Capítulo tres.

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Capítulo tres.

—En serio que Bastiaan me da más miedo que nunca. Aunque, bueno, no es miedo, ¿me entiendes? — Ella no ha dejado el tema desde que veníamos de camino a la biblioteca, y la verdad es que creo que esta exagerando, yo se que ama que él se comporte de esa manera con ella, pero no se lo menciono para que lo acepte por si misma, no se me da eso de andar de cupido. Asiento de vez en cuando para que vea que la escucho. — Pero bueno, no estamos aquí para hablar de eso. Mejor ya dime que te pasa.—

Estamos en el área de ciencia ficción, entre fantasía y leyendas, como de costumbre.

Tenemos nuestro pequeño espacio aquí, somos presidentes del club de lectura, así que decidimos hacer nuestra "esquina de trabajo" aunque en realidad sólo estamos ahí para platicar y leer. Ya que es el área menos visitada y la mas lejana. Es obvio, las personas han dejado de creer en cuentos.

Suelto un largo suspiro mientras nos acomodamos, me siento con postura de indio sobre la suave alfombra que conseguimos, y comienzo a jugar con el anillo que llevo puesto desde que tengo memoria, me lo dio mi madre, por supuesto.

—Lals, ¿alguna vez te sentiste algo así como fuera de lugar? —

—Claro que si Charlie, al ser peli-rosa no paso desapercibida muy fácilmente ¿sabes? Si, si, sobre todo en clases, ¿recuerdas la vez que...? —

—No, no — rio un poco— me refiero a que si alguna vez no has sentido que este no es tu lugar, como si tu vida tuviera algo misterioso... Sólo estoy siendo un poco paranoico, lo siento. — Rápidamente consigo crear esa excusa, que tal vez es un poco cierta. No sé que me pasa pero de repente decido que no le contare a Lals sobre el sueño. Ella creera que estoy mal de la cabeza.

Es sólo un maldito sueño.

—Bueno, Charlie supongo que no- sonríe un poco— tal vez lo que te hace falta es un poco de tiempo en familia, ya sabes, sin que tus papás tengan que salir por alguna emergencia y tú y tu hermana terminen cenando solos. —

Asiento como si lo estuviera aceptando la idea. Tal vez ella tenga razón.

Después de un rato en el que ninguno de los dos hablo más, recordé los ojos de Charlote y como es que cambiaron de color tan rápidamente.

—Oye, ¿Sabes si aquí tienen libros sobre el color de los ojos? —

—Lo más seguro es que si Char, ¿quieres que te ayude a buscar?— asiento mientras nos levantamos.

—¿Para qué quieres ese libro?— pregunta un poco intrigada.

—Mmmh, hoy antes de llegar al colegio me pareció ver a un gato y podría jurar que sus ojos cambiaron de color por un instante... Sólo me da curiosidad.— miento.

—Oh bueno. Entonces escoje el que te guste, yo ya tengo que irme porque tenemos Deportes y tengo que cambiarme.— Señala los estantes y se despide para después verla desaparecer por el pasillo.

En realidad ningún libro llamó mi atención, todos eran novelas que se relacionaban con la palabra ojos. Solté un suspiro y decidí ir a mi siguiente clase.

Once upon a dream.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora