el?.

—¿Porqué no ha acabado con el hombre de azul? Todas las oportunidades que has tenido para hacerlo lo dejas vivir...

—Es que no quiero causarle una muerte rápida, no, eso sería muy aburrido, prefiero herir al animal poco a poco y que huya despavorido...— tocando su máscara— Si... no quisiera matarlo tan rápido... cuando puedo darle una muerte dolorosa... quiero que vea a todos los que ama morir, los reduciré a un pequeño grupo, el suficiente como para que sean testigos de como corrompo a su líder...

—Creo entender lo que está pensando... algo metódico y maquiavélico señor...

—Para llegar a mi, el perro rabioso tendrá que pasar por los nueve círculos del nuevo país... donde verá por su valía y tendrá que decidir si sale corriendo o me enfrenta, solo es cuestión de tiempo, esta reunión me alegrará bastante, cuando llegue su momento dado...

Hackeando la Justicia 2: A las calles de Detroit Donde viven las historias. Descúbrelo ahora