C A P Í T U L O C U A T R O

475 41 14
                                    

‹ NADIE PODRÁ HACERTE DAÑO ›

Las áreas recreativas de su escuela parecían terrenos baldíos, en los lugares en donde debería haber hierba, sólo había tierra dura y llena de agujeros, los árboles que había allí plantados estaban sumamente descuidados, había basura aquí y allá que se hacía más notoria entre más tiempo miraba uno la superficie del suelo y los bancos, despintados. Al menos, el bajo número de estudiantes lo hacía todo más soportable, apenas y podría contar unas dieciséis personas en derredor, lo que le daba cierto alivio.

Estaba muriéndose de hambre, en casa se habían quedado sin suministros la mañana anterior y no se atrevió a pedir algo de dinero para comprar algo, puesto que, como siempre, el aire que se respiraba en la casa estaba maldito. Era mejor quedarse callado.

Sobre el frío muro, al lado de un arbusto marchito ubicado sobre los últimos rastros de pasto, se esforzaba por vencer el peso de sus párpados y no dejarse abandonar su cuerpo por ahora. No quería quedarse allí tirado, menos si las amenazas de lluvia presentes sobre su cabeza se veían cada vez más cerca de ser cumplidas. En su cabeza, escuchaba como si las olas rompieran contra las rocas en la costa, curioso, puesto que nunca había visto y mucho menos escuchado el mar, sólo podía imaginárselo. Tal vez algún día conocería su aspecto y su sonido verdaderos, si quedaba mundo para entonces o si lograba mantenerse con vida.

Cuando sus ojos parecían cerrarse definitivamente después de una larga lucha, frente a él se aproximo una figura reconocible, sosteniendo un recipiente tapado y su bolsa colgando del hombro. Notó que reunía aire al estar a trece pasos de él y golpeteaba con las yemas de los dedos su carga

"¿A qué viene este?"

-¿Qué tal... Minho? No estoy seguro de que me recuerdes, n-nos vimos hace casi dos semanas... No sabía que también estudiabas aquí... Soy Thomas.

"¿Cómo no iba a recordarte?..."

Thomas no esperó por una respuesta y casi inmediatamente se sentó al lado suyo, guardando una distancia prudencial, aferrando su recipiente. Minho no tenía ganas ni fuerzas para hablar, no veía razón para hacerlo, mas quizás estaría siendo demasiado brusco, aunque realmente no recaía del todo en él.

Se desconectó por un momento del mundo, como si su batería se hubiese acabado inadvertidamente, ni siquiera pudo saber si había cerrado los ojos o no. Cuando volvió a la Tierra, Thomas le había dicho algo, pero no le había oído.

-¿Qué?

A Thomas debió parecerle gracioso, puesto que se le escapó una risita.

-Preguntaba si quieres un poco-Dijo al instante, alzando su recipiente frente a él, que contenía varios trozos de carne seca. Minho rechistó, tentado de aceptar la oferta a la vez que inclinado a rechazarla, puesto que no le conocía de nada, y vaya favor que le hacía, debería saberlo.

Al final, sus instintos ganaron y se abalanzó sobre una de las tiras, prácticamente devorándola, sin preocuparse mucho por su sabor. Al terminar, la vergüenza lo recorrió, dejándolo sin palabras.

-¿No has desayunado?-Dijo Thomas sin malicia alguna, pero que hubiese logrado descifrar aquello tan fácilmente no le dejó muy tranquilo-Puedes comer más, si quieres.

Ivy (ThoMinho)Where stories live. Discover now