Padre, tenemos que hablar

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La noticia del accidente de Guillermo Ochoa fue noticia aquel domingo 4 de junio, pero no fue sino hasta el lunes doce, a las 23:59, hora Italia, que una publicación de un guardameta mexicano en el extranjero hizo caer las redes, una noticia avasalladora complemente. Claro que, el medio deportivo estaba en espera de un pronunciamiento luego de horas, días eternos de silencio, pero nadie nunca dimensionó lo crítico de aquel suceso, imágenes sensibles sí, pero que del otro lado del océano no despertaban preocupación alguna, solo burlas y rezos al cielo porque por fin, el de arriba oyera sus súplicas y en una de esas, Ochoa y la selección mexicana no caminarían más de la mano.

Comentarios de esa índole, llenas de saña fueron el día a día de la comunidad de Salerno y del pueblo mexicano, una Italia incapaz de entender como el deporte ha de escalar al punto de desear el mal a quien solo ha dado todo de sí por él, pero también por su país. Bueno, tampoco era algo extraño, el suceso de aquel fallo en el avión y un aterrizaje forzoso ya había dicho mucho meses atrás.

México despertaba aquel martes 13, 13, porque así Memo lo quiso, un número que siempre ha estado destinado para él y que lleva tatuado un sin fin de hechos tanto buenos como no, con la noticia del siglo, su nación había sido escuchada, ya era hora.

Un sentir opuesto se vivía en el CAR, Centro de Alto Rendimiento, pues a una semana concentrados y con miras a jugar en dos días más, el 15 de junio la semifinal de la Nations league frente a la nación de las barras y estrellas, el Tri debía abordar ya un vuelo para dar frente a esa justa aun cuando los pensamientos de todo seleccionado estuviese en otro lado, más bien en un alguien, en Guillermo, el corazón de la selección.

Se sabía que Memo no estaría al frente, al menos en ese juego, pues había sido recién intervenido por lo que sería, Carlos Acevedo, arquero de los Santos, el guardián del arco tricolor así lo había determinado Diego Cocca ese primer día. Pero saber ahora que jamás volvería a pisar una cancha para defender ese escudo que tanto amo, vaya, un golpe dolería menos. Una instalación completa perdiendo su voz a penas al amanecer.

Y el duelo frente a Estados Unidos era lo de menos, la Copa Oro a la vuelta de la esquina y México sin arquero para ello. Ni Carlos, ni Toño ni Ángel están al nivel de lo que ese encuentro demanda, pero no por ello deberán no estarlo siempre. Con el tiempo encima y mucho mucho trabajo que hacer.

Nadie quería fallarle a México menos aún a Guillermo mas nunca se obtiene lo que se quiere sino lo que se necesita, un 4-1, cortaba así las alas de una escuadra que nuevamente ve comprometida su nula relación con la afición a falta de resultados claros, ya sin Ochoa al frente, no solo los seleccionados de pasado azulcrema eran objeto de abucheos sino todos, un Carlos destrozado por los medios y por una afición que lo pedía a gritos aquel abril frente a Jamaica.

Adiós concentración, hola Italia

Luego de un desastrozo juego, Diego Lainez hacía maletas rumbo a Salerno, tenía unos días para poder ir, saber el estado de su amigo, y regresar para poner en marcha las estrategias ante Honduras, duelo a disputar en 10 días, 25 de junio, y cuyo llamado sería el 20.

Mentiría si dijera que sería ese soporte que Francisco necesita, cómo serlo si dentro de sí mismo hay una batalla que cree perdida, maldita la hora en que lo comenzaron a llamarlo a son de burla "El Messi mexicano". No hacia falta que la prensa mexicana y argentina hablara, él mejor que nadie sabía que su carrera en retrospectiva era un fracaso total, hacerle caso a su padre para fichar por el Betis cuando la opción que mejor convenía era y fue el Ajax. El dinero siendo factor cuando no debía ser. Un regreso a casa a un equipo que no es el club de sus amores.

Tanto viajar para que al final el miedo impidiera siquiera tocar la puerta de Memo, ya Andrés le había proporcionado todos los datos pertinentes pues con su llegada a Salerno él podría partir a resolver unos asuntos pendientes con su club, un club en que si bien estuvo en sus filas jamás fue parte de él realmente.

Tears | Ochoa x Ter StegenWhere stories live. Discover now