Capítulo 22 No voy a rogar

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Él mira la sangre que escapa de mis venas como si fuese ponzoñosa.

Sé que se muere de ganas por beberla, puedo sentir su hambre. En cuanto puso un pie en el balcón lo percibí. Esa fijación en mi ser, su atención, su deseo...y no era sexual. Estaba desfalleciendo tanto, que era hasta contagioso.

Entonces. ¿Por qué se está pensando tanto tomar el líquido rojo que tanto desea?

Tras unos segundos de lucha interna lleva mi mano a sus labios y bebe. Puedo sentir sus colmillos pinchando mi piel, pero no me muerde. Se limita a acomodar sus labios sobre la abertura y succiona suavemente.

El aire cálido que escapa por su nariz es una suave caricia sobre mi piel. Traga por primera vez y un ligero temblor sacude todo su cuerpo. Vuelve a chupar una, y otra vez. Cada tirón es más fuerte que el anterior. Y por cada trago un sonido de satisfacción escapa de su garganta.

Sí que tenía hambre. Mi corazón se aprieta. Sé lo que se siente estar así de débil y que alguien te dé algo de comer.

Sus ojos buscan los míos y me vuelvo de piedra al colisionar con tan cándida mirada de ojos multicolores y húmedos. Mi corazón se salta un latido. Se le ve, vulnerable.

Es la primera vez que le veo así desde que le conozco; incluso cuando interpretaba el papel de Deacon, él siempre fue una roca sólida.

Da un último chupón y separa sus labios, lame la cortada constantemente hasta que la herida en mi muñeca cicatriza.

¿No va a beber más?

- Es suficiente. - dice relamiendo sus labios -

- ¿Seguro? - insisto -

- Sí. Gracias.

Su voz se escucha tan grave al agradecerme, y su mirada se ve cargada de tantas emociones encontradas.

- Pero...

- Christal, déjalo. - ordena y me siento en el taburete -

Él me mira sorprendido y yo solo me pongo en pie y escapo mientras mis mejillas arden.

Abro la primera puerta que me encuentro y entro a un dormitorio espacioso en cuyo centro hay una cama enorme de madera con dosel y cortinas de seda y encaje.

Cierro los ojos y me arrastro puerta abajo hasta dar con el suelo. Aprieto mis piernas. De repente tengo demasiado calor.

Siento sus pasos acercarse y un olor delicioso a bosque bajo la lluvia se filtra tras la puerta. Cierro los ojos. Tenerlo cerca solo empeora las...las ganas que le tengo. Mi Ciclo está empujando de nuevo.

Toca la puerta una sola vez y se detiene. Percibo como su calor corporal aumenta. Deja escapar todo el aire entre los dientes. Tras una larga pausa sus pasos se pierden mientras se aleja.

Jadeo con fuerza. Bien. Mientras él no esté cerca voy a estar bien.

Media hora después creo que me estoy muriendo. Cada centímetro de mi piel está ardiendo y un calor infernal me está poseyendo. Pero por encima de eso, el ardor que siento entre mis piernas es terrible. Lloriqueo mientras me abrazo a mí misma. Aprieto mis dientes y mis colmillos lastiman mis labios.

Estoy tan rígida sobre mí misma, que en este punto hasta mis huesos duelen. Todo duele. Tanto, que la presión que mi cuerpo está experimentando embota mis sentidos. Siento como si la Nada fuera a tragarme. Floto.

No, no estoy flotando. Me están levantando en brazos, unos firmes, suaves y cálidos brazos. Un suave olor a bosque me envuelve, relajando mis nervios. Me acurruco y exhalo todo mi dolor.

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