Capítulo 28 El Devorador

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El auto se detiene en la pista de Aviación y la primera en salir de él es Christal.

Sus cabellos rojos absorben la luz del mediodía y resplandecen. En cuanto sus ojos verdes hacen contacto con los míos, todo mi cuerpo se tensa. Es en este preciso momento que reconozco cuánto le he extrañado.

Se acerca a mí y me sonríe, coqueta.

- ¿Me extrañaste?

Resoplo con mi nariz, divertido.

- ¿Tú no? - le devuelvo la pregunta -

Una exaltación de sorpresa por parte del lobo se roba mi atención. Está mirando hacia el jet privado que nos espera. Tiene la boca abierta ante la sorpresa, mira en mi dirección.

- ¿Dónde me dijiste que trabajabas?

- Nunca te lo dije. - le doy una sonrisa torcida -

- ¿Seguro que vamos a celebrar mi cumpleaños o...mi funeral? - bromea - Tengo miedo de que me dejes por ahí y trafiques conmigo.

- Solo sube al avión Dorian. - le empuja Regina obligándole a caminar -

- Las damas primero. - concede el lobo -

Una vez que estamos acomodados dentro del avión, el piloto anuncia las condiciones de vuelo y el tiempo requerido para el aterrizaje, después de rechazar tres intentos de la aeromoza por ofrecerme cualquier cosa...puedo sentarme en paz junto a Christal.

Me le quedo mirando fijamente y, al instante, su corazón late como loco y ese rubor delicioso se apodera de sus mejillas.

- Se me hace extraño verte como un humano otra vez. - susurra mirándome -

Me regodeo al saber que lejos de temerle, le atrae mi forma verdadera.

- No creo que Dorian esté listo todavía.

Sonrío y Regina mira en nuestra dirección, rueda los ojos teatralmente y vuelve a centrarse en la aeromoza que les está atendiendo a ella y a Dorian.

Christal sigue mi mirada y se tensa ligeramente.

- ¿Ustedes ya están bien?

Ladeo la cabeza antes de responder.

- Se podría decir que sí, le he pedido permiso para ser tu novio en serio y ella se lo está pensando.

- Claaaaaaaaro. - se burla ella -

- ¿No te gustaría ser mi novia pequeña Descendiente?

Tiro de sus cabellos suavemente obligándole a mirarme. Me detengo cuando estamos cara a cara y nuestros labios a escasos centímetros. Sus ojos arcoíris resplandecen y su pupilas se dilatan.

- ¿Te gustaría? - insisto -

Entonces desvía su atención, escapa de mí y se pone a observar por la ventanilla del avión. Al tiempo que todo su humor ensombrece y su glamour tiene picos irregulares.

¿Qué le pasa?

Hacemos todo el vuelo en silencio, incluso durante el trayecto hacia la casa que Mel tiene en la ciudad ella no cruza ni una sola palabra conmigo.

En cuanto abro la puerta principal Mel baja corriendo las escaleras que conectan la segunda planta con la sala principal y se detiene al pie de está en cuanto Dorian hace su entrada.

Sus ojos que esta vez lucen oscuros como los míos casi cambian a arcoíris. Mierda, olvidé que siente debilidad hacia los lobos.

- ¿Un Lobo Negro Americano? - dice mi hermana y todos le miran -

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