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Dylan.

Es guapa a rabiar.

Tengo que dejar de mirarla si no quiero que se dé cuenta.

No creo en las casualidades. No creo que el primer encuentro del príncipe del cuento con la princesa con la que se casará que tiene lugar en un bosque aleatorio sea fruto de la casualidad. Antes de que eso ocurra hay un escritor que ha construido una historia de manera premeditada, ha desarrollado la personalidad de los personajes y ha encontrado los factores perfectos que harán que su historia sea la más bonita que el niño de siete años haya leído en su vida.

Las expectativas que estos cuentos generan en los niños son tan altas que cuando llegas a la adolescencia y te encuentras a la que es tu novia enrollándose con uno de tus mejores amigos, empiezas a comprender el porqué de las acciones de algunos villanos. Hay quienes se lo llegan a creer tanto que, en ocasiones, no hay diferencias entre el personaje y la persona. Otros que, simplemente asienten con la cabeza, no se enfrentan a la situación y por culpa de personas sin corazón, tienden a creer que el amor es una mierda.

Porque sí, durante mucho tiempo he creído con los ojos vendados que el amor es una mierda para algunos, un lujo para otros, la condena de muchos y la suerte de pocos.

Todo cambió cuando encontré sus libros por casualidad. De un día para otro, trescientas páginas descuadraron todos mis esquemas. Como cuando el profesor arranca una hoja de tu cuaderno para que repitas el trabajo, aprendas la lección, mejores y entiendas que ese profesor era un capullo, pero que la segunda vez que hiciste el trabajo quedó mejor que la primera. Que cualquiera puede llegar a tu vida y cambiarlo todo. Poner tu puto mundo patas arriba sin necesidad de que la casualidad haga de las suyas, solos esa persona y tú, batallando con el destino.

Agus tenía los libros sobre la mesa del salón de su nueva casa. Se acababa de mudar. Dejaba una casa llena de lujos en uno de los barrios más ricos de Nueva York para vivir en un dúplex en el centro de la ciudad. La mudanza fue caótica. No creo que los cien dólares que me pagó compensaran el estrés con el que conviví día y noche durante una interminable semana. Si no hubiera sido por su mujer, Gia, hubiera acabado chiflado. A su lado, cualquiera lo parece. O mejor dicho, hace sentir a cualquiera un chiflado. Sus frases, las palabras que utiliza, los tonos de voz que pone... sabe cómo sacar de quicio hasta al más fuerte. Con Natalia ha comenzado a usar esa técnica que utiliza con todo aquel que prevé ser una amenaza para él. No creo que piense que pueda darle problemas, pero que ella tiene más fama que él es una obviedad y no le hace ninguna gracia.

Aquel día recuerdo que Agus y yo tuvimos una discusión muy fuerte. Yo me vengué. Coloqué el contenido de las cajas de la mudanza en forma de torres por todo el apartamento. Parecían pirámides construidas en el antiguo Egipto. Fue un trabajo cansado, pero gratificante. Valió la pena. A Gia le hizo gracia, pero a Agus... tuve que esquivar una puta enciclopedia que me lanzó con la intención de darme. Me planté. Dije que ese día no trabajaría más. Agarré el primer libro de esa trilogía y comencé a leerlo.

Ese título. ¿Quién en su sano juicio llama a un libro Nosotros Nunca?

Solo alguien que está dispuesto a vivir con lo que eso conlleva y asumiendo el riesgo de salir herido es capaz de llamar a su libro de esa forma. Después de leer el primer capítulo, devoré el segundo. Más tarde vino el tercero y cuando me quise dar cuenta estaba cenando mientras fingía escuchar a mi padre hablar, con todos los sentidos puestos en los protagonistas. Esa noche de sábado renuncié a salir de fiesta para leer las últimas cien páginas.

Esa escritora estaba completamente loca.

¿Quién demonios termina un libro así?

Salí de casa a las cuatro de la madrugada dando un portazo, ignorando que el resto de personas normales dormían. Fui hasta la casa de Agus y de la insistencia con la que pulsé el timbre, quemé el motor. Gia salió con un ojo cerrado y el otro a medio abrir, envuelta en una bata de estar por casa.

Nosotros Nunca [YA EN PREVENTA]Where stories live. Discover now