Capítulo 20 Recuerdos

17 3 0
                                    

En cuanto vuelvo a tomar forma una arcada sube hasta mi garganta pero soy capaz de controlarla. Me siento horrible. Tomo una respiración larga, y otra más, y otra.

- No te vomitaste. - escucho - Que bien, para variar.

Al elevar mis ojos encuentro una trigueña esbelta que solo puede ser llamada: impresionante.

Sus piernas son kilométricas y lleva las uñas pintadas de azul oscuro; su piel es blanquísima; sus cabellos son como el carbón, con reflejos azules y van sueltos en toda su extensión hasta sus tobillos; su cintura es estrecha y sus caderas anchas; el camisón de satén que trae cuelga ligero desde sus pechos y...

Me aguanto una respiración al ver su rostro perfectamente simétrico con labios rosados y ojos arcoíris con un tono más de azul. Se me paran todos los pelos de punta. Otro Puro.

Ella materializa una caja de toallitas húmedas en su mano y me la extiende.

- Tienes un poco de sangre en la barbilla.

Me sonrojo a toda velocidad y tomo un pañuelo para después limpiar mis labios y la barbilla.

Ella me mira divertida. Da un paso en mi dirección y yo retrocedo por instinto. Se detiene y extiende una mano en mi dirección.

- Soy Mel, la Regente del Estado Norte. - se presenta - Mucho gusto.

¿Estado Norte? ¿Estoy en el Estado Norte? Eso está lejísimo de mi casa. Miro su mano extendida y me pienso si tomarla o no. Finalmente sus ojos profundos me desarman.

- Christal. - tomo su mano, es tan suave - Este lugar...

- Es mi hogar. - me dice tomándome de la mano y sacándome a un balcón - Estamos en medio de la nada y de todos mis hermanos solo D es capaz de llegar hasta aquí. - me informa - Estás a salvo.

La vasta vegetación que se extiende en derredor me impresiona. Solo hay verde e infinito cielo azul con pocas nubes. Nunca había visto tantas plantas en un mismo lugar. Es paradisíaco. Me abrazo a mí misma.

- ¿Tienes frío? - se preocupa -

- Un poco.

- Sígueme.

Voy tras de ella unos pasos. Me conduce a una habitación que resulta ser un vestidor enorme. Abre uno de los armarios y toma un suéter ligero azul marino y de otro armario unos leggins negros.

- ¿Vas a querer bragas o así estás bien?

- Así estoy bien, gracias. - rechazo -

- Bien. - sonríe - Estaré en la cocina.

Se marcha dejándome a solas y no paro hasta sentarme en el suelo y abrazar mis rodillas. Lloro mientras todo mi cuerpo tiembla descontroladamente.

Mis nervios están a flor de piel. Han pasado demasiadas cosas en tan poco tiempo.

Me prometí a mí misma que no volvería a probar su sangre y a cambio termino poniendo mis colmillos en su cuello. Peor, vuelvo a besarlo y casi le entrego mi cuerpo.

No puedo estar toda una semana así. Cuando estoy cerca de él mis pensamientos se esfuman. Solo existe él y nada más que él. Y sé que la idea de Deacon me gustaba, pero era solo eso, una idea, Deacon no existe. No debería sentirme tan atraída a él.

Y sin embargo solo quiero volver a su lado. Es como si tuviese cierta atracción magnética por él. Necesito verle, estar con él.

Es mi Ciclo. Tiene que ser mi Ciclo. Es la única explicación lógica que logro idear. Palmeo mis mejillas y me pongo en pie para vestir la ropa que me dieran. El vestido de cama es hermoso, pero la nueva ropa que luzco ahora es más mi estilo. Me hace sentir sumamente cómoda.

Juegos de Poder Donde viven las historias. Descúbrelo ahora