C A P Í T U L O S E I S

424 35 9
                                    

‹ CREO QUE ME ESTOY VOLVIENDO A ENAMORAR DE TI ›

El timbre de la escuela, que sonaba más como la alarma de algún desastre mortal, le despertó de su siesta de una hora. Realmente no había querido presentarse ese día, apenas y había logrado salirse de la cama antes de que los gritos y reclamos hubieran empezado por la mañana, aunque cualquier cosa era mejor que quedarse en casa más tiempo del necesario.

Luego de parpadear dificultosamente, echar un largo bostezo y limpiarse el rastro de saliva de la mejilla derecha, tomó su mochila despintada y rasgada para salir del salón vacío en el que se había ocultado. Se detuvo un segundo en el marco de ébano de la puerta, mentalizándose para pasar por las horas restantes del día, mas un ruidito como el zumbido de un insecto le hizo mirar a la pared en la que el pasillo terminaba, a solo un salón de distancia.

Thomas estaba sentado en la esquina, con un cuaderno de tapa cobriza en su regazo, pasando un lápiz sobre la hoja, probablemente escribiendo algo a toda velocidad. Fue extraño para él quedarse ahí parado, cuando ya nada tenía que hacer allí, excepto tal vez retrasar lo más posible su retorno. Cuando Thomas alzó la cabeza y lo divisó, sonrió casi de inmediato. Nunca había recibido esa reacción de nadie.

-¡Hey, Minho!-Dijo Thomas, saludándole con la mano enérgicamente.

Como un hombre de hojalata oxidado, Minho alzó lentamente la mano para devolverle el gesto, con el resto del cuerpo inmóvil y sintiendo su cara congelada. Que a Thomas no se le hiciera anormal su forma de responder actuaba como el aceite que le permitía salir de ese estado poco a poco.

El castaño guardó el cuaderno y su lápiz gastado en la bolsa de tela que colgaba de su hombro y rápidamente se levantó para aproximarse.

-Iban dos días sin vernos ¿C-cómo te va?

En realidad no tenía una respuesta para esa pregunta, no lo sabía.

Iba a abrir la boca para contestar, pero al final lo único que pudo hacer fue soltar aire por la nariz y negar dos veces con la cabeza, dando a entender que mejor sería pasar a otra cosa.

-Oh... Te ves cansado ¿Dormiste algo anoche?

Llevaba dos noches incapaz de conciliar el sueño por más de una hora seguida, dos a lo mucho. Despertaba varias veces en medio de la oscuridad y daba vueltas hasta que podía volver a descansar.

De nuevo, su única respuesta fue un movimiento de cabeza.

-Ah... Bueno, entonces te vendría bien ir a casa a descansar, es viernes de todos modos ¿Quieres que te acompañe a la salida?

Asintió, sin denotar mucha emoción. Avanzaron por el pasillo, los truenos que presagiaban la tormenta de esa noche eran totalmente audibles a través del cristal con grietas de las ventanas. Dieron con las escaleras y bajaron los tres pisos del edificio, ya casi desierto, hasta llegar al patio oeste. Antes de llegar a la mitad del lugar, a Minho se le ocurrió que debería decir algo, ya que casi nunca intervenía de más en sus encuentros con Thomas, lo que le hacía sentir culpable cada vez que se despedían, puesto que el otro ponía todo de sí para sacarle plática. Debía esforzarse un poco más, por eso se había pasado toda la vida sólo. Quizás se lo merecía.

-Qué... -Se aclaró la garganta para continuar-¿Qué estabas escribiendo hace rato?

-Oh, era mi diario nada más. Me gusta escribir, no me di cuenta hasta que empecé a hacerlo hace unas semanas... Últimamente hay muchas cosas que no me gustaría olvidar.

Ivy (ThoMinho)Where stories live. Discover now