𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐕 ~𝐄𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐋𝐨𝐛𝐞𝐳𝐧𝐨~

27 5 0
                                    

ESTE DE LOS ÁNGELES.

19 KM HASTA EL LPR.

Habíamos caminado mucho, pero que mucho. No se como, terminamos en un monte, subiendo una de sus muchas laderas intentando llegar al LPR.

— Era el mismo alien que el del campamento. — Decía Dariush. — Creía que lo habíamos matado. Ya sabéis, cuando Dre lo calcino.

Le sonrió a Dariush, recordando ese momento. Quien diría que solo había pasado un día desde entonces.

— Si llego con la cápsula significa que sobrevivió al calor de la reentrada en la atmósfera. — Digo, formando una hipótesis en el camino.

— Puede que tenga una gran habilidad de regeneración celular. — Continua Pirro con mi hipótesis.

— Que te entienda, Alex. Por favor. — Zhen Zhen dice, ya cansada de tanta palabrería rara.

— Es como Lobezno. — Les digo, a lo que todos asienten entendiendo mejor lo que Alex y yo intentamos decir.

— ¿Y por qué nos sigue? — Gabriel me mira, esperando una respuesta.

— Oye, que yo no lo se todo, solo estoy juntando información y armando un croquis. — Me excuso, levantando ambas manos.

— Fijo que es por lo de su perro. ¿Habéis visto "Una pareja de tres" o "Beethoven"? Es un enlace primario.

— Vale, ahora soy yo la que no entiende. — Miro a Dariush quien suelta una exasperación.

— Busca venganza, como John Wick.

— Le estás dando motivos humanos a una forma de vida alienígena. — Le digo, aun sin entender muy bien quién es John Wick ni que tiene que ver con todo este asunto.

— ¿Tú por qué crees que nos sigue entonces? — Me reta Dariush.

— Tendría órdenes de matar a la astronauta Collins y a cualquiera con quien tuviera contacto. Solo somos un cabo suelto.

— Nah, la teoría del perro es mejor.

Pongo los ojos en blanco, aunque ambos nos reímos.

— ¿A quién le importa un rábano el por qué? — Grita Zhen Zhen. — Esto no es una puta Comic-Con. Lo que importa es que nos quiere a los cinco muertos, y que no podemos matarlo.

— Tiene razón. — Dice Pirro. — Deberíamos movernos.

— Estoy harto de tus ideas. — Grita esta vez Dariush. — Fuiste tú el que sacó a Hannibal Lecter de su celda, considera tus privilegios de líder revocados.

— A veces haces lo correcto y no sale bien. — Intenta defenderse Pirro. — Pero es posible que valiera la pena.

— ¿Quién demonios te dijo eso?

— Mi padre. — Pirro mira al suelo. — Ahora sé lo que significa.

— Dariush tiene razón. — Interrumpo cuando las cosas empiezan a tomar un tono raro. — ¿Por qué es cosa nuestra salvar a la humanidad?

Dariush me señala con una mano, como diciendo "¿veis?".

— ¿Crees que deberían hacerlo otros? — Me dice esta vez Gabriel. — ¡Pues claro que sí! — Mira a Dariush — El niño al que siempre se lo dan todo, que tus padres paguen al alien para que se vaya, que le den un mercedes. — Y ahora me mira a mi. — Collins te dio la llave, no nos la dio a nosotros, sino a ti. ¿Y ahora te achantas? Eres igual que tu padre, de tal palo tal astilla, Miller.

Ya es suficiente, ni el mercedes ni mi padre venían a cuento, y en otra situación lo hubiese dejado pasar. Pero con el desprecio que ha dicho mi apellido se ha pasado tres pueblos. Y es por eso que no dudo antes de propinarle un puñetazo en la cara.

— Tu no conoces a mi familia. — Le digo, mirando al suelo donde se encuentra ahora. Un líquido carmesí desciende de su nariz. — Si lo vuelvo a ver me mata, tío. Me mata.

— ¿Fue tu padre quien ayudó a enviar las coordenadas a la nave? ¿Las misma coordenadas que han ayudado a que los aliens nos invadan?

Siento presión en mi pecho. Mi respiración se acelera y mi cabeza va a mil.

Estamos cerca del LPR, estamos cerca de terminar todo esto. Pero eso también significa que estamos cerca de volver a casa, a la normalidad. Y yo me niego a volver a mi normalidad.

—Después de la muerte de mi madre, mi padre dejó el trabajo. — Digo, sacando las fuerzas de quien sabe donde. Hace mucho que me había negado a hablar sobre este tema.—No fue para siempre, volvió a incorporarse después de dos años, en un puesto mucho más alto que en el que estaba antes. Pero nuestra relación no volvió a ser la misma.

<<Él nunca quiso una hija, ni tampoco un hijo. Dudo que quisiera incluso enamorarse de mi madre, pero esas cosas no se pueden controlar. Trabajaba mucho, pasaba muchas horas en su despacho o el laboratorio, poniendo a prueba sus teorías, y cuando volvía a casa se encerraba en una habitación y volvía a repasar todo lo que había hecho durante su jornada laboral. Su trabajo era su vida, y no había nada más aparte de aquellos libros de texto y una pizarra llena de cálculos.

<<Mi madre en cambio odiaba trabajar. Le gustaba la repostería, por eso abrió un pequeño café al final de nuestra calle, donde vendía sus dulces y pasteles. No ganaba mucho dinero, pero sí lo suficiente como ayudar un poco en casa.

<<Vivíamos de manera modesta, los lujos nunca encajaron bien con mi madre y su estilo de vida. Ella era todo luz.

<<Una gran sonrisa y manchas de harina en el puente de la nariz.

<<Por eso mi padre se quedó tan hecho polvo cuando murió. Porque no solo murió una parte de él sino que también le había dejado con una criatura que él no quería. Mi madre era quien quería tener hijos, le ayudaba a mantenerse ocupada en esos largos días en los que su marido se encerraba en una habitación y no salía ni para comer.

<<Después del funeral mi padre siguió investigando, dejándome a mi sola. Aprendí desde muy pequeña a cocinar, bañarme y básicamente cuidar de mi misma. Como una mini adulta. <<Mi padre era muy devoto a su trabajo, y haría lo que fuera con tal de ayudar a la ciencia, incluso sacrificar su propia vida, aunque esto no implique la muerte.

<<Pero mi padre no es un asesino, jamás haría algo que pudiese dañar a nadie.

— ¿Sabías lo que quería hacer tu padre? — Me preguntó Pirro.

Negué con la cabeza, las lágrimas inundando mis ojos. Me senté en el suelo. La hierba me acariciaba la piel de los tobillos.

— Él creía que había encon... encontrado vida.

Gabriel se acercó a mi, sentándose más cerca.

— Conmigo. — Me dice, como esa vez en el autobús, ayudando a calmarme.

Pero el tema se que atrás cuando la radio que lleva Zhen Zhen en su mochila empieza a pitar.

— Siento haberte pegado. — Le digo a Gabriel mientras Zhen Zhen saca la radio, le extiendo un pañuelo de papel. — Limpiatelo.

— Yo siento haberte dicho eso de tu padre. — Se disculpa Gabriel aceptando el pañuelo y limpiándose la sangre de la nariz. — Das buenos golpes.

Le sonrió acercandome un poco más a él, pero ambos somos parados por Zhen Zhen, quien dice:

— Es el Dr. Fielding, intenta contactarnos. Hay que irse.

— Deberíamos buscar algo de ropa. — Sugiere Pirro. — Puede que esa cosa siga nuestro olor. 

𝑭𝒍𝒐𝒓𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒄𝒖𝒆𝒍𝒈𝒂𝒏 𝒃𝒐𝒄𝒂 𝒂𝒃𝒂𝒋𝒐 [𝑮𝒂𝒃𝒓𝒊𝒆𝒍 𝒙 𝑶𝑪]Where stories live. Discover now