25: Reunión satánica

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Bruna.

Mis zapatillas blancas sonaban a medida que iba caminado por el pasillo del nuevo hotel. Íbamos de hotel en hotel y yo ya me estaba mareando ya no sabía ni dónde estaba el comedor de cada uno.

Justo al entrar al instalarnos en este hotel de Chicago, me había enviado un mensaje Pablo en el que me decía su número de habitación, 207. Estaba unos pisos más alta que la mía así que subí en ascensor y al llegar toqué con los nudillos la puerta. Los futbolistas tenían habitaciones individuales así que supuse que iba a estar solo pero para mí sorpresa el que me abrió fue Pedri.

—Ah, hola Bruna —me saludó sin siquiera sorprenderse.

—Hola, Pedri ¿esta no es la habitación de Gavi?

—Si, estaba con él pero ahora se está duchando dentro. Espérale en el sofá de la habitación si quieres. ¿Sabes dónde está Ona?

—Está en nuestra habitación, se acababa de duchar ahora.

Nada más acabar mi frase se despidió de mi con un "hasta luego" y se fue por el pasillo directo al ascensor. Supuse que para ver a Ona.

Dudé en si entrar o no a la habitación de Gavi. Al principio pensé en quedarme fuera pero imagínate si algún compañero o técnico del club me viera en frente de la habitación de Gavi con la puerta abierta, qué vergüenza. Así que entré en la habitación y me senté en el borde de la cama de matrimonio.

Me sorprendió el hecho de que ya estaba un poco desordenada y habíamos llegado hoy, en fin, Pablo Gavi.

Dejé de escuchar el sonido del agua dentro del baño así que me levanté y le toqué a la puerta.

—¿Pedri? —preguntó él desde dentro.

—Soy Bruna, solo era para que sepas que te estoy esperando en tu habitación y no tardes una eternidad.

—Ah, pasa si quieres —dijo de lo más tranquilo.

—No voy a pasar, guarro —escuché su risa desde dentro.

—Te lo he dicho porque ya he acabado de ducharme, no estoy desnudo tranquila.

Yo con toda mi inocencia del mundo abrí la puerta del baño y le vi completamente desnudo en la ducha. Abrí mucho los ojos después de darle un repaso de arriba a abajo.

—¡Pablo! —me giré rápidamente dándole la espalda y escuchando su risa.

—No sé qué me ha gustado más, que me hayas mirado de arriba a abajo sin disimular o que hayas gritado mi nombre.

—Cállate —dije malhumorada.

Estaba enfadada pero también muy nerviosa y verle desnudo con las gotas de agua cayéndole por todo el cuerpo me había quitado toda la calma, no iba a mentir. Y esa era una de las razones por las que seguía en el baño de espaldas a él en vez de irme a la habitación de nuevo.

—¿Vas a esperar a que acabe de ducharme dándome la espalda? ¿Por qué no sales fuera?

No le veía pero sabía que tenía en su cara esa sonrisa de superioridad que me gustaba mucho.

Paparazzi | Alejandro Balde • Pablo Gavi Where stories live. Discover now