CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO

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Antes de que lean este capítulo, les pido que disfruten de lo que se viene, si mis calculos no me fallan, faltan menos de 7 capítulos para que termine esta historia. Si bien no tendría que estar explicando esto, quiero que sepan que hacía mucho tiempo no me reía escribiendo a Minerva y espero que ustedes también lo hagan. Les prometo que en los próximos capítulos, todo va a ir cayendo en su lugar y se irá acomodando y solo para advertirles, no den nada por hecho.

Las amo, gracias por seguir acompañándome.

Ahora, a disfrutar.




NADA QUE EL SÍNDROME DE TOURETTE NO PUEDA SALVAR


Observo las ventanas mientras Mika y Dante hablan de lo que va a acontecer esta noche. Cuando mi amigo me dijo donde íbamos a ir a cenar, le dije que no lo haría sino me llevaba primero a cambiarme a mi departamento, porque no había manera en el mundo que fuera después de la cafetería allí.

No hacía milagros, aquello de más está decir, sin embargo, una vez que me arregle el maquillaje y cambie mi ropa por un jean de color blanco y una camisa de seda negra y unos tacones, era otra persona.

Más segura de mi misma, pero también la misma a la que su instinto le decía que algo esta noche iba a salir mal.

Si tan solo lo escuchara, mi vida sería otra.

Mika me sonríe cuando vuelvo, diciéndome que estoy igual de preciosa que antes.

Dante me pregunta que me hice para parecer que pase un día de spa, el muy infeliz.

Una vez que llegamos al restaurante, tal como la última vez, hay fila, sin embargo, Mika me dice que su madre y sus hermanas ya están dentro, por lo que no es necesario hacer la cola.

Dentro del ascensor Dante comenta lo pijo que se ve todo y yo ya, sin aguantarme, no puedo evitar decir: —Hay algo que necesitan saber de la última vez que estuve aquí.

—Ya valimos —dice Dante, sin tenerme una pizca de fe.

Me ofende, aunque lleva la razón.

—¿Cómo que ya estuviste aquí? —Pregunta Mika. —¿Con quien?

—¿Recuerdas aquella vez que Dean me invitó a comer? ¿Que al final lograste convencerme de que vaya?

Mika entrecierra los ojos, antes de asentir.

—Bueno, la cosa es que con Dean nos pusimos un poco tontos —murmuro, nerviosa, viendo con que velocidad sube el ascensor.

—¿Y...? —Pregunta Dante, toda curiosidad ahora.

—Y que me saque las bragas...

Mika abre la boca para preguntar algo, pero es Dante quien se le adelanta: —Cuando dices que te sacaste las bragas, ¿a que te refieres exactamente? Por que se me vienen muchas cosas a la cabeza y todas terminan en una orgía —suelta.

Tomo aire, armándome de paciencia, antes de responder: —Es que la camarera que nos atendía no dejaba de hacerle ojitos a Dean —respondo, cruzándome de brazos, nerviosa.

—¿Y eso como termina contigo sin bragas? —Pregunta Mika.

—Y bueno, pues hazte a la idea, comenzamos a tontear con Dean, una cosa llevó a la otra y entonces me saqué las bragas, no se me vio nada, pero bueno, estábamos demostrándole un punto a la camarera, sin contar que le dio en un papel su número a Dean, podría haber hecho que la despidan, pero no lo hice, ¿saben? —Murmuro, con el vomito verbal a flor de piel. —En todo caso, de seguro ya ni trabaja aquí, fue hace mil meses atrás, ya ni recuerdo su rostro.

Pecado con sabor a caramelo. LIBRO 2Where stories live. Discover now