En la nueva casa donde Hoseok llega a vivir luego de que su padre falleciera, comienzan a ocurrir sucesos escalofriantes que lo llenan de pánico, haciéndolo pensar que lo mejor es marcharse de ahí para siempre. Hasta que un habitante de otro plano t...
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Hoseok cargaba con una canasta mientras ayudaba a Seokjin a cortar las fresas maduras de su huerto. El aire frío comenzaba, se avecinaba el otoño y la verde hierba pronto comenzaría a cambiar su color.
Había transcurrido un mes completo desde su llegada, y después de esos escalofriantes acontecimientos, todo parecía marchar con normalidad.
Ya no había tenido que pasar por ningún tipo de incidentes y eso lo había mantenido muy tranquilo y más relajado.
Aguardó un momento, observando que, detrás de la casa, había un deteriorado cuarto, una casi bodega que estaba cerrada con un gran y oxidado candado.
Ya la había visto días atrás, pero no había tenido la iniciativa de consultar con la servidumbre, qué era lo que contenía.
Hasta ese momento en qué tuvo valor para preguntarle al cocinero. Caminó hasta él, quién se mantenía muy concentrado sosteniendo las tijeras que cortaban las fresas.
—Jinnie... —Pronunció su nombre sin dejar de ver hacia ese lugar.
—¿Mmh? —Hizo un sonido interrogativo, sin abandonar su atención.
—¿Qué es eso? ¿Qué hay dentro? —Señaló con la mirada, envuelto en curiosidad.
El cocinero giró la cabeza en esa dirección y descubrió a lo que se refería. —Solo es un almacén abandonado —resumió con fingido desinterés—. Tu padre solía tener de todo ahí, pero luego de un tiempo, se dejó de ocupar.
—¿Y por qué tiene candado? ¿Por qué está cerrada?
—No lo sé, quizás para que nadie vandalizara.
Quedó satisfecho con la explicación, ya no había más motivos para sospechar. Así que continuó cortando más fresas.
A la hora de la cena, todos lo acompañaron a la mesa, compartiendo los alimentos con él. Excepto Jin y Jimin quienes se habían disculpado, uno con la excusa de estar a dieta, y otro explicando que ya había picado algunas frutas antes de la hora.
—Mañana viajaré a la ciudad por cuestiones de negocios —comentaba Namjoon, cortando el filete de pollo en su plato—. ¿Necesitas algo de allá? Estaba pensando que sería buena idea comprarte un televisor, veo que pasas mucho tiempo aburrido a pesar de que has comenzado a leer los libros de la biblioteca.
Hoseok lo miró dubitativo. —Nunca en mi vida he visto el televisor... No sé si lo necesite, pero me gustaría ver con Taehyung algunas películas.
El pequeño sonrió totalmente emocionado, pero siguió sin entrometerse en pláticas de adultos.
—Bien, veré qué puedo conseguir. Solo quiero avisarles que estaré fuera de casa por tres días. ¿Pueden manejarlo?
El resto continuaba en silencio, escuchando los recados del amo de llaves, pero Jimin asintió. —Por supuesto, sabes que nosotros nos encargamos —respondió, ayudando al niño a cortar sus vegetales.
