XI

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Spreen estaba en su quinto mes de embarazo, lo que significaba algo que alegraba mucho al omega.

Ya no más náuseas matutinas.

Oh, despertar sin tener vómito subiendo por su garganta se sentía bien.

Aunque ahora tenía dolores de espalda que en ocasiones se volvían insoportables, pero Spreen se regañaba a sí mismo, él había querido todo eso, él debía aceptar las consecuencias.

La verdad, en ese tiempo las cosas iban bien.

Bueno, Wilbur seguía rondando a Roier, pero sus coqueteos disminuyeron, Spreen agradecía tener a Carre como infiltrado, ya que él coincidía con Roier y Wilbur en sus clases y podía darle todo un informe a Spreen.

Así que las cosas iban bien.

Pero como ya deben saberlo, el destino odia a Spreen.

— Bien muchachos, como sabrán, es momento de hacer las exposiciones— El profesor de historia habló mientras veía a toda la clase— Estás exposiciones serán realizadas en parejas y el tema es sobre mitos y leyendas—

— Que bueno, podemos trabajar juntos en la misma casa— Dijo Spreen, mirando a Roier.

— Las parejas las formaré yo— Dijo el maestro.

— ¿Qué?—

— Y también les diré sobre que mito o leyenda sobre la que expondrán— El profesor mencionó, empezando a mirar la lista de asistencia.

Fue así que formó parejas al azar.

— Spreen y Karl— Dijo el profesor— Ustedes harán su exposición sobre el mito de Eris, la diosa de la discordia—

Spreen frunció el ceño y alzó la mano derecha.

— ¿Puedo trabajar con mi esposo?— Preguntó el de ojos morados, mirando a Wilbur cuando hizo enfasis en la palabra "esposo".

— No— Dijo el maestro.

— Pero...—

— La siguiente pareja es, Roier y...—

Spreen empezó a rogarle a todos los dioses que conocía que la pareja de Roier fuera otro que no fuera Wilbur. Carre y Foolish estaban libres, incluso lo dejaría trabajar con el fenómeno de Cucurucho, todo menos Wilbur.

— Wilbur, van a exponer sobre la leyenda del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl—

El maestro dijo eso y Spreen soltó un grito de frustración que llamó la atención de todos.

— ¿Todo bien, Spreen?— Preguntó el profesor.

— Eh... Uno de los bebés pateó— Spreen mintió para excusarse.

— ¡Oww! ¿Mis ajolotitos ya están pateando?— Roier preguntó, casi levantándose de su banca mientras varios más empezaron a centrarse en Spreen.

— ¡Hey! Ya, suficiente— El profesor calmó a la clase.

Spreen miró entonces a Wilbur, quien le sonría y alzaba ambas cejas repetidas veces.

— Roier— Habló el omega.

— ¿Sí, chiquito?— Preguntó Roier.

— Si Wilbur...—

— Si Wilbur me empieza a coquetear, le dejaré las cosas claras— Dijo Roier— Confía en mí, ¿Sí?—

Spreen lo miró un poco y sonrió.

— Confío en ti, Ro— Spreen sonrió más, con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

— Spreen, controla las feromonas— El maestro dijo.

— Cerra el orto, viejo de mierda— Spreen dijo, sin notar lo que dijo hasta que vio la cara de Roier, luego giró la cabeza para ver al maestro, quien estaba bastante enojado.

El profesor luego se sentó en su escritorio, sin apartar su mirada de él.

— ¿Detención?— Preguntó Spreen.

— Detención— El maestro asintió.

— Me parece justo—

Continuará...

Teen DadsWhere stories live. Discover now