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Bienvenida de vuelta, pequeña Descendiente.

Escucho en mi cabeza una y otra vez. No. Esto no puede ser cierto. No, me niego a aceptar que el único ser que me ha gustado en años sea...

Siento náuseas. No puede ser. Pero ahí está. Sentado justo delante de mí, picando una porción de la carne y llevándola a su boca. Eleva su mirada y esos ojos arcoíris me hielan la sangre. Mastica lentamente sin romper el contacto visual conmigo. Traga y lame sus labios.

- Siéntate.

Trato de resistirme a su orden directa, pero el poder que emana de él es tan poderoso, que, involuntariamente, me muevo y ocupo la silla delante de él.

- ¿Pensaste que no te encontraría? - su voz es totalmente diferente, suave, pero afilada a un tiempo - Tardé, sí que tardé. - bebe de su copa - Un año, dos meses, una semana y cuatro días. - la mirada que me dedica me roba el aliento - Pero aquí estás, justo delante de mí.

Las lágrimas pican en mis ojos. Pero me niego a llorar como una niña tonta que ha sido... engañada.

- ¿Cómo... cómo pudiste engañarme de esa manera? - hablo finalmente -

- No creo que seas la criatura más adecuada para quejarte por eso. - me censura - La primera vez que nos vimos eras un Demonio, te marchaste siendo un Ángel y... ¿Ahora qué personaje se supone que estás interpretando?

Aprieto los labios.

- Hablando del tema...

En un parpadear está sentado a mi lado, mirándome justo a los ojos.

- Tu forma verdadera. Ahora. - exige -

- Yo solo tengo una forma. - digo - Esta es mi única forma.

Enrosca mis cabellos en un puño y tira de ellos. Me quejo por lo bajo.

- ¿Sí? El color de tus cabellos y ojos han cambiado de color constantemente desde que puse los ojos en ti, como tu glamour. - me recuerda - Muéstrame tu verdadera forma.

- ¡Ésta es mi verdadera forma! - lloriqueo porque ha tirado aún más fuerte de mi pelo - Mis cabellos son rojos y...mis... mis ojos arcoíris siempre tienen un tono más de verde. - respiro fuertemente - No puedo usar mi glamour porque el tuyo me está bloqueando y...

Me deja ir empujándome y tomando mi barbilla.

- ¿Qué hiciste con mi sangre? - niego con la cabeza - ¿La bebiste? - vuelvo a negar con la cabeza - ¿La vendiste? - me ofendo - Me vas a decir que la regalaste. - se burla y yo evito sus ojos - ¿La regalaste? - se sorprende - ¿A quién?

- Va a ser más fácil para ti quitarme la vida que sacarme ese tipo de información.

- No nos precipitemos. - concede - Obviamente te voy a quitar la vida, pero antes debemos solucionar unos cabos sueltos.

Esboza una sonrisa torcida que hace que el alma me duela. Porque es la sonrisa de suficiencia de Deacon. Ahogo un sollozo. Joder. Deacon. Mi pecho duele.

- ¿Podrías...por favor podrías usar tu forma verdadera?

- Es esta, sin glamour y directa. - me concede - Para el resto del Mundo uso una máscara, pero tú eres especial. ¿Por qué lo pides? ¿Te duele verme? ¿Extrañas a tu noviecito? - de mis ojos escapan las lágrimas porque, él tiene absoluta razón - Que linda. - se mofa - Después de todo sí que desarrollaste sentimientos hacia mí.

- ¿Desde...desde cuándo estuviste jugando conmigo?

- Desde el principio. - me hundo - Debo decir que encontrarte fue una súper sorpresa para mí. - confiesa - Porque inicialmente solo era el guardaespaldas designado de Regina, y como ella nunca había visto mi nueva forma, solo me inventé una esencia humana para camuflarme en la multitud. Pero entonces ese mestizo de troll amenazo a Regina y tú bajaste la guardia despojándote de tu glamour. Ahí fue cuando te descubrí.

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