C A P Í T U L O O C H O

409 35 39
                                    

‹ QUÉDATE CONMIGO ›

—Thomas, tenemos que irnos, abre los ojos... Por favor.

Tres interminables minutos habían pasado, el cielo empezaba a tornarse gris, extraños ruidos provenientes de algún sitio lejano propagaban su eco hasta allí, y Thomas seguía sin despertarse.

Minho había checado sus signos vitales en cuanto el miedo le hizo pensar lo peor: su corazón latía con normalidad, y aunque lentamente, seguía respirando.

No podían quedarse un momento más allí, en cualquier segundo un Penitente podría hacer aparición y dudaba que esta vez fueran a tener tanta suerte como antes. No había alternativa.

—Puff... Okey, de acuerdo. No me dejas más opción.

Como pudo, Minho colgó los brazos de Thomas alrededor de sus hombros y lo colocó sobre su espalda, sosteniendo sus muslos a los costados para no arrastrarlo durante el camino. Su cabeza reposaba en su hombro derecho.

Tenían el tiempo encima, si partían ahora, probablemente llegarían justo en cuanto las puertas fueran a cerrarse, la menor demora los condenaría.

—Descuida, Thomas, nos sacaré de aquí. Lo prometo.

Pese a que Thomas era considerablemente más delgado que él, tenerlo en su espalda no era un paseo por el parque, aunque no era la primera vez que se enfrentaba a tal situación. Sus pasos los daba bastante lentos, esto con tal de no dejar que se resbalara, pues de tener que acomodarlo frecuentemente perdería fuerza y tiempo, ninguna de las dos debía desperdiciar.

Cuando una gota de sudor se deslizó sobre su ojo, sacudió la cabeza y miró al cielo, repleto de nubes grises y luciendo una tonalidad granate que lo acongojó. Echó un vistazo a su reloj, aún era pronto para el atardecer ¿Aquello qué significaba? No podía ponerse a descifrarlo.

Continuó andando, empezando a jadear debido al agotamiento acumulándose poco a poco. Ignoró por completo el cambio de colores en el firmamento, aceleraba de a poco cada vez que escuchaba algún ruido en la cercanía, y no desaceleraba hasta que se sabía completamente a salvo. Ni siquiera la quemazón en sus brazos y piernas le hizo detenerse. En su oído derecho podía escuchar cada tanto la respiración de Thomas, lo que le mantenía sereno, igual que una canción conectada a su corazón que lo ayudaba a latir y a seguir luchando.

Ya casi estaban, faltaba muy poco.

"Resiste, Thomas, ya estamos cerca."

Un siseo, seguido de un rugido infernal y el golpeteo de puntas metálicas a unos corredores de allí le paralizaron momentáneamente. Cuando la onda gélida abandonó su cuerpo, se puso de nuevo en movimiento y empezó a correr lo más rápido que pudo. Logró escuchar al Penitente lanzándose en carrera contra ellos, giró en un pasillo y los muros se sacudieron con un estruendo, acompañado de un quejido perturbador.

Dos giros a la izquierda, uno a la derecha, recto y uno más hacia la izquierda... estaban de vuelta en el Área, unos pasos más y estarían a salvo.

—¡Agh!

Minho se dobló sobre sí al sentir una terrible pulsación en su cabeza. Su visión se volvió borrosa, en su mente escuchaba multitud de voces distorsionadas, no podía comprender ninguna palabra de lo que decían, gran cantidad de imágenes desaparecían mucho más rápido de lo que llegaban, haciéndole imposible distinguir nada en ellas.

El cuerpo de Thomas casi se le resbala por completo. Cuando el dolor desapareció, tuvo que dar todo de sí para recuperar el control.

Tambaleándose, se aproximó a las puertas, peleando para no ceder ante el peso de Thomas. Chuck ya estaba allí, animándolo con toda la fuerza de su voz. Zart, Winston, Sartén y Newt llegaron finalmente a su lado. Todos abrieron los ojos con horror, la bestia estaba a nada de alcanzarlos. Dos repiqueteos metálicos, cuatro, seis... ¿Es que nunca iban a callarse?

Ivy (ThoMinho)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin