Capítulo IV: El Corazón del Hombre

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Erich Fromm dijo:

“Si soy lo que tengo. Y lo que tengo se pierde, ¿entonces quién soy?.”

Suponiendo que lo que llamas como el tú real, es producto de los bienes materiales o las actitudes que has tomado, si en dado caso llegara alguien con la misma cantidad de bienes o actitudes que tu, o sencilla y llanamente lo perdiese, te harías la pregunta de cómo podrías tú recuperar tu identidad, y si, tal vez puedes apostar tu identidad a lo que tienes, pero hablamos de que lo has perdido... Ya no eres nadie, ¿qué harás al respecto? ¿Cómo podrías encontrar respuesta al mismo? A la más importante: ¿Quién eres?

—''Tengo una nueva misión para ti: los príncipes han llegado, pero, el Desterrado no tiene a su súbdito más fiel... Encuentra a ese súbdito, has que vuelva. Y si es necesario tener que asfixiar ligeramente su vida para que corra hacia las piernas de su dueño, hazlo."

Y así, nos encontramos con otro principio, otra vida, una nueva perspectiva...

Centenares de hombres y mujeres sentados largos bancos mientras beben y ponen dinero en una caja de cartón donde dice en una etiqueta "El Extranjero", mientras en otra dice "Casa". Bienvenidos a la casa de boxeo "Nuestra Madre Marat", un lugar de peleas clandestinas donde la gente puede ir a beber y ver a otros pelear a mano limpia, en un viejo cuadrilátero, este lugar era de apuestas, espectáculo, y entretenimiento de hombres y mujeres residentes del Área 4.

—"Debes dejar atrás el miedo, hay 4 pasos al centro del cuadrilátero, solo eres tu y otro hombre... Solo..."

—¡Espera ahí, Rafe!— exclamó un joven, este lo ignoró, y salió de la habitación

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—¡Espera ahí, Rafe!— exclamó un joven, este lo ignoró, y salió de la habitación.

Lo persiguió hasta que antes de que saliera a su esquina lo sostuvo de hombro.

—¿Qué quieres?.

—No tienes porque pelear, es a mano desnuda, es más peligroso sabiendo que te enfrentas a él favorito del Distrito— a lo Rafe empuja su mano.

—No tienes porque decírmelo, claramente no quiero pelear, hace unos días estaba recaudando dinero para el dueño de este lugar, pero con el dinero que me darán si gano la pelea será suficiente para comprarle una tumba a mamá.

—Pero es que...— murmuró, desviando la mirada.

—Sé que haberte venido de Venezuela después de lo que pasó aquí fue difícil, digo, fuistes ilegal en primer lugar, y lo sigues, se que soy idiota, pero tampoco tan idiota como para dejarme golpear tanto la cara.

—Mamá no opinaría lo mismo, pero veo que sigues siendo un terco. Solo espero que tengas ventaja...

—Claro que lo tengo, nunca puede faltar mi estrategia— saliendo a su esquina— "No te preocupes por los golpes, solo por el tiempo que va a durar la pelea..."

La gente de la esquina de Rafe le daban abucheos, cosa que el ignoraba, tras la llegada del nuevo mando muchos de los extranjeros fueron deportados a sus países de origen, y los que tuvieron la oportunidad de quedarse eran tratados como marginados, no importaban sus años de estadía, que tan renombrado era su nombre, el hecho de ser un extranjero lo hacia tener mala reputación. Aunque esto ya no es relevante como lo que pasa a continuación durante la pelea.

Hackeando la Justicia 2: A las calles de Detroit Where stories live. Discover now