Capítulo 21

1.5K 158 161
                                    

En la oficina reina un ambiente demasiado silencioso para ser un lunes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

En la oficina reina un ambiente demasiado silencioso para ser un lunes. Normalmente, los lunes es día de contar qué tal ha ido el fin de semana, de parloteos, cotilleos que se han perdido en los dos días en los que hemos estado separados, pero hoy todos parecen enfrascados en sus trabajos. Quizá sea que yo estoy luchando con todas mis fuerzas para no quedarme dormida con el escritorio o que, en esta ocasión, cuando Cassie me trae el nuevo proyecto a mi escritorio, lo deja con suavidad y se queda unos minutos charlando, preguntándome qué tal han ido mis vacaciones.

O quizá, en realidad, se trate de que hace mucho tiempo que no me siento en paz y sentirme así me resulta extraño, como si estuviera ante un animal exótico.

La única brecha en la paz la tengo a mi lado. Jordan está tecleando furiosamente mientras se muerde el labio e ignora sistemáticamente los mensajes que no paran de entrar en su teléfono cada pocos minutos.

Después de unos minutos, tiro la toalla y me giro hacia ella.

—A ver, ¿qué te ocurre?

Ella resopla, empuja el teclado hacia adelante y se deja caer en la silla.

—¿Sabes lo difícil que es tratar con Nathan? —me pregunta, resoplando—. Estoy intentando usarlo para lo que hablamos, pero es complicado cuando la mitad de sus mensajes son declaraciones de amor y, la otra, negativas por temor a perder su trabajo o terminar en la cárcel. Voy a tener que jugar la carta de la chica enamorada y no te haces una idea del repelús que me da.

Suspiro. No tengo intención de forzar a nadie a ayudarme, y mucho menos si está bastante claro que le da auténtico pavor y que solo lo haría por un amor que no va a ser correspondido.

—No quiero que engañemos a nadie, Jor. Si le da miedo hacerlo, siempre podemos recurrir a otra persona.

—No —dice, frunciendo el ceño—. Tiene que ser él. Es bueno en su trabajo. A ver, es bueno en muchas cosas, pero principalmente en su trabajo. Sé que puede hacerlo, pero sé lo que quiere a cambio y no puedo dárselo.

—¿Qué es lo que quiere?

—Una cita. De esas formales y excesivamente románticas que incluyen paseos, cena, hotel con velas y toda esa parafernalia. Sé que puede parecer una estupidez, porque ya nos hemos acostado y en cierto modo me gusta, pero es que ese es el problema, que me gusta un poco. —Aparta la mirada, mordiéndose el labio inferior—. Y no quiero alimentar eso. No puedo.

La tomo de la mano y asiento. Siempre he sabido que el miedo de Jordan a las relaciones no era normal, pero jamás he querido forzarla a contarme qué fue lo que le ocurrió para que terminara detestando el amor con tanta fuerza. Ella sabe a ciencia cierta que, en cuanto esté preparada para hablar de ello, me tendrá a su lado para escucharla y apoyarla.

—Está bien. No lo hagas. Te está pidiendo algo que está fuera de tu alcance, Jordan. Yo jamás te obligaría a hacer algo así. Lo sabes, ¿verdad?

CatfishDonde viven las historias. Descúbrelo ahora