Capítulo dos.

90 7 7
                                    

Capítulo dos.

¿Qué es lo que me está pasando? Es lo único que he estado pensando durante las primeras horas de clase. Es que... Primero ese sueño, después Charlotte, ¿Lo habré imaginado? No es posible que sus ojos hayan hecho ese cambio de color. No es normal. Creo que ya nada me parece normal ahora.

Ni siquiera me parece normal que el profesor este hablando y yo no este escuchando sus palabras... Oh, tengo los audífonos puestos.

Estoy en problemas.

Cierro los ojos con fuerza, y me los quito mientras siento la mirada de todos sobre mí y el siseo de los típicos cizañosos del fondo.

—Señor Mageía...— lo interrumpo.

—Hatalom, señor. Preferiría que me llamara por Hatalom.— Interrumpo de inmediato al escuchar el apellido de mi padre.

Por alguna razón jamás me ha gustado que me llamen de esa forma. Mamá dice que desde que soy un bebé, cada vez que mencionaban la palabra "Mageía", yo terminaba dando gritos descontrolados, como si estuviesen invocando al mismísimo Dios frente al demonio.

_No me importa lo que prefiera, es mi clase. Y claramente veo que no le importa.— Apunta el iPod y los audífonos. —Así que si me hace el favor de retirarse, se lo agradecería.—

Me muerdo la lengua para no contestarle de lo molesto que estoy. Agarro mis cosas y salgo de ahí hecho furia.

Decido ir a la cafetería, sólo faltan ocho minutos para que salgamos a almorzar y hasta ahora no me ha tocado ninguna clase con mis amigos, por lo que no tengo idea si han asistido hoy, igual me sentare en nuestra mesa.

A los pocos minutos el lugar se va llenando de alumnos, y por la entrada aparece una peli-rosa que conozco muy bien, la chica de nombre raro, mi mejor amiga, Alala, a quien de cariño llamamos Lals. Ella comienza a buscar entre las personas, levanto la mano, me ve y sonríe para luego caminar hasta donde me encuentro.

—¡Charlie!, pensé que no habías venido, hasta que me cruce con Lottie y me dijo que hoy si pudo despertarte a tiempo.— Bromea.

—Ay Lals, estas muy graciosa hoy, ¿No te parece?— Reímos — Bueno, ya, tengo... Mmm... — me rasco la nuca nervioso.— tengo algo que contarte.

—Suéltalo.— me observa ansiosa y yo me muero de los nervios. ¿Y si piensa que estoy perdiendo la cabeza? No puedo.

—Alala, ¿Prometes que no me llamarás loco?

—Recuerda que "Las mejores personas lo están."

—Deja de citar Alicia en el país de las maravillas y contesta, por favor.— Ella resopla y rueda los ojos.

—Charlie, por Dios, eres mi mejor amigo, te apoyo en todo, y ya cuenta que todo se vuelve serio al llamarme con el nombre completo.— Tiene razón.

—Bien, lo que pasa es...— alguien nos interrumpe.

—¡Hola amiguitos míos!— La peli-rosa se da por vencida y me da una mirada de esas que dicen "hablamos después, de esta no te salvas".

Me levanto y recibo con el típico saludo de hombres a mi otro mejor amigo, Bastiaan, quarterback del equipo de la escuela.

—¿Qué hay Bastiaan?— Si, todos tienen apodos menos él, larga historia.

—Nada hermano.— Contesta mientras abraza a Alala.— Los extrañe, chicos. — Finge llorar. Lals vuelve al rodar los ojos.

—Estuvimos viendo películas en casa de Charlie ayer, idiota. — le da un codazo leve y se aparta, Bastiaan se queja como niño pequeñoy hace puchero.— Necesito salir de aquí, demasiado retraso.— Señala a la mesa de atrás. — ¿Alguien va a la biblioteca?

-Yo voy.

—Yo...— El equipo le hace una seña y Bastiaan asiente.— Los veo en deportes, cuídense.— Chocamos palmas y besa la mejilla de Lals.

—Adiós, quarterback. — Sonríe burlona.

—La revedere, frumos* — Dice en un idioma desconocido, Lals y yo lo miramos raro, él sonríe coqueto, se da la vuelta, y se va.

—¿Qué carajos acaba de decirme?

—No tengo idea.

Sig. Adios hermosa, en Rumano.

Once upon a dream.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora