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Parte Uno: Verano.

Todas las mañanas Hoseok se despertaba a las siete, saliendo de la cama y siendo el primero de la casa en levantarse

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Todas las mañanas Hoseok se despertaba a las siete, saliendo de la cama y siendo el primero de la casa en levantarse. Yoongi, su alfa, se removió entre las sábanas, dejándose diez minutos más para dormir.

Encendiendo las luces del comedor, subió a la pieza donde dormían profundamente los gemelos: Jimin y Taehyung, de quince años.

—Arriba, tienen que ir a la escuela.

Luego, fue donde dormía el pequeño Jungkook, que ya no era tan pequeño. Había cumplido doce el mes pasado, pero para Hoseok siempre sería su bebé. Sus hermanos eran casi tan altos como su mamá, y ya se comportaban como adolescentes hormonales, sin embargo, Jimin vigilaba muy de cerca su hermano mellizo, desaprobando cualquier alfa que intentara acercarse a Taehyung, aunque recién empezaba a tolerar la presencia de Jin.

Hoseok, en el fondo, no quería que se hicieran mayores, sobre todo Taehyung y Jungkook. Sus cachorros eran su vida, y por nada del mundo querría que pasaran por lo que tuvo que pasar él durante los primeros meses después de dar a luz.

—¿Mamá? —balbuceó la voz de Jungkook, bostezando.

—Buenos días, cielo.

El omega se escondió bajo la sábana, quejándose de que tenía sueño. Hoseok sólo sonrió, recordándole que en cinco minutos lo quería listo para desayunar.

La escuela primaria y secundaria empezaba sus clases a las ocho y Yoongi entraba a trabajar a esa misma hora. Hoseok debía procurar tener el desayuno servido, los uniformes escolares limpios y planchados y, además, las loncheras llenas de comida antes de las siete y media, momento en que cogía las llaves del auto, se despedía de Yoongi con un beso y llevaba a sus cachorros a la escuela.

Conocía tan bien su rutina que incluso podía hacerla con los ojos cerrados; cinco días a la semana durante diez meses, los otros dos eran vacaciones, pero eso no le libraba de seguir haciendo las tareas del hogar todos los días. Pero ya estaba bien así, ¿no?

No era la vida soñada, sin embargo, amaba a su alfa y a sus hijos, ¿qué más podía pedir?

Cuando llegó a la escuela, se despidió de Taehyung y Jungkook con un beso en la mejilla, mientras que a Jimin le dio un corto abrazo. No pudo evitar recordar lo que le dijo dos años antes, justo cuando empezaban el nuevo curso.

—Ya, mamá... No me beses delante de mis amigos.

A Hoseok le dolió mucho oír eso, pero se dijo que era normal. Jimin era, en ese momento, un alfa de trece años y seguramente no quería ser avergonzado por los otros alfas de su edad.

—Pásenlo bien.

Los tres se voltearon para decirle adiós. En cuanto se perdieron entre los demás estudiantes, fue que puso en marcha el auto, alejándose de la escuela. Esa mañana la iba a pasar limpiando en casa y haciendo la colada, y luego iría a la biblioteca para seguir estudiando inglés. Hacía ya un mes que decidió aprender un nuevo idioma, no por necesidad, sino para distraerse y no morir de aburrimiento en sus horas libres.

Four Seasons [YoonSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora