𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈 ~𝐔𝐧 𝐮𝐥𝐭𝐢𝐦𝐨 𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐞𝐠𝐨𝐢𝐬𝐭𝐚~

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– ¿Sabes a dónde vamos? – Pregunta Pirro.

Hace poco que Zhen Zhen y yo hemos cogido la delantera, si nos dejábamos a merced de lo que los tres chicos mandaban, sabíamos que acabaríamos muertas. Con pasos, más o menos firmes, continuamos el camino.

– La astronauta dijo que la llave puede detener a los aliens. – Dice Zhen Zhen señalando la llave plateada que ahora colgaba de mi cuello.

– Hay que llevarla a la LPR. – Dije, completando su frase.- Es decir, que tenemos que ir hasta Pasadena.

–Fui una vez allí a un concurso de robótica con mi padre. – Pirro comentó. – Pero no se como llegar sin GPS, esta a mas de cien kilometros de aqui.

–Suerte que yo sí. – Dije mientras cogía del suelo una linterna, nos podría ser útil más adelante.

–Eh, espera. – Grito Dariush, haciéndonos parar. – ¿Queréis ir 100km hasta la ciudad? La alerta dice que tenemos que apartarnos de las áreas metropolitanas, que no vayamos allí.

-No hace falta llevarla a Pasadena.- Dice Zhen Zhen mirándolo.- Bajamos de la montaña y se la damos a un adulto, y les decimos que la lleven al laboratorio.

–La leche. – Susurro por lo bajo.

Todos miramos a los lados, indecisos sobre qué hacer. ¿Cómo sabemos que los adultos son de fiar? Hasta el día de hoy ningún adulto me ha mostrado ser lo suficientemente responsable como para actuar bajo presión de manera correcta, ni mi padre, ni Conrad y mucho menos las fuerzas especiales. Nadie ha mostrado un mínimo de sentido común, y nadie lo hará en una situación como esta.

–Chicos.- Dice Gabriel, en un tono suave. – Hay una comisaría más abajo, podemos entregarla a un oficial.

Todos asienten, satisfechos con la idea de Gabriel, pero a mí algo me sigue pareciendo raro, inusual, como que no encaja.

No se si es una buena idea acudir a un oficial, salir del campamento, o si quiera fiarme de cualquiera de aqui, bueno, excepto de Dariush, es imposible que alguien con su IQ sea capaz de representar un problema mayor a la pesadez que puede volverse y a sus ridículos comentarios, pero puedo sobrevivir a eso. Pero si que se que es mejor no quedarse sola, y por muy en contra que este de este plan, no lo muestro. Sigo a todos dentro de la cabaña, donde hay una cantidad inmensa de bicis, algunas más viejas que otras. Me arrodillo junto a Gabriel delante de uno de los candados que aseguran las bicis mientras lo examinamos.

–Nos han dado el código al registrarnos. – Dice Dariush. – Es seis, seis, nueve.

Gabriel coge el pequeño candado y mira las ruedecillas con los números, con los labios levemente fruncidos.

– Rápido, tio, vamos. – Se queja Dariush mientras Gabriel sigue girando las pequeñas ruedas – ¡Date prisa, tu ponlo y ya! ¿es que eres tonto o qué?

Gabriel paró al momento, alzó la vista y miró fijamente a Dariush, quien dio un paso hacia atrás.

–No soy tonto. – Su tono firme hace que me estremezca antes de coger el candado de entre sus manos y poner la contraseña.

Gabriel me dedica una pequeña sonrisa antes de ponerse de pie. Nos repartimos las bicis y salimos con cuidado de la caseta. Pirro es el único que no coge ninguna bici, al igual que es el único que no sale de la estancia.

– ¿Qué pasa? – pregunta Zhen Zhen.

– Yo no puedo ir – Su voz titubea, inseguro.

– ¿Por que no?

– No se ir en bici – Y todas las piezas encajan –, nunca aprendí.

En cuestión de unos minutos los cinco estamos con nuestros respectivos vehículos, caminando entre la gravilla mientras que Gabriel nos explica su "super técnica infalible" para poder enseñarle a Pirro a montar en bici.

𝑭𝒍𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒖𝒆𝒍𝒈𝒂𝒏 𝒃𝒐𝒄𝒂 𝒂𝒃𝒂𝒋𝒐 [𝑮𝒂𝒃𝒓𝒊𝒆𝒍 𝒙 𝑶𝑪]Where stories live. Discover now