𝐈𝐈

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𝐏𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫

La humanidad ha enfrentado miles de retos y batallas, desde hambrunas hasta masacres sin piedad. Cada uno de nosotros vive su propio infierno y elige las llamas más desafiantes. En mi caso, me sumergí en las llamas más ardientes.

—Inna por Dios, es una hoja de Excel, no te estoy pidiendo que programes un maldito videojuego.

—Ya, lo se. No soy una cerebrito como otros. — estoy estresada y Xavier ya lo sabe, asi que mantiene algo de distancia —. No entiendo de que nos sirve esto.

—Es una habilidad básica que todas las personas deben...— se detiene al ver mi rostro inexpresivo —. ¿Sabes que? olvídalo.

Y es asi como me arranca el portátil de las manos y se va de la pequeña salita balbuceando "no puedo creer que confundió celdas" y otras cosas sin sentido. Sigo sin acostumbrarme al hecho de que vivo con él en la ciudad.

Un año ha pasado desde el incidente, aquel fue el efecto mariposa mas grande que he experimentado y hasta el día de hoy me pasa factura. Si me hubieras preguntado el diez de abril del año pasado que quería hacer con mi vida, te hubiera contestado que no tenia idea y que probablemente terminaría siendo la solterona del pueblo con miles de gatos. Pero ahora que todo cambio, tengo un objetivo claro.

Aquella mañana después del incidente no se me ocurrió otra cosa que correr a la dirección de los padres de Sara y decirles lo que pasaba, ellos ya se habían enterado, pero por alguna razón no querían verme ni en pintura, por lo que me terminaron amenazando y echando de su edificio. No tuve otra alternativa que esperar fuera de aquel condominio, tuve la esperanza de que se arrepintieran de echarme, pero eso no sucedió. Lo que si paso, en cambio, fue mi recuentro con Xavier. Casualmente mi amigo de la infancia acompañaba a uno de sus conocidos que resulto ser vecino de los padres de Sara y este me reconoció al instante, a mi por otro lado, me costo mucho reconocerlo, no me cabía en la cabeza como Xavier había pasado de ser un niño rechoncho y tierno a un chico alto, delgado y atractivo, pero supongo que esos son los giros de la vida.

Sacudo la cabeza en un intento de alejar esos pensamientos. Me levanto de la incómoda mesa y me dirijo directamente hacia el ventanal del apartamento de mi amigo, el cual ofrece una vista perfecta de toda la ciudad. Durante los últimos meses, ha sido mi aliado y refugio. Pasaba horas de pie allí, reflexionando sobre lo que pudo haber sido pero nunca será. Recuerdo especialmente el momento en que intenté asistir al funeral de Sara, solo para que sus padres me prohibieran la entrada junto con cualquier persona relacionada con el pequeño pueblo de Hillcrest. Después de regresar tras haberle dado un puñetazo a un guardia de seguridad, me quedé frente a la maldita ventana durante horas, sumida en un extraño estado de calma que llegó a preocupar a Xavier.

Todo parecía tan injusto, y la ira que anida en lo más profundo de mi ser es lo que impulsa cada uno de mis pasos desde aquel día. Sara se convirtió en una víctima más de Roble Dorado, solo hizo falta investigar por encima para saber que no era la única, y ni ella ni los demás que seguramente sufrieron lo mismo han obtenido justicia, porque si, Sara no es el único caso de suicidio de aquel sombrío lugar. Ansío la verdad y la obtendré sin importar qué.

—Estas llorando otra vez...— aquella voz masculina hizo que relajara mi expresión de inmediato y limpiara aquellas lagrimas traicioneras.

—Son de enojo no te preocupes.

El chico se me queda mirando con notable preocupación, ya se lo que se viene. Una mas de sus charlas.

—Entiendo Inna, pero igual volveré a preguntar. — tome aire y rodé los ojos fastidiada —¿Estas segura de que quieres hacerlo?

Verdad DoradaWhere stories live. Discover now