Ella desea libertad, el es libre.
Ella es Kook, el es pogue.
Haría lo que fuera por estar con los Pogues, viviendo la vida repleta de amor y libertad, aún con sus mejores amigas las olas y su hermana de corazón Sarah Cameron.
Novela del personaje...
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"¿Tu, mi punto de enojo? ¿Que mierda dices Olive?" ━━━━━━━━━⊱⋆⊰━━━━━━━━━
Luego de muchas, muchas horas viajando, llegamos a Outer Banks, justo en el amanecer, decidimos dejar a Sarah en el chateau para que busque a John B o si llega ella este. Los demás llevamos el barco más lejos para que no nos perjudique mucho más, igualmente los barcos siempre tienen un localizador para saber donde están en todo momento.
—Bienvenida a Outer Banks, Cleo— Le dijo Pope apenas nos subimos al muelle.
—Estás loco, Pope. Tus padres no querran que viva ahi— Pope le ofreció quedarse en su casa, ya que no tiene donde ni nadie que le de una mano.
—Claro que si, ¿estas de broma?— Aseguró el.— Heyward pondría ponerte a trabajar, pero la ayuda siempre sirve— Explico seguro, ella no parecía muy segura de que salga como dice.
—No lo sé, ¿Seguro?— Hablo ella con poca seguridad.
—Si, tal vez se queje un poco, pero yo hablaré con él. Nos la arreglaremos— Trato de tranquilizarla.
JJ estaba nervioso, no sabia que nos podría pasar, Kiara igualmente por el tema del internado y yo, el doble, mi padre esta mal de la cabeza y estaba desesperada por saber de Mateo y su salud. JJ se toca el pelo cuando esta nervioso, estábamos de la mano, mueve sus dedos también, mira para todos lados, perseguido.
—Tranquilo, todo estará bien— Me miró y su rostro se relajo.
Fuimos caminando hacia la casa de Kiara, ella sería la primera en ver a sus padres, luego me dejarían a mi en casa ya que quedaba de paso.
—Hogar, dulce hogar— Dijo la morocha entrando a su casa por la pequeña puerta.
—Maldición, Kiara. ¿Vives aquí? Es como la casa blanca, amiga— Hablo impactada Cleo apenas la gran casa se poso en nuestra mirada.
—Y eso que no viste la de Liv— Le murmuró Pope y lo mire mal, JJ asintió dándole la razón.
—Callense— Los regañé y sonrieron aguantando la risa.
—¿Cuán malo crees que sea?— Le pregunto Pope antes que ella suba las escaleras.
—¿Del 1 al 10? Veinte— Acotó dudosa, con algo de miedo.
—¿Quieres que te esperemos?— Pregunta Cleo.
—No, debo hacerme cargo. Liv tiene que ver a su hermano y no quiero hacerla esperar— Le sonreí y negué con la cabeza para que sepa que no hay problema— Gracias por acompañarme.
Apenas subió por las escaleras la miramos unos segundos y prendimos camino de nuevo, ahora hacia mi casa, mis piernas temblaban, mi estómago estaba revolviéndose, todo de los nervios y la ansiedad.
