4. Besos, como método de sanación.

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Sufrir lesiones es algo a lo que cualquier deportista debe enfrentarse, después de todo, llega un momento en el cual el músculo se ha sobre esforzado y se desgarra. Esto solo es un pequeño paso más para que adquiera la fuerza necesaria, pero hay momentos en el que el músculo queda fatigado, dando como consecuencia una lesión. Pedri era consciente de eso, pero no podía evitar sentirse frustrado cada vez que le sucedía.

Ahora, durante el entrenamiento, sufrió otro pequeño desgarre en el músculo. Le habían aconsejado no esforzarse demasiado debido a que ya cargaba con una lesión de anterioridad, pero para él, las pequeñas caminatas que le pedían hacer no lo satisfacían. Prefería mil veces tener que correr varias millas a simplemente dar "un paseo".

Se sentía mal, en sus años como futbolista y deportista olímpico le había sucedido varias veces. Pero la racha de lesiones que tenía desde su incapacidad en el mundial, le preocupaba, estaban sucediendo muy seguido.

Entre sus compañeros de equipo lo ayudaron a llegar a la camilla del sitio de primeros auxilios del lugar. Todos lo miraban con preocupación, sobre todo Gavi, siempre era él quien estaba al pendiente de todo lo que le sucedía al mayor, y tener que ver las muecas de dolor que el otro hacía no le parecía agradable.

Varios regaños recibió por parte de Xavi.
Vale, que Pedri lo sabía, no podía hacer sentadillas, pero sentía que ya estaba mejorando, se sentía capaz. Se equivocó y pedía perdón por eso.

—Espera aquí a que llegue la fisioterapeuta, los demás, no ha pasado nada, ¡Vuelvan a entrenar!

Los chicos fueron volviendo a la cancha, Gavi fue el único en pedirle al míster que lo dejara quedarse junto a él. Xavi suspiro, le parecía molesto que cuando uno de los dos se lesionaba, el otro se quedaba haciéndole compañía, incluso si no era nada grave; había pasado tantas veces que ya casi se acostumbraba. Se regañó mentalmente por permitirle tanta libertad a los jugadores y salió de la habitación dejándolos solos.

—¿Te duele mucho? —Preguntó Pablo, con clara preocupación en su tono de voz.

—No, no te preocupes, solo siento el músculo encogido, cómo si tuviera un nudo.

Gavi observo la pierna afectada, no había signos de que fuese algo grave, sintió alivio. Dirigió su mano al muslo, acariciando suavemente.

—Vamos, vuelve al entreno, que estoy bien, anda. —Le ordenó, realmente se sentía bien. No quería que Gavi perdiera el tiempo ahí con él.

—No, que me quedo a cuidarte.

—Lo único que quieres es saltarte el entreno, ¿No?

Gavi asintió moviendo sus cejas de arriba a abajo, dedicándole una mirada de picardía. Ambos comenzaron a reírse.

—Pues vaya que eres flojo.

No diría nada al respecto. En silencio, Gavi acariciaba la pierna del contrario, subía y bajaba con delicadeza, se sentía hipnotizado, no sabía lo que hacía, pero le gustaba. Cuando sintió sus manos rozar con la tela del short deportivo de Pedri, trago saliva.

En su pecho, se alojó una extraña sensación de querer ascender aún más. Ideas de lo que podría hacerle a Pedri para hacerlo sentir mejor aparecieron en su mente, utilizando sus manos o tal vez su boca, la cual había comenzado a salivar. Eran esa clase de pensamientos que, si un religioso los viese, le mandarían a exorcizar.

Agito su cabeza tratando de disipar todos esos pensamientos pecaminosos de su mente. No era la primera vez que le sucedía, esas clases de pensamiento le llegaban en diferentes ocasiones: Cuando veía a Pedri en los vestuarios, mientras sudaba en los entrenos o incluso aquella vez en la que ambos vistieron un hermoso traje formal. Pedro se veía hermoso ese día para, no le despego el ojo, tuvo unas inmensas ganas de ser quien le quitará el traje esa noche.

Hablando de noches, había algunas en las que Gavi hacia acciones un poco sucias, involucraban a su mano, mientras pequeños suspiros con el nombre de "Pedri" salían de su boca. No se sentía muy orgulloso de hacer eso pensando en su mejor amigo, pero no podía evitarlo, era instintivo.

No podía creer que pensara esas cosas con él ahí presente. Rápidamente quitó su mano de las piernas del canario.

—¿Por qué? Se sentía muy bien. —Se quejó Pedri, quien estaba comenzando a sentirse cómodo con las caricias.

Hay otras formas en las que puedo hacerte sentir mejor.

Se hizo un regaño mental, ¿Por qué tenía que tener tales pensamientos? Se sentía como un adolescente, con las hormonas descontroladas y los pensamientos llevados al límite de lo indebido. Odiaba que su cuerpo se calentará en los momentos menos deseados. Pero claro, él aún podía considerarse un adolescente.

Volvió a colocar su mano, llenado de caricias la zona. Pedri se relajó, cerrando sus ojos. Gavi masajeaba un poco la zona y siempre que llegaba a la tela, volvía a bajar rápidamente. Se sentía de lo más tímido en ese momento, el hecho de que estén solos, lo hacían parecer un momento íntimo, ¿Pensaría eso Pedri también?

Cuando escuchó a Pedri suspirar con satisfacción, se detuvo y lo observó. Sus ojos seguían cerrados, pequeñas gotas de sudor por el ejercicio anterior se resbalaban secándose en la piel lisa del morocho. Tenía la boca semiabierta y los labios completamente húmedos, se le veían brillantes...

Apetitosos...

No sabía que estaba haciendo, pero su cabeza fue bajando más, acercándose a la pierna del afectado, su mirada no se retiraba de los labios ajenos, llegó a la suficiente distancia para que su boca chocara con la rodilla del mayor. Sus labios sintieron los pequeños vellos corporales de la zona.

El sonido de un beso sonó por toda la silenciosa habitación. Pedri abrió sus ojos de repente y le miró, sorprendido.

¿Pero qué hacía? Gavi retiró inmediatamente su rostro del lugar, su cara se hallaba roja, se moría de vergüenza ahí mismo. Sus miradas se encontraron y como ya era costumbre últimamente, el silencio los invadió.

—Un beso para que sane más rápido. —Hablo, excusando su acción, acompañado de una risa que se esforzaba por ser burlona.

"Tragame tierra" pensó.

Si no fuera por las actitudes que el menor estaba teniendo últimamente, Pedri se lo habría tomado con gracia. No fue así, pero intento reír para aliviar el ambiente.

—Pues anda, ahora me duele más la pierna por tu culpa, me siento peor.

La cara avergonzada de Gavi fue remplazada con una de molestia. Miro mal a Pedri, el cual se encogió en su camilla arrepentido de lo que había dicho.

—Que los besos para sanar son super efectivos Pepi, ya verás como te mejoras más rápido, que te lo digo yo. Los de mi madre funcionaban.

Vale, esos si le había parecido gracioso, así que no dudó en reírse de la forma más escandalosa posible. Gavi le protestaba que parará, no lo había dicho eso para que se burlara. Termino pellizcando el brazo al mayor como venganza.

—Chicos, perdonad la demora, que los papeleos me enredan un poco el tiempo.

La fisioterapeuta apareció en la sala y ambos agradecieron el que interrumpiera. El menor no sabía cuánto tiempo más lograría fingir el hecho de que se estaba sintiendo incómodo por sus últimas acciones. Gavi se despidió, excusándose de que debía volver a los entrenamientos, saliendo del lugar apresuradamente.

Mientras caminaba por los pasillos, se sintió el chico más tonto del mundo. Que estúpida idea había tenido de hablar sobre los Besos, como método de sanación.

Besos incomprendidos. [Pedri & Gavi/Gadri]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt