Advertencias: Cuidado con los spoilers, voy al día con el manga.
Hace exactamente un año me encontraba en medio de la nada bajo una noche estrellada, sosteniendo en mis manos un cupcake y fracasando vilmente en mi intento de encender una pequeña vela por culpa del viento (lease el capítulo [5] para más contexto jajaja).
Y pareciera que tan solo fue ayer cuando retuve en mi mente su risa burlesca en medio de aquel vergonsozo momento y me senté junto a él en una banca mientras su mirada se perdía en la inmensidad del cosmos.
Hace exactamente un año, no habría pensado que pudiese existir un mejor cumpleaños que aquel.
Y hoy, rodeada de paredes de un blanco impoluto, sostengo un cupcake de similares características asegurando que no podría haber un momento más feliz que aquel en donde el rubio de ojos carmesí posee la capacidad y el ánimo para apagar tan sólo una vela.
Mi mano sostiene la suya con delicadeza mientras mis lágrimas se deslizan por mi rostro al ser incapaz de contener mi emoción, y el hombre frente a mí se vuelve a acercar la marcarilla de oxígeno al rostro para poder respirar con menor dificultad.
Su ánimo no es el mismo.
Su mirada perdida no está en las estrellas, sino en el techo de este hospital, y esta vez estamos sólo los dos porque las políticas del lugar no permiten más de una visita simultánea por paciente.
Katsuki Bakugō se encuentra tendido en la camilla que ha sido parte de su realidad por días, y aparentemente meses, pero no podría ser más feliz en este momento, pues el chico que alguna vez deseó con todo su ser convertirse en el héroe número 1, aún continúa luchando por su sueño.
Katsuki Bakugō es capaz de apagar una vela, y de volver a cumplir otro año.
No deseo que él contenga mis lágrimas con su mano, sino con sus hechos, y deposito mi esperanza en que, dentro de un año, esta vez sí podamos compartir un gran pastel con todos nuestros amigos.
El rubio cierra los ojos y refunfuña debido a que esta vez no podrá ser capaz de comerse el cupcake que dejo sobre la mesita junto a la camilla, pero sé que su quejido intenta ocultar un acto más noble que hasta el momento no había tenido la oportunidad de experimentar.
Y es que nuestras manos unidas son llevadas precisamente a aquella frágil zona de su cuerpo que hasta el día de hoy no había sido capaz de tocar, y no importa si su cuerpo aún está envuelto en vendajes, pues luego de unos segundos puedo percibir con absoluta claridad el palpitar de aquel corazón que tiempo atrás se hizo pedazos de forma literal.
Siento la adrenalina elevarse a niveles críticos, y no sé si es él o yo quien tiembla ligeramente mientras ambas manos reposan sobre su pecho.
Sus ojos se mantienen cerrados y se extiende por varios segundos la exhalación del hombre que comparte una parte de su fragilidad conmigo.
Tal vez con esa exhalación podría soplar más velas.
Se me escapa una risa nerviosa por aquel pensamiento, y el rubio abre ligeramente un ojo mientras me aprieta la mano regañándome de forma silenciosa.
Sentada en una silla al lado de su camilla, acerco el mobiliario para quedar más cerca de su cuerpo, y entonces recargo mi cabeza cerca de la suya, en su propia almohada, invadiendo por primera vez su espacio clínico para comenzar con la delicada labor de deslizar con cariño mi pulgar que aún se encuentra sobre aquel espacio donde está su corazón en recuperación.
Y entonces, es él quien me hace un regalo en su propio cumpleaños.
Me siento afortunada, y mis ojos también se cierran al intentar descansar junto a él después de los complejos tiempos que hemos debido experimentar.
Estoy feliz. Y sé que él también lo está.
Tal vez, el próximo año podamos celebrar con ganas su cumpleaños, rodeados de amigos y un enorme pastel.
O tal vez,
Ese día sea hoy mismo.
La puerta de la habitación es golpeada un par de ocasiones, y puedo ver que se asoma la cabeza de la doctora del hombre junto a mí.
Katsuki no abre sus ojos, pero mantiene mi mano sobre su pecho frente a la presencia de un extraño.
Soy yo entonces quien, invadida por una extraña vergüenza, retira su mano del cuerpo del hombre que amo, mientras me enderezo y observo con desconcierto cómo es que detrás de la doctora ingresan en silencio a la habitación un montón de personas...
Y por supuesto, Kirishima obtiene su redención ingresando con un enorme pastel sobre sus manos.
La luz de la habitación se apaga, y me quedo en pausa frente a la tardía reacción del rubio.
Mis lágrimas vuelven a surgir y hacerse protagonistas en mi rostro,
Pero, estoy feliz, pues Katsuki Bakugō aún es capaz de apagar una vela y de celebrar un nuevo cumpleaños, esta vez, en compañía de quienes más le queremos, y quienes deseamos de todo corazón que su vida goce de salud para verle convertirse en el hombre que desea ser...
El héroe número 1.
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.Pd: Deposite sus lágrimas aquí, junto con sus esperanzas de que Horikoshi nos reviva pronto al muchacho.
Un besito, y un feliz cumpleaños al dueño de nuestros suspiros enamorados ❤️❤️❤️❤️
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Relatos de una vida con Katsuki Bakugō.
FanfictionMicro escenarios de una vida sencilla con las complejidades de vivir en el mundo real. Un espacio muy personal, donde la imaginación juega un rol crucial al incluir al rubio de ojos carmesí en la ecuación.