CAPITULO DOS

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ALE

Me dirijo para salir por la misma puerta por la que he entrado, pero ella me escucha.

- Ay va, pero si parece que la libero se ha hecho popo en los pantalones - dice, picándome, y me giro lentamente.

- Ay va, si parece que la colocadora se ha cagado porque coloco mejor que ella - digo, siguiéndole el rollo.

- ¿Me estás retando, nena? - me dice, visiblemente cabreada

- ¿A dónde vas con tanta confianza? - digo con una sonrisa desafiante.

Se que ella no está cabreada del todo, que es de coña, pero...¿porque no picarla más?

Lucía me lanza la bola que tiene en la mano, y yo la atrapo antes de que me de en el estómago.

-  Si parece que vas a ser hasta agresiva - digo

- Te reto - me contesta

- ¿Tu?, ¿A mí? - digo - vas a perder

- ¿Recibes? - me dice, ignorando lo que acabo de decir

- Recibo

Me coloco en el campo opuesto al que está ella, y me preparo para recibir.

Lucía hace un saque muy potente, que impacta contra mis antebrazos, dejándolos enrojecidos.

Levanto la cabeza. El balón a ido a parar al sitio de la colocadora. Un recepción perfecta.

La miro. Me mira. Y se ríe.

- ¡Ale, haz tu un saque! - me dice desde la otra pista

- ¡Ni de coña, que soy muy manca! - le respondo

- ¡Ven, que te enseño!

Cruzo la red, y me posiciono a su lado.

- A ver, se hacer saque alto, pero está muy oxidado - digo yo, y ella suelta una carcajada

- Mira, te enseño.

Coge un balón del cesto y lo lanza para arriba, cuando éste está a una altura buena, ella le da un zambombazo, y pasa al otro lado de la red

- Eso no es normal, pero yo lo hago mejor - le digo

- Inténtalo - die, y me tiende un balón.

Lo cojo y hago los mismo pasos que ella, lo que pasa es que mi balón se va fuero, no dentro.

- A ver, mira - dice, y se posiciona detrás mía. Noto su respiración en mi nuca - tienes que coger tu mano izquierda - dice, y me coje la mano izquierda, con el balón apoyado en ella - y ahora con la otra mano le das - me coge la otra mano y simula el gesto de darle - ahora pruébalo - dice, y se separa de mí.

Hago los mismos gestos, y al fin cae dentro.

- ¡PUNTO DIRECTOOO!, ¡SAQUE PERFECTOOOO! - grito y Lucía empieza a reírse - ha estado bien eeh

- Si, ahora recibe - dice

Lleva 30 minutos volviendo a hacerme saques, y no ha conseguido colarme ni uno.

- Vamos a descansar un poco - declara Lucía, y se aleja a unos bancos que hay al lado de la cancha.

Camino hacia ella y me siento a su lado. Me dispongo a tener una conversación en la que no nos insultemos.

- ¿Y desde cuándo vives aquí?

- Viví aquí hasta que tuve tres años, entonces me fuí con mi padre a vivir a Grecia, despues nos tuvimos que volver a mudar, por su trabajo, a portugal, y nos tuvimos que volver a mudar, a Francia, y este verano hemos vuelto. Lo echaba de menos - dice

- Pues sí que has vivido en sitios.

- También se hablar griego, portugués, y francés.

- Dime algo en griego, que me encanta - le pido

- Eh, vale- me responde - eísai to pio ómorfo korítsi pou écho dei poté sti zoí mou

- Ni puta idea de los que has dicho, pero ha sonado bien - digo, y suelta una carcajada

Lucía mira el reloj y después fija sus ojos en los mios. Me doy el lujo de verla a más detalle. Sus ojos son marrones claritos, y unas pocas pecas se sitúan alrededor de su nariz.

- ¿Tienes algo que hacer mañana? - me pregunta

- ¿Sábado? No, ¿por? - le respondo

- ¿Has cenado?

- No

- Pues te invito a cenar.

- ¿Que? No, no - digo

- Así nos conocemos mejor, va venga - dice

- Vale, pero algo barato

- ¿Kebab?

- Perfecto.

- A las 8.30 en la puerta de la urbanización, ahí te veo

- Vale - digo, y recojo mis cosas para marcharme.

Estoy apunto de salir, cuando ella me llama, a lo que me giro. La miro, esperando a que me diga algo, pero ese momento no llega, o mejor dicho, no llega lo que yo quería que dijera.

- Se puntual - me dice, a lo que asiento con la cabeza, y finalmente, salgo, en dirección a mi casa.

- ¿Hola? - sigo al entrar a mi casa, esperando una respuesta que nunca llega.

Dejo el balón y las rodilleras en la mesa del comedor.

- ¡Alexa, pon el requiem de mozart! - le pido a mi fiel y siempre amiga, alexa.

"Reproduciendo requiem: mozart, secuencia 1: introitus, por: philarmonic orchestra and choir of London" me responde Alexa.

La música empieza a sonar, unas melodías que duelen al tan solo escucharlo, una letra que, aunque esté en latín, duele.

Me lavo las manos y me desnudo, para meterme en la ducha. El agua fría cae sobre mis hombros, espabilándome.

Salgo de la ducha y me seco el cuerpo y el pelo. Me estilizo un poco el pelo, planchándomelo.

Ya en mi habitación, decido lo que me voy a poner. A ver, ahora hay 20 grados, asi que algo fresquillo... Unos pantalones rectos beises y una camiseta negra. Sencillo, pero eficaz. Para complementar el outfit me pongo una gorra negra, un collar de cadena, y unos anillos de plata, acompañados siempre de mis pulseras, donde también se encuentra la bandera que hay colgada en mi habitación.

Me miro en el espejo. Que hermosura.

Miro el reloj. Las 7:30. Aún queda una hora.

Decido ponerme a leer una novela que estoy leyendo. Es de romance, y me encanta. Son dos chicas que... bueno, están enamoradas. ¿Podemos concordar en que los libros de romance lésbico son los mejores?

Me pongo mis auriculare, y suena "fourth of july", de Sufjan Steven.

Empiezo a leer, y rápidamente me sumerjo en ese mundo, dejando atrás el mío.

PI, PI, PI

Puta alarma.

Que si, que ya se que es la hora, que voy, collons.

Me levanto de la cama, me arreglo un poco el pelo y la ropa, y cojo un poco de dinero. Miro la hora. Las 20:20, hora espejo.

Me reviso el pelo y la ropa, y cojo un totebag, para guardar mis cascos, un poco de dinero, chicles (obviamente), y el móvil me lo guardo en el bolsillo.

Salgo de mi casa y hecho la llave.

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un encuentro inesperadoWhere stories live. Discover now