IV

149 14 12
                                    

...(。•ˇ‸ˇ•。) ...

Me engaño todas las veces que quiero hablarte.

Me convenso de que está bien extrañarte.

La verdad es que lo único que deseo es verte frete a mi y escucharte decir lo que sea.
Para mi vos sos la cosa más interesante en el mundo.

La banda de boludeces que decís  y luego las dulces notas de tu conciencia.

Sos tremendo hijo de puta al enamorarme y no hacerte cargo de este gigante corazón que sólo quiere adorarte.

Sé que no soy nadie para vos... sé que estas cómodo entre faldas y sostenes.

Sé que no seré más que tu amigo... Creo que ni siquiera eso soy, porque de serlo me habrías platicado... de tu nueva novia.

Me dueles, México.

Me duele ver tu cara brillar por alguien más.

Jamás te diré de frente que te amo, porque sería una muerte inminente.

La muerte de mi orgullo y seguro la muerte de mi inchado corazón que expulsa amor por ti.

—¡Oh! ¡Ándale, papito! ¡Nos están ganando!

Mi muñeca reaccionó a tiempo por su vocecita. Evité que nos metieran otro gol... en en Metegol.

—¡Eso es todo, Arge! ¡Já, já¡ —gritó y me dedicó una breve mirada para volver a sujetar las manijas del juego —¡Aún podemos empatar!

Asentí. Enfoqué esta tristeza en los músculos de mis brazos.

Tenerte a pocos centímetros de mi. Tus hombros anchos pero angostos a comparación de mi tamaño.

Vos sos la pieza que encaja entre mis brazos.

Es una lástima que a vos te guste encajar y no que te la encajen.

—¡No!

Me metieron un gol.

—¡Ni pedo, ni pedo! ¡Hay que meter uno de honrra! ¡Vamos, papito! ¡Tú puedes, Arge!

La bola estaba entre mis jugadorcitos.

México... vos no lo sabes, pero cada que me decís "Papito", algo me cosquillea el alma y la entre pierna.

Me mordí el labio y solté esta frustración de carne con un golpe fuerte. Viajó, en un momento, de mi portería a la contraria.

—¡AH, HUEVO! ¡Qué chingón eres!

Chocó nuestros hombros a propósito. Como un Hi! Five!

Terminamos llendo a casa a pocos minutos de sue cielo oscurezca.

El viento raspa un poco. México talla su redonda naríz.

—¿Te sentís bien?

—Mejor qué nunca —apretaba los ojos—. Ha sido el mejor partido que he tenido en mucho tiempo.

—Sí...

—Ya hace hambre, ¿no? ¿Quieres venir conmigo a mi casa? Tengo carne.

Me guiña un ojo. Sabe que me gusta la carne.

Teminé como siempre: el recarga su mejilla contra la mía mientras cae dormido.

Me alegra mucho que tenga el sueño pesado.

Así no responde a los mensajes que su novia le deja.


  

ONE SHOTS ---MEXTINA---Donde viven las historias. Descúbrelo ahora